A últimas fechas parece que feminista se ha convertido en un adjetivo malo, peyorativo, agresivo o una ofensa. Hay quienes a modo de disculpa dicen “pues yo no estoy de acuerdo con la violencia contra las mujeres, pero es que las feministas son tan radicales” o algo parecido.
Ser feminista públicamente es algo similar a mostrar una faceta algo vergonzosa. El hecho es que cuando una mujer es agredida, a sus familiares lo que menos les importa es que los tachen de feministas, o a una madre con una hija desaparecida, o a los padres de una niña abusada sexualmente.
Quienes siguen criticando agriamente a las mujeres porque pintaron el monumento a los Niños Héroes seguramente no han tenido que pasar en sus familias por esas desgracias… o las desconocen.
Las mujeres jóvenes son las más dispuestas a participar en las protestas públicas porque saben también que son las más expuestas, que son el grupo poblacional más vulnerable. Que no está bien rayar los monumentos, bla, bla, bla, está bien. Pero pocos parecen notar que esa narrativa desvía del tema principal que es la violencia contra las mujeres, aunque las autoridades tampoco pueden ignorarlo, porque de pronto, en medio de ese antifeminismo ocurre el asesinato de Abril Pérez Sagaón en el que se puede ver claramente que en México la justicia no es ciega, sino que tiene unos anteojos bien graduados con dinero.
Se trata, sin lugar a dudas, de una muerte anunciada que la justicia mexicana ignoró. De una muerte que se pudo evitar y lo más lamentable es que mientras el caso de Abril Pérez se convirtió en conversación porque el exmarido fue alto ejecutivo de Amazon México, cientos de casos parecidos permanecen en el anonimato porque los involucrados no son famosos. Esos casos no llegan a los medios.
Lo que sí llegó a los medios fueron diversos anuncios alertando contra la violencia, porque entre el asesinato de Abril Pérez, lo viral que se volvió la canción de las mujeres chilenas “Hay un violador en tu camino” y el video de burla que hicieron de él algunos jugadores del América, con las consecuentes críticas que se ganaron en las redes, se va notando cada vez más el hartazgo político que produce ignorar las exigencias de las mujeres.
Yo soy feminista y lo digo con orgullo. En distintos momentos, en público y en privado, he podido decir que mi compañero de vida es el hombre más feminista que conozco. Porque el feminismo va de la intimidad de la casa a la vida pública, de asumir que el cuidado de los hijos es una tarea compartida que no consiste en que el hombre se encargue de la manutención y la mujer de bañarlos, hacer la comida, lavar la ropa, etc., sino de realmente dividir esas tareas. De una familia democrática se puede pasar a la exigencia de derechos de las mujeres de una manera más natural.
Cuando el discurso feminista o a favor de las mujeres está bien frente al micrófono, pero al llegar a la casa, la esposa, la madre o la hermana tienen la obligación de servirle la comida o la cena al varón, ese discurso no sirve, es falso y va a salir a flote en cualquier momento de la actuación pública.
Esto es lo que ocurre con los funcionarios del poder judicial. Con todo lo que pueda hacerle falta a las leyes mexicanas para brindar una verdadera protección a las mujeres, la perspectiva de género como criterio para brindar justicia sería suficiente para realmente ofrecerla, pero se trata todavía del gran ausente en el poder judicial.
Si como criterio general los jueces no ofrecieran la custodia al padre que la solicita sino que convocara a los dos padres para escuchar sus argumentos, muchas mujeres no estarían en litigios tortuosos y largos, y con el sufrimiento de no poder ver a sus hijos, sólo porque el padre tuvo los recursos económicos para pagar un abogado y se le adelantó a la madre para asestarle el peor golpe que es impedirle estar en contacto con sus hijos.
Si cuando las mujeres se deciden a denunciar, no fueran ignoradas, como lo fue Abril Pérez Sagaón y miles de mujeres, muchas de las cuales ya no pueden contar esa historia porque fueron asesinadas, también podríamos vivir más tranquilas.
En la canción de Las Tesis, el grupo chileno que creó “Un violador en tu camino” se incluye la siguiente frase “Duerme tranquila niña inocente / sin preocuparte del bandolero / que por tu sueño dulce y sonriente / vela tu amante carabinero”. La versión mexicana no podría ser igual, los representantes de los cuerpos policiacos no son, ni por asomo, los que velan por la seguridad de las mujeres. Por ahora, somos nosotras mismas y nuestras familias las únicas que lo hacemos. L@s feminist@s declarad@s o no.
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