Todos hemos de haber vivido la experiencia de la plática de los sabios del café, quienes no tan solo conocen las noticias de actualidad, sino que se jactan de saber los hechos en forma precisa y las cusas que originaron el surgimiento de los acontecimientos del momento, y predicen las soluciones tajantes que resuelvan conflictos o que los puedan ensanchar, además de los compromisos y transes en los que se encuentre el problema de momento.
Los sabios del café se jactan de saber las noticias del día siguiente y la solución propia para cada uno de los conflictos que vive nuestra sociedad, sean de índole económica, política, legal, social, agraria, ecológica, laboral, etc., y hasta ellos mismos manifiestan que asisten al café a componer el mundo, lo que realizan cotidianamente y día tras día por un mínimo de dos horas.
Existe una anécdota de sabios de café, quienes viviendo el periodo de lo que se conoció como la “Guerra Fría” entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, quienes aseguraban que, según el armamento de los países, habría un país ganador, y uno de los cafeteros expresó con la mayor certeza que, los rusos tenían un arma secreta que podría a acabar con los Estados Unidos en pocas horas, pero que eso ninguno de los habitantes de E. U., no lo sabían. Lo que demuestra que los sabios de café son verdaderamente sabios, a tal grado de saber del arma secreta que ignoraban absolutamente la totalidad de habitantes de los E. U.
En la última década del siglo pasado, quien escribe estas líneas trabajaba en Santiago Papasquiaro, y tuve la oportunidad de conocer aún más del territorio noroeste de nuestro Estado, y habiendo sido citado por un amigo en determinado restaurante de esta ciudad, me encontré con un sabio de los asiduos a dicho lugar, quien se sentó conmigo y en pláticas le manifesté de mi estancia en Santiago Papasquiaro, a quien después de relatarle pormenores de mis recorridos por aquellos lugares, así como de sus rancherías, no faltó la pregunta correspondiente con relación a la fama de la hermosa fisonomía de las mujeres de aquellos lugares. Y sin poder quedarse atrás, y no obstante que solamente llevara dos tazas de café, al parecer su efecto ya se manifestaba en él, refiriéndome aquel sabio que en años pasados había radicado por aquellos rumbos de Tepehuanes, ya que él había construido un puente por aquellos lares. Al suponer que eran mentiras sus pláticas y por no contradecir, preferí seguirle la corriente y, aunando en sus comentarios indicó que existía por aquellos lugares un pueblito muy característico, en el que moraban unas mujeres sumamente hermosas de apellidos Sánchez, pero que de momento no recordaba el nombre de la susodicha ranchería, permitiéndome asegurar su invención al señalarle yo, que efectivamente había unas hermanas de apellidos Sánchez, de un pueblito llamado “La Jeringuita”, afirmando muy contento de inmediato que sí se trataba de dicho pueblito, que lo recordaba perfectamente, “La Jeringuita con su iglesita y su placita enfrente”. Por supuesto que no existe ningún pueblito con ese nombre y las hermanas Sánchez tampoco.
Habiendo alternado por casualidad con algunas de esas lumbreras de café, alcancé a escuchar que se encuentran contentos y complacidos con el gobierno federal, debido un programa en el que, por tener más de 65 años se les otorgan apoyos económicos y protección social, sin estar seguro, pero se muestran agradecidos pues al parecer reciben una pensión mayor a mil noventa y dos pesos mensuales y creo que algo más.
Sin lugar a dudas, se han identificado los sabios del café con el gobierno federal con quien también encuentro bastante similitud, pues basta con recordar que en las promesas del candidato, se indicaba conocía absolutamente todo, sabía los orígenes de la totalidad de males y actos de corrupción, sus causantes y que, se procedería de inmediato en su contra; pero también tenía conocimiento de cómo solucionar absolutamente todo, acabar con la corrupción, el huachicol, violencia y crimen organizado.
Este aprendiz de escritor que me considero miembro activo del partido creado por Hermenegildo L. Torres, (q.e.p.d), o sea el PUP (Partido Único de Pendejos), y que inculcó en la sociedad la noble meta de contribuir a crear un ambiente saludable en el diario vivir, exhortando a sus miembros a la plena aceptación de su pendejez, sabiendo que en la vida y la muerte existen dos formas de igualdad ineludibles, pero que, la finalidad del PUP es el alcanzar una tercera más: aquélla que nos permita aceptar con humildad no saber nada de nada, condición que nos acercará más que ninguna otra razón o doctrina; pero es lo que diferencia a los sabios de café o a los políticos que antes de la elección en sus promesas tienen conocimiento absolutamente de todo, pero también saben perfectamente cuales son las soluciones precisas para todos y cada uno de los problemas, que si los colocamos en una de las clasificaciones creadas por Hermenegildo L. Torres, además de otras podría ser la de ser “pendejos de oído” o sea los que no estudian, ni leen, sino que son pendejos de oído.
Digo que pudieran entrar en otras clasificaciones pues, según Hermenegildo L. Torres, existe el “optimista” que considera que no es pendejo; el “fosforescente” que hasta en la oscuridad se le nota lo pendejo; el “laborioso” que todo el día se la pasa haciendo pendejadas; el “petulante” que se enorgullece de sus pendejadas; el “líder” que le siguen todos los pendejos; el “ambicioso” que sueña con ser un buen pendejo; el “despilfarrador” que hace pendejadas de más; el “presumido” que a todo mundo le cuenta sus pendejadas; el “abogado” que hace pendejadas por derecho; el “erudito” que en cuestión de pendejadas se las sabe de todas, todas; el “político” que sabe que es pendejo pero él sabe la solución; el “mexicano” sus pendejadas son culpa del chupacabras.
Dentro de la filosofía de Hermenegildo L. Torres, señalaba una máxima que, “si vamos a hacernos pendejos, hay que hacerlo bien y con conocimiento de causa, para que no nos hagan más pendejos de lo que somos”.