Veracruz: amigo del gobernador y acosador sexual

* Rafael “N”, aprehendido por violencia de género  * El infierno de Yael Atzin  * Titular de Sedema lo solapó  * Cuatro diputados menos para Morena  * Coatza: 10 feminicidios y el alcalde sólo baila  * Tania: ni en sueños será alcaldesa  * Moches de 25% en la 4T  * Caballero: un desvío de recursos, según la ASF  * Alcalde, amigo del H, solía amenazar

MUSSIO CARDENAS ARELLANO

Publicada en mussiocardenas.com

27 de noviembre de 2019

Le gusta la insinuación, el asedio, hostigar desde el poder, vivir en la burbuja de impunidad, el confort y el cobijo de la 4T. Le gusta el ultraje, la invasión a la intimidad, mirar con lascivia, seguir a la chica, espiarla, apostarse cerca de su hogar, alterar su intimidad. Así Rafael “N”, el acosador sexual.

Hay otros casos más. Los identifica Rocío Villafuerte, abogada en temas tan espinosos como cruciales, ex jueza, amiga y adversaria de fidelistas y duartistas por igual, titular del Instituto Veracruzano de la Mujer.

Y así en palacio de gobierno y fuera de él, en la estructura de poder, entre el séquito de Cuitláhuac García, sus funcionarios, su broza, donde la piel de la mujeres es vista como carne de cañón. Y así en el Congreso de Veracruz, en alcaldías, en el Poder Judicial, en órganos autónomos.

Rafael “N” encarna la procacidad, el abuso, el atropello, la omisión, el disimulo, la impunidad hasta que fue insostenible y cayó.

Lo protegía la secretaria de Medio Ambiente, Rocío Pérez Pérez, una mujer improvisada en el servicio público, diputada por Cosoleacaque en 2016, trepada al carro de la 4T porque de esos despojos se nutre la corte del gobernador.

Rafael “N” fue secretario particular de Rocío Pérez, un peón sin jerarquía en la cadena de mando con fijaciones psiquiátricas, candidato al diván, obsesivo con las damas, con Yael Atzin en particular. Lo visto en él describe que la Cuarteada Transformación nació y se pudrió.

Once meses fue el terror de Yael. La asediaba en la oficina, en la calle, en su hogar. Vigilaba sus pasos, sus palabras, sus acciones. Insinuaba, ofendía con la inquina del sádico que se goza en el miedo, en la angustia de su víctima.

Once meses sintiéndose impune —siendo impune— y esgrimiendo un nombre que le sirvió para encubrir su conducta criminal: Cuitláhuac García, su amigo.

Su llegada a la Sedema, en diciembre de 2018, fue el inicio de la pesadilla de Yael Atzin. El rechazo de la joven acrecentó la obsesión. Ella negándose a ceder; Rafael “N” atizando la presión.

Seis meses después, el 27 de mayo, Yael Atzin interpuso denuncias. Una ante el Órgano Interno de Control de la Sedema; otras ante la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Violencia Contra la Familia, Mujeres, Niñas y Niños y de Trata de Personas, la Comisión Estatal de Derechos Humanos y el Instituto Veracruzano de la Mujer.

A los testigos del asedio, las voces que respaldaron la queja de Yael Atzin, los echó. Una vez rendida su declaración, los embistió. A Edgar Javier León Díaz lo cesaron el 10 de octubre.

Hay un protocolo que establece la separación del cargo o su remoción a un área donde no tenga contacto con la víctima mientras se dilucida, pero la secretaria Rocío Pérez lo mantuvo a su lado.

Sobre ellos se desató una guerra mediática, obuses en columnas y notas periodísticas, comentarios en redes sociales llenándolos de lodo, cuestionando su solvencia moral.

Así hasta que el 11 de octubre Yael Atzin reveló su infierno, su dolor, la angustia de estar en manos de un enfermo mental, el riesgo a morir.

Sus palabras describen su infierno:

“He gritado en todos lados que se atienda esta situación. El secretario particular me ha dicho que es amigo íntimo del gobernador y bajo esa bandera me amedrenta y me violenta.

“El día de ayer y derivado de la situación de hostigamiento laboral y del acoso que vengo sufriendo, llegué al hospital con una crisis severa. ¿Por qué? Porque nadie me atiende, porque nadie me protege. Yo dudo mucho que el gobernador tenga amistades de esa calaña. Y el gobernador ha sido muy claro en cero tolerancia a la violencia en contra de las mujeres.

“¿Qué quieren, encontrarme en una bolsa, tirada?”

Once meses así, agraviada y sumida en el terror. Y su agresor gozando de las mieles de la Cuarta Putrefacción.

Para Yael Atzin se establecieron medidas de protección, incluida la salida de Rafael “N” de la Sedema. Pero siguió ahí.

