Bien intencionado, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez dedicó una parte del año recién pasado a tratar de buscar una solución al grave problema de vialidad que afecta a Xalapa y los municipios conurbados.
El 18 de agosto, mediante un video, anunció la construcción de un tren ligero. En la imagen se veía sobre una vía de ferrocarril, que, dijo, era la que va de Banderilla a Rafael Lucio. El medio de comunicación incluiría esos municipios así como el de Coatepec. Habló de una “fuerte inversión” sin ofrecer más detalles.
(Nadie reparó entonces que en su mensaje de Twitter alusivo al recorrido, publicó: “Este domingo en la mañana con la gente de Siop y Finanzas recorrimos las vías del tren de Rafael Lucio a Banderilla; íbamos a buen ritmo pero se nos cruzaron unos chicharrones”. ¡Recórcholis! ¡Unos tacos de chicharrón lo descarrilaron entonces y dejó su recorrido a medias! Mientras no lo descarrilen en su trayecto programado de seis años.)
Más tarde, el 22 de octubre, anunció que la inversión inicial sería de 3 mil millones de pesos. Al inaugurar un foro de análisis del transporte público en la capital, dijo que la inversión sería estatal, federal y privada. Aclaró que el proyecto se encontraba en estudio (en ninguna de las dos fechas estuvo el presidente municipal).
El 15 de diciembre, en el Informe del alcalde Hipólito Rodríguez Herrero se mencionó que el proyecto contempla una estación en Banderilla y cuatro en Xalapa y se invitó a los colegios de arquitectos para presentar propuestas en este mes de enero con miras a concretarlo.
(El proyecto me hace recordar el tren suburbano que va de San Ysidro –apenas cruzando la frontera en Tijuana– a Los Ángeles, en California, que hace el recorrido de poco más de 200 km en cuatro horas y media; algo que deberían a ir a conocer quienes pretendan presentar propuestas.)
En esas se está, pues, pero me temo que el verdadero problema ya no es el de la intercomunicación con los municipios aledaños sino interno, en el mismo municipio de Xalapa, hacia el sureste de la ciudad con el desmesurado crecimiento de conjuntos y áreas habitacionales hacia esa parte que tiene verdaderamente asfixiada la salida hacia el puerto de Veracruz.
El gobernador está a tiempo de corregir y redirigir su atención hacia ese problema de vialidad, que va a aumentar por el crecimiento urbano hacia esa parte de la capital que algún día va a conurbar a Xalapa con Emiliano Zapata (Dos Ríos). Ahí está el verdadero problema, presente y a futuro.
Cuando uno recorre la avenida Lázaro Cárdenas hacia Las Trancas se percata que no hay mucho espacio para ampliarla a cuatro carriles por lado, ni pensar en un tren subterráneo porque costaría mucho. No soy urbanista, ni arquitecto, ni ingeniero, ni diseñador, ni maestro albañil, pero el sentido común me dice que la única solución, en el menor tiempo y a menor costo, es un segundo piso sobre Lázaro Cárdenas con distribuidores viales hacia los nuevos centros de población.
Sufro casi a diario el problema de movilización vial como miles y miles de xalapeños y por eso me ocupo del tema, ya muy grave.
Solo Cuitláhuac tiene el poder para solucionar la situación que se presenta, pero su buena intención debe redireccionarse; está a tiempo. Creo que bien valdría la pena que encargara a los especialistas y técnicos de su administración que hicieran un estudio del nuevo problema que lo llevara a la mejor toma de decisión.
Si posee la visión para dimensionar la gravedad del caos vial buscará el remedio más eficaz, y si actúa en consecuencia pasaría a la historia de la capital como un bienhechor gobernante como lo fueron Rafael Murillo Vidal (Paseo de Los Lagos), Rafael Hernández Ochoa (avenida Rafael Murillo Vidal), Agustín Acosta Lagunes (avenida Adolfo Ruiz Cortines), Fernando Gutiérrez Barrios (inicio del Centro de Especialidades Médicas y la carretera a Alto Lucero), Dante Delgado Rannauro (edificio del Congreso del Estado y el Museo Interactivo de Xalapa), Miguel Alemán (la autopista de Xalapa a Veracruz), Fidel Herrera Beltrán (los pasos viales de la Araucaria y Rébsamen-Circuito Presidentes), Javier Duarte (el Velódromo de Xalapa), y Miguel Ángel Yunes Linares (la reconstrucción de la carretera a Coatepec por la vía corta).
El cambio marca los tiempos. Lo que antes era prioritario ahora ya no lo es o no lo es tanto porque han surgido nuevas necesidades o problemas. Thomas Jefferson, con una gran visión sostenía que “ninguna sociedad puede elaborar una constitución perpetua” (se refería a la necesidad de irse adaptando a los cambios). Aplica ahora. Habría que readaptar el proyecto del gobernador. Se está a tiempo y Cuitláhuac, ante la gran oportunidad de trascender como un gran gobernante que tuvo la visión y la decisión política para enfrentar un grave problema que sería peor en el futuro.
Hipólito tiene su plan de movilidad
Hace una semana el alcalde Hipólito Rodríguez Herrera anunció que a fin de mes presentará un plan de movilidad para resolver el problema de los embotellamientos vehiculares que se están presentando.
Por lo poco que adelantó, parece que volverá a viejos remedios que intentaron otros antecesores suyos y otros gobernadores como Fidel Herrera Beltrán de cambiar el sentido de algunas calles, lo que nunca funcionó.
A ver si no complica la situación y crea inconformidad ciudadana porque sin dar detalles habló de parquímetros (los hubo ya y no funcionaron), del tren ligero, de un teleférico, de una ciclovía y “todos estamos enfrentando el problema del uso excesivo de los coches por lo que hay que poner restricciones a su uso”.
Lo cierto es que aquella tranquila ciudad de provincia que tanto distinguió a la capital de Veracruz ya se perdió, y ahora lo que se debe evitar es que la modernidad convertida en el exceso de vehículos que circulan por sus calles y avenidas ahogue a sus habitantes.