Soy mujer. Me duele sobre manera, las injusticias históricas en contra de nuestro sexo y me alienta la lucha interminable de millones de ellas, para su emancipación. Un batalla innoble, porque se les reconozcan sus derechos. En un mundo machista, dedicado a las guerras para la obtención de poder y riqueza nos han segregado. Con gran paciencia e inmensa voluntad, han dado grandes pasos pero no los suficientes para imponerse ante las injusticias de los hombres. No puedo asimilar como una mayoría toman a l niñas, niños, jóvenes y los violan, comercian, maltratan. Que imponen su voluntad a través del uso de la fuerza. Con cobardía absoluta, incluso en grupo, someten al ser a través de golpes, injurias, maltrato hasta llegar a la muerte. Con saña inaudita se recrean en el castigo, para después de violar- otros ya cadáveres las poseen- descuartizarlas, cercenarlas, degollarlas. Y así en el origen. Niñas sometidas por sus padres y violentadas por el círculo más cercano de la familia. Abusadas sexualmente por abuelos, hermanos, tíos, primos con el silencio cómplices de las madres. Son miles de casos que tienen registro en la historia, el arte, la literatura, el teatro. Son seres débiles, a los que sus victimarios superan en fuerza y maldad. *** El drama debe vivirse, desde el momento en que son arrancadas de su entorno. Arrastradas por la tierra, el cemento y confinadas en autos que les llevarán a su cruel destino o a unos metros solamente, donde serán ultrajadas decenas de veces por uno o más hombres. Cobardes enfermos, drogados y alcoholizados que inician el macabro sometimiento. Se recrean en la acción violenta, dándoles de puñetazos en la cara, patadas en el cuerpo y fracturando partes de sus cuerpos. Con insultos soeces y entre gritos y exigencias de silencio, cometen su felonía: violación y muerte. Cobardes irredentos, que no se extinguen sino que proliferan por la impunidad. *** Es muy desolador para una comunidad, verse tan indefenso. El dolor de cientos de miles de familias que imploran, lloran, gritan, se desgarran en el vació, pues las autoridades no responden. Están rebasados por una delincuencia, más libre que nunca y además cuidada por sus derechos humanos, cuando ellos los transgreden a placer. “¡Nos están matando!” claman las feministas exigiendo castigo para los que cometen feminicidios. Actos de machismo puro, que encierra grandes traumas y carencias. Violentados en sus hogares por sus propios familiares, que les llevan al odio, la venganza. Las autoridades machistas que no dan importancia al delito sino que se complacen por “pinches viejas putas, se lo merecen”, no deben estar al mando. Es demasiado dolor acumulado en la ciudadanía, por éste delito y la infrenable delincuencia que están liquidando a sectores varios de la sociedad nacional. Tal vez los 27 mil soldados que pagamos para el muro de Trump, servirían para frenar la ya pandemia. 7 mexicanas son asesinadas cada día en el país, por sexismo. *** Y para las agruras del mole…usted sabrá qué tomar. Hasta la próxima.