“Los perezosos siempre hablan de lo que piensan hacer, de lo que harán;
los que de veras hacen algo no tienen tiempo de hablar ni de lo que hacen.”
Goethe
No todos los hijos tienen las mismas facilidades de poder escoger una labor o una profesión, pero muchos de los padres, malcriamos a nuestros hijos concediéndoles absolutamente todo, ante la versión de que, “a ellos no les falte lo que tanto yo desee para mí de joven”. Pero la experiencia hoy nos ha demostrado que si le das todo a tus hijos los convertirás en niños malcriados, quienes pensarán que tienen el derecho de tener todo lo que pidan sin ningún esfuerzo, que seguramente, se convertirán en egoístas, déspotas y posiblemente personas superficiales.
Ciertamente, como padres, nos ganaremos el cariño de nuestros hijos por darles todo, pero posteriormente lo pudieran lamentar por no formarlos correctamente y convertirlos, a base en enseñarles por sus propios esfuerzos, se conviertan en personas con sólidos valores y útiles ante la sociedad.
Actualmente nos preocupamos por llenar de cosas materiales a nuestros hijos y olvidamos por completo sus necesidades morales y espirituales, el amor que tenemos hacia ellos nos lleva por lo regular, a cegarnos y olvidar lo que los podrá hacer seguros y felices a la larga. Es muy común en estos tiempos que los padres de familia, sobre todo los que gozan de recursos económicos, les construyamos un mundo irreal, aislándolos así de la verdad. Es pertinente citar un proverbio chino que señala: “Si deseas tener un hijo sano y productivo, edúcalo con un poco de hambre y un poco de frío”.
Pero si además de darles todo, se les consciente a los hijos y se les permite que todo lo hagan por ellos, se está creando a personas utilitarias y perezosas.
Llevo a cabo estos antecedentes, ya que, no hace más de una semana el presidente amenazó a los asistentes de un evento en su tierra natal, de concluir el acontecimiento, por no reconocer que a las personas mayores les están dando más del doble de lo que anteriormente recibían; tampoco reconocían que, se da para los niños y becas para estudiantes de preparatoria, presumiendo que se dan miles de millones de pesos en esas regalías.
Pues tal vez la idea que tenga de gobernar consista en eso, en dar dinero a los “ninis”, obsequiar dinero a los “huachicoleros” para que ya no roben gasolina, en duplicar las pensiones a los adultos mayores, en becas y algunas otras dádivas, aunque no existan medicinas para seguir tratando a los niños y demás enfermos con cáncer, aunque haya cerrado guarderías, y casas para auxilio de la mujer maltratada, pero además, aunque no exista crecimiento económico en nuestro país y la inversión se haya reducido a algo totalmente nulo, aunque los programas contra el crimen organizado hayan resultado completamente fallidos, y los guardianes del orden en la actualidad, sean el hazme reír de los delincuentes, ante la orden de que, también ellos son humanos y se les debe respetar.
Y así como anteriormente señalé que, el darles todo a los hijos, es convertirlos en personas utilitarias y perezosas, de la misma manera, a la inmensa mayoría de quienes reciben lo que hoy reclama el presidente les da, es estarlos convirtiendo en interesados y haraganas, que, también muchos de ellos ya lo eran, solo que en la actualidad son holgazanes complacidos y agradecidos por la limosna que recogen.
Hace relativamente pocas semanas tratamos de los sabios de café, que ni estudian, ni trabajan, pero componen el mundo en el café, pues son “los sabelotodo”, pero su imagen está sirviendo para cambiar la efigie que se tenía del mexicano sentado frente a un cactus abrazando sus piernas dormido, agachado y tapándose el sol con su sombrero de charro; ahora su imagen puede ser tomando el café y componiendo el mundo, pero agradecidos con quien por no hacer nada, quizás solamente dar su voto, y se les paga una cantidad.
La pereza es la negligencia, tedio o descuido de los deberes u obligaciones en que la persona debe ocuparse; pero para quienes vayan a recibir sus dádivas su obligación es solamente recoger su obsequio, votar por quien les da y quizás asistir ante él para aplaudirle.
Los perezosos al sentirse fracasados en sus ideales o no haber realizado sus objetivos, siempre buscarán culpar a los demás, pero nunca reconocerán su propia responsabilidad, y siempre serán víctimas de lo ocurrido, acusan sin fundamentes y, como Emilio Ruggeiro, “timbran en la puerta y salen corriendo”, pues no entienden razones. También en la actualidad, se ha puesto de moda culpar hasta de los feminicidios a los neoliberales o a Calderón de todo.
Detrás de la pereza existe la falta de propósitos reales, las personas acostumbradas a recibir, consideran que ellos se lo merecen y nunca se fijan metas, carecen de ilusiones. Aunque en ocasiones la pereza sea por causas de depresión o procrastinación, esto es, que pudo haber sido por algún trastorno, como una perturbación por déficit de atención u otro disturbio del comportamiento; pero en sí carecen de información que, cuando nos abraza la pereza nos acompaña un gran malestar y que, el bienestar y la felicidad se relacionan precisamente con tener un propósito, para darle un significado a la vida.
Nuestro país necesita de personas que antepongan la razón y el trabajo a sus sueños, que dejen de estar buscando culpables y se pongan a laborar. No dejarse guiar por personas que no tengan claros sus conceptos, pues los hay que cambian constantemente, y a menudo tienen otros datos diferentes al resto de los demás. Stendhal comentó: “El hombre poco claro no puede hacerse ilusiones: o se engaña a sí mismo, o trata de engañar a otros”.
Teniendo en cuenta siempre que solo en el diccionario la palabra “éxito” se encuentra antes que la palabra “trabajo”. Efectivamente, en muchas ocasiones es muy difícil empezar a laboral, y también, los problemas pueden ser sumamente variados, pero lo cierto es que, la carga se va volviendo más pesada mientras más tiempo pasa, por tal motivo John Ronald Reuel Tolkien señaló: “El trabajo que nunca se empieza es el que tarda más en realizarse”.