Su cómplice inmediata fue la secretaria Rocío Pérez. Su encubridor a distancia fue el gobernador.

Así hasta que el huracán comenzó a golpear. El 18 de noviembre, la titular del Instituto Veracruzano de la Mujer, Rocío Villafuerte, reveló que ya se investigaba el caso, dejando claro que la competencia es de la Fiscalía.

Yael había denunciado que en la subcomisión creada para investigar su caso había dos integrantes que a la vez eran testigos de descargo de Rafael “N”. O sea, juez y parte. Y la secretaria de Medio Ambiente, Roció Pérez, le sugirió no ventilar más el tema en la prensa.

Tres días después, Rafael “N” cayó. Ni Cuitláhuac García ni Morena soportaron la presión. El peso del acoso sexual lacera al aparato político. Lo retrata como la cita bíblica: sepulcros blanqueados por fuera y putrefactos por dentro.

Rafael “N” paró en prisión. Once meses lo solapó Rocío Pérez. Once meses sin que el gobernador decidiera su remoción. Hasta que el agravio brincó a los medios de comunicación.

Y el escándalo atrapó al gobernador.

Otros dos casos los revela Rocío Villafuerte. Se tienen denuncias por hostigamiento a mujeres en secretarías del gobierno de Veracruz. Son competencia de la Fiscalía Especializada y habrán de caer en la esfera penal.

Hay uno más en la Universidad Veracruzana. Infame, un catedrático solía hostigar a las alumnas, presionarlas, llevarlas hasta el punto de irritación. Denunciado, exhibido, la UV aportó una solución inmoral. Decretó la suspensión de su actividad por un mes. Eso sí, sin goce de sueldo. Y que regrese a joder.

Y así el acoso sexual en la estructura de poder, en el Congreso estatal, en los órganos autónomos y alcaldías.

De todos, el más contundente y documentado se remite a Rafael “N”. Su víctima, Yael Atzin, lo enfrentó en diciembre de 2018, una vez que el secretario particular de la titular de Sedema asumió en cargo. Y sabiéndolo Rocío Pérez, conocido el acto criminal en los pasillos de palacio y oficinas de gobierno, el acosador tuvo el cobijo oficial.

Yael Atzin fue espiada, seguida, vigilada. Vio a su verdugo a metros de su hogar. Y nadie la escuchó.

Rafael “N” fue impune y sólo hubo alarma cuando la víctima habló de frente, abiertamente, su rostro, su nombre, su identidad conocida en la prensa. Y cimbró al aparato de poder.

Once meses así hasta que el amigo del gobernador cayó.

