Plantas en el mar

by Nora Guerrero

Noviembre es un bello mes para mi. Es posible que sea porque se ‘avista’ ya, el fin de otro ciclo; de otra unidad de medida del tiempo, Ciclo regido por las estaciones y sus características, su clima, sus propias fiestas y celebraciones… Y su propia vegetación.

Hace unos días acudimos un puñado de ex condiscípulos de la secundaria a una reunión en el restaurante de mariscos de uno de ellos: Ramón Ferrari Pardiño. El encuentro fue en Boca del Río, el municipio colindante al Puerto de Veracruz que hace aproximadamente tres décadas inició su desarrollo en los ámbitos habitacional -grandes edificios y fraccionamientos-; en el comercial -grandes centros comerciales- y en la creación de amplios bulevares que dieron entrada a cadenas de hoteles de lujo y acceso despejado a las playas, que reciben gran número de bañistas turistas y locales, dando un nuevo rostro al bello municipio.

Pues ahí, al pie de una playa como éstas, se desarrolló el encuentro de los amigos que nos conocimos púberes, casi adolescentes, la edad más trascendente del ser humano. De ahí la identificación, el arraigo, el reconocimiento…Recuerdo que la primera reunión se dio en 1980, a los diez años de haber egresado. En las terrazas de la casa de mis padres, cenamos, charlamos, contamos nuestras hazañas. Para entonces, la gran mayoría ya éramos profesionistas y algunos, ya habíamos formado nuestra propia familia. La segunda reunión tuvo una gran convocatoria, se realizó en el restaurante de Ramón, fue alrededor del año 2000 y algunos ya acunábamos nietos.

Han quedado atrás los “egos”, hemos logrado lo que queríamos hacer en la vida. Estamos satisfechos. Nuestro encuentro es como de hermanos, pero no deja de mencionarse quién era el ‘dolor de cabeza’ de quién. Hablamos de las minifaldas y de los amores imposibles; de los maestros que dejaron huella y de ¡cuán rápido pasa el tiempo!

Muchos años después nos reunimos en este mismo encantador lugar: Mariscos y plantas. Su vista es espectacular. Palmeras, almendros, uveros -uvas silvestres, de agua salada y hueso grande-, plantas habaneras que dan flores blancas, violetas y rojas en tiempo de frío. Hermosas flores blancas que abren todo el año, al rocío de la mañana. Una frontera verde, lomas de tierra que son el hábitat de los cangrejos, troncos de árboles que arroja mar, entre ellos, uno con forma de foca y otros que se utilizan como asientos. Este espacio verde en la arena, cuenta con sistema de riego y la presencia de grandes macetas de barro que lucen grandes palmas en forma de abanico. Por lo pronto, volveremos a este Paradise, el próximo diciembre. [email protected]

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