Deseo que hayan pasado muy contentos la recién Noche Buena y Navidad y que les haya quedado ánimo para continuar alegres esperando la llegada del nuevo año.
No es que sea pesimista, pero este año se dejó sentir más difícil y catastrófico que muchos años anteriores, sobre todo por los miles de trabajadores que perdieron su empleo de la noche a la mañana, sin previo aviso y sin ninguna indemnización por los años trabajados. Si a eso le sumamos que no ha habido gran inversión ni creación de nuevas empresas, el panorama laboral se oscureció a pesar de que el salario mínimo se incrementara ligeramente, pero ello provocó un incremento a la inflación y un menor poder adquisitivo y con el anunciado incremento al salario para el año próximo el panorama se hace más incierto pues ese incremento que supuestamente favorecerá a los trabajadores, para el patrón implica un mayor costo de Infonavit y seguro social, lo que desfavorece la creación de nuevos empleos y probablemente se incremente el outsourcing que contrata sin ninguna prestación ni obligaciones.
La violencia e inseguridad van ganando terreno, lo que ha ocasionado que el ciudadano común haya recurrido a hacerse justicia por propia mano, lo que quizá sea lo más práctico ante la inoperancia de las autoridades que liberan a delincuentes fácilmente y se incita a los aprendices a delinquir a sabiendas que si no roban el equivalente a cincuenta mil pesos, no serán castigados, aunque dañen el patrimonio ganado con mucho esfuerzo de sus víctimas.
El error de suspender una obra aeroportuaria bien definida para apoyar los intereses de un buen cuate y todavía la respuesta de una secretaria de estado que manda a un usuario de avión tras reclamar dicho cierre, a que vaya a la central camionera. Que desfachatez tan vulgar.
Las presencia del expresidente boliviano que saliendo de huida de su país por corrupto, para asilarse en nuestro país, viajar y vivir de gorra unas semanas mientras guarda buena parte de la economía de su pueblo en el banco del Vaticano; por fortuna no le gustaron el pozole y las enchiladas y se fue como las chachas a Argentina. Y que decir de los miles de migrantes cubanos, centroamericanos y africanos que entrando de ilegales y por la fuerza, una vez dentro del país, exigen buen trato y asistencia social mientras logran llegar al sueño americano, lo que no lograrán y mientras tanto inundan nuestras calles limosneando y convirtiéndose en un peligro al enrolarse en los grupos delictivos para sobrevivir.
Para poner el escenario más negro, la nueva ley impuesta por el SAT que acosará a quienes hagan uso de sus tarjetas de crédito y débito. En fin, que el año próximo no augura progreso ni beneficio a los mexicanos. Ojalá me equivoque pero mientras, al menos trate de disfrutar la noche de año nuevo deseando que no nos vaya peor de lo que ya estamos.