Archivo muerto

¿Tiene la fracción parlamentaria de Morena en el Congreso de Veracruz facultades para desacatar la expulsión de tres diputados del partido de López Obrador? Es pregunta. Tras la resolución de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia, quedan desafiliados José Magdaleno Rosales Torres, Jessica Ramírez Cisneros y Augusto Nahúm Álvarez Pellico, sus nombres borrados del padrón de militantes. Dos de ellos, Leno Rosales y Jessica Ramírez, diputados por Medellín y Minatitlán, fueron clave para impedir el juicio político al fiscal yunista, Jorge Winckler, al optar por la abstención. Leno increpó a Eric Cisneros, secretario de Gobierno de Veracruz, en su afán de imponer a Juan Javier Gómez Cazarín como líder de la fracción parlamentaria. Y acusó frente a la dirigente nacional, Yedickol Polenvsky, la cooptación de diputados, vía depósitos con tarjetas Saldazo. Leno y Jessica orbitan en torno al superdelegado del gobierno federal, Manuel Huerta Ladrón de Guevara. Luego ocho legisladores conformaron un grupo parlamentario de Morena alterno que finalmente, tras negociar, disolvieron. La ruptura, pues, es evidencia de la crisis que sacude a Morena. La expulsión de los tres diputados es el caos en la fracción parlamentaria morenista. Sin sus votos, y sin el de la diputada por el distrito de Mendoza, María Candelas Francisco Doce, que dejó la bancada de Morena y se adhirió al Grupo Del Lado Correcto de la Historia, jefaturado por Gonzalo Guízar Valladares, lograr mayoría calificada es imposible. Cuatro elementos se le fueron a Morena en dos semanas y ahora se ve a Gómez Cazarín abogando por quienes repudiaron su imposición. ¿Es atribución, pues, de la fracción parlamentaria desacatar la desafiliación de los tres diputados o sólo compete a los legisladores defender sus casos? Son votos clave. Sin ellos, el gobernador está perdido. Son votos que pronto se cotizarán en su máximo nivel… Nueva cifra: 10 feminicidios en Coatzacoalcos en lo que va de 2019 y la masacre no tiene fin. Casi alcanza a Xalapa, cuyo récord es de 11. Y al alcalde Víctor Carranza se le ve alegre, desentendido. Cada que puede baila, le saca lustre al zapato, se arroja al suelo, imita a la iguana. Otras, se embadurna el rostro hasta la exageración. Un guasón región 4T. Y Coatzacoalcos no se termina de cimbrar. Son 10 feminicidios y no tiene cómo parar. Su policía municipal, que es preventiva, sólo sirve para el motín y la extorsión… Víctima de un levantón, Carlos Guillermo García vive un infierno singular. Se lo llevó una célula criminal. Dialogaba con una mujer, presuntamente colombiana, cuando un comando los tomó. Se alertó su familia, sus amigos y el gremio de prensa, del que es miembro. Alzó la voz la Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos y la Comisión Estatal de Atención y Protección de Periodistas. Horas después, el director del periódico digital El Clarín, con sede en Nanchital, municipio situado en la margen derecha del río Coatzacoalcos, fue rescatado junto con la dama. Tres sujetos fueron aprehendidos por la Policía Estatal, Policía Federal, Guardia Nacional y Ejército. Entonces la historia dio un vuelco. Un video lo muestra vendado de los ojos y se escucha una voz. El tono corresponde a un interrogatorio policíaco. Carlos Guillermo dice ahí que vende droga, que supuestamente es chapulín, que trabaja para “La Viuda”. La mujer igual, que lo hace en paquetes sellados. Esa noche del viernes 22, una cuenta en redes sociales difundió el video; horas más tarde por lo menos tres portales informativos lo masacraron.  Sea como sea, así le resulte responsabilidad legal o no, sea un montaje, haya sido obligado a incriminarse, ¿quién filtró el video y con qué fin? La secrecía fue violada. La presunción de inocencia también. Se violó el debido proceso. Quizá ese fue el móvil. Hubo la intención de exhibir a Carlos Guillermo y la sospecha apunta a los elementos policíacos y militares que participaron en su rescate o al área judicial que tomó el caso. Mientras, el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, evade el tema. Dice que a instancias de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se le da protección y seguridad al periodista. La Secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía de Veracruz presumen el rescate. Eric Cisneros, secretario de Gobierno, confirma que Carlos Guillermo García está sujeto a investigación. Pero del video, sus implicaciones, la filtración para ser difundido, nada. Y ahí se contaminó el caso. Como cuando Javier Duarte habló del árbol que se sacudiría y caerían manzanas podridas. Y luego la sangre de los periodistas se derramó… Tan ilusionada que anda y Tania Cruz no será alcaldesa de Coatzacoalcos. Ni ella ni los hermanos Pintos, quizá Amado Cruz Malpica, quizá un empresario de la familia Diez, cualquiera iría por Morena pero no la diputada federal. Un año y medio en el Congreso federal y como si no existiera. Se recuerdan dos episodios en que alzó la cabeza: la fotografía portando la solicitud para reforzar la seguridad en Coatzacoalcos —que ya había tramitado la senadora panista Indira Rosales San Román— y el júbilo en su rostro cuando Morena perpetró el atraco a la mesa directiva, suponiendo que Porfirio Muñoz Ledo permanecería en la presidencia de la Cámara de Diputados arrebatando el cargo y que al final, maltrecho, vituperado, acusado de antidemócrata, declinó. Fuera de ahí, Tania es una nulidad. Sus más de 100 mil votos se los debe al Efecto López Obrador. Sin él, jamás habría alcanzado la diputación. Y así quería ser candidata de Morena a la presidencia municipal… ¿En cuanto se cotiza el moche por un contrato de obra federal en Veracruz? De 250 a 300 mil pesos de arranque y el 25 por ciento del monto total del contrato según se vayan liberando las estimaciones. Pero pregonan los cuatroteros que no son iguales. No, son peores… Vientos huracanados sobre Joaquín Caballero Rosiñol. Detecta la Auditoría Superior de la Federación un desvío de recursos y no tarda en pasar al terreno penal. Fondos federales destinados a obra pública fueron usados para cubrir el gasto de nómina en los últimos días en que el priista gobernó Coatzacoalcos. Irónicamente, el único que lo puede salvar es su sucesor Víctor Carranza y el cabildo actual. O sea, el que pregonaba que enviaría a las ratas a prisión. Y hasta colocó ratoneras a las puertas del palacio municipal. Dos años después, por cierto, ha solapado, encubierto, todo vestigio de corrupción… ¿Quién es ese ex alcalde sureño que solía invocar el nombre de Hernán Martínez Zavaleta, el ex jefe zeta, apodado Comandante H, y lanzar amenazas, presumir levantones, tableadas o mutilaciones a enemigos, y hasta a los amigos con los que llegó a discrepar? Un pareja infernal: el capo y su amigo el presidente municipal, el que le validó propiedades con documentación apócrifa que nunca aprobó el cabildo pero que aparece en el Congreso de Veracruz como acto consumado. “Dile a Hernán”, solía vomitar…

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