Sin que se lo esperaran, ocupados por denostar y boicotear las protestas de las mujeres ante la indolencia gubernamental hacia ellas, al régimen de la mal llamada “cuarta transformación” le surgió un nuevo brote de descontento que puede crecer a magnitudes que ni se imaginan.
Tras el brutal asesinato de tres estudiantes de medicina –uno de ellos veracruzano- en Huejotzingo, Puebla, los universitarios de aquel estado convocaron a una mega marcha de protesta que, para no variar, fue condenada, por obra u omisión, por las autoridades.
Lo que los intolerantes regímenes de la “4T” no consideraron es la respuesta que obtendría este llamado a decir “basta” a la violencia: en la ciudad de Puebla se calcula que marcharon más de cien mil estudiantes, tanto de instituciones públicas como privadas, sin distinciones partidistas, políticas, ideológicas ni socioeconómicas. Todos, con una misma exigencia al gobierno de Miguel Barbosa: seguridad o su renuncia.
El impresentable gobernador morenista poblano –que ya había amagado al rector de la BUAP por respaldar las primeras protestas tras los homicidios- recibió a los universitarios en la casa de gobierno estatal al más puro estilo de otro político oriundo de ese estado, Gustavo Díaz Ordaz: con cientos de policías atrincherados y listos para reprimir. La prudencia de los jóvenes y la excepcional actitud y comportamiento exhibidos durante la marcha dejó sin argumentos a los intransigentes.
En el estado de Veracruz los estudiantes, mayoritariamente de la Universidad Veracruzana, se solidarizaron y también protagonizaron marchas en las ciudades de Poza Rica, Orizaba, Ciudad Mendoza, Nogales, Río Blanco y Xalapa. En esta última, se unieron los familiares de Francisco Javier Tirado, uno de los jóvenes asesinados en Puebla.
“¡Que baje Cuitláhuac!”, fue una de las consignas de los estudiantes que llenaron la plaza central xalapeña, donde además leyeron un pliego petitorio en el que se demandó mayor seguridad en los campus universitarios.
Como era previsible, el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, no bajó a atender a los jóvenes, ni lo hizo tampoco funcionario alguno de su administración. Su única reacción fue publicar horas después en su cuenta de Twitter –en la que mantiene ilegalmente bloqueados a decenas de ciudadanos- que se comunicó con la rectora de la UV, Sara Ladrón de Guevara, para “afinar un plan común que atienda integralmente la inquietud de la comunidad universitaria en el tema de seguridad”.
Pero por lo visto, al mandatario veracruzano en este tema no le corre demasiada prisa, pues también escribió que acordó reunirse con la rectora en el marco de la Mesa para Construcción de la Paz “el miércoles próximo”. Que la seguridad de los jóvenes se espere una semanita. Así el interés demostrado por un gobernador cada vez más ausente de los verdaderos problemas de la entidad, ocupado en politiquerías y “grillas” de cuarta. Ya ni porque es egresado de la propia UV.
El desdén mostrado por el lopezobradorismo en su conjunto hacia cualquier reclamo que se les haga a sus gobiernos le está pasando unas facturas mucho muy altas. Y si el movimiento de las mujeres los tiene desquiciados, uno estudiantil podría resquebrajar su imagen por completo.
Las mujeres y los estudiantes están dando el ejemplo. Y la batalla.
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