El último gobernador que rindió su informe de gobierno en el Teatro del Estado, en el siglo pasado, fue Dante Delgado Rannauro.
El cordobés (en realidad es nativo de Alvarado, pero de muy pequeño se lo llevaron a vivir a la ciudad de los 30 Caballeros) se trasladó en 1992 al actual recinto del Congreso del Estado, cuyo edificio construyó.
El cambio significó más que eso.
Dante acabó con una práctica de años en la que al gobernador en turno se le aclamaba casi como a un dios.
Los informes de gobierno eran un buen pretexto para una fiesta cívica política en la que el derroche económico no tenía límite.
Hasta entonces el gobernador se trasladaba a pie (creo que con algunas excepciones lo hizo en algún vehículo, o al menos un tramo) del Palacio de Gobierno hacia la sala grande del Teatro.
A lo largo del trayecto miles de veracruzanos, todos priistas (porque casi todos eran priistas), lo aclamaban. A su paso arrojaban confeti, serpentinas, agitaban “mechudos” de papel, hacían sonar un silbato ensordecedor que era alimentado por un cilindro de gas que llevaban los ferrocarrileros, sonaban matracas y cornetas, a lo que se sumaban grupos musicales ubicados estratégicamente y nunca, nunca faltaba unos estandartes de madera del SETSE fabricados para toda ocasión sostenidos por unos largos maderos para que sobresalieran y los viera el tlatoani a su paso para que supiera que las huestes de la maestra Acela Servín estaban con él.
Las vallas eran humanas. Miles de veracruzanos llegados de todo el Estado las formaban. Los provenientes de Pánuco y de Las Choapas, los extremos del norte y del sur de Veracruz, salían antes de la media noche del día anterior para llegar en la magrudaga del día siguiente a la capital del Estado.
En realidad era un día de fiesta y el jolgorio envolvía a todos los que le gustaba el jelengue político. Por supuesto, ese día, el del informe, se suspendían las clases en todo el Estado y la vida pública prácticamente se paralizaba porque los transportistas ponían sus camiones para el traslado de los acarreados de toda la geografía estatal a cambio de favores y concesiones y los taxistas, igual, ponían sus unidades para el traslado de periodistas e invitados especiales con el interés de que les dieran más juegos de placas.
La fiesta de entonces implicaba el gasto de miles, millones de pesos, ya que además a los invitados especiales se les trasladaba desde el aeropuerto de la ciudad de Veracruz hacia Xalapa en autobuses o camionetas de lujo (según el sapo era la pedrada) además de que se les daban habitaciones sin costo alguno en el entonces Hotel Xalapa cuyo gasto absorbía el Instituto de Pensiones del Estado. Lógicamente el restaurante así como el bar lo tenían abierto las 24 horas sin costo alguno (los verdaderamente especiales contaban con compañía femenina, no faltaba más).
Después del informe venía la comida, otro lujo más, porque estaba rociada con los vinos y los licores más caros, además de que a todos los invitados se les daban regalos que se les dejaban en sus hoteles o se les entregaban ya cuando se iban.
Fue Dante quien para sorpresa de todos, una vez que estuvo concluido el actual edificio del Congreso local y que el 12 de octubre de 1992 había inaugurado el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, acabó con todo aquello argumentando que el acto debía ser republicano (sin el dispendio que hasta entonces se acostumbraba) y en la “casa del pueblo” y ahí rindió su último informe.
Todo esto lo traigo a colación porque ahora nos están vendiendo la “novedad” de que por primera vez en la historia el gobernador Cuitláhuac García Jiménez rendirá su primer informe de gobierno, “abierto al público” en el Teatro del Estado el sábado 16 de noviembre a las once de la mañana. Lo que es no tener memoria histórica o desconocer la historia.
Quién sabe quién le vendió la idea al gobernador pero volver al viejo recinto es volver al pasado. ¿Sabrá Cuitláhuac que hará rememorar los informes de Murillo Vidal, de Hernández Ochoa, de Acosta Lagunes y de toda la ilustre clase política priista de aquellos tiempos?
Me extraña porque una de las divisas de los gobiernos de la Cuarta Transformación (4T) es la austeridad y qué caso tiene gastar en la sala grande del Teatro cuando está disponible el recinto del Congreso y sus amplios espacios en donde se puede colocar a quienes no quepan en la sala de sesiones del pleno.
Volvemos, pues, al siglo pasado, al inicio de los años noventa, nada cambiará con los actos del priismo cuando estaba en su esplendor pues ya se ha adelantado también que se esperaban invitados especiales, desde gobernadores pasando por senadores hasta diputados y alcaldes, a quienes, no podrá ser de otra manera, colocarán en el palco de honor o en las primeras filas preferentes y como siempre al pueblo lo mandarán a gayola, si no es que lo dejarán afuera para hacer bulto.
Los aviones en los que vengan los ilustres visitantes y que seguramente abarrotarán los aeropuertos Heriberto Jara de Veracruz y El Lencero de Emiliano Zapata darán vida de nuevo a aquellos viejos tiempos del PRI que todos pensamos que ya habían pasado a la historia.
Pero, finalmente, estamos en plena Cuarta Transformación. Seguramente tanto boato será compensado con la calidad del contenido del informe que nos cimbrará con los anuncios de grandes logros, de los altos niveles de seguridad, de la creación de empleos, de la disminución de los índices de desempleo, de las fuertes inversiones que han llegado, de los millones de turistas que han abarrotado el Estado, del fin del nepotismo, del abasto suficiente de medicamentos para los niños con cáncer, etcétera.
AMLO se pelea ahora con El País
¡Uf! El presidente Andrés Manuel López Obrador escaló sus críticas contra la prensa ahora con un medio extranjero como El País, de España.
El propio diario ibérico, que tiene una edición para América y una sección dedicada a México, dio cuenta ayer de que AMLO cargó contra el periódico tras ser cuestionado por su actitud hacia la prensa crítica.
El tabasqueño necesita serenarse. Cada vez abre más y más frentes. Ha llegado a grado tal que incluso ha arremetido contra un diario que fue o es su aliado: La Jornada.
En justicia debe decirse que al menos en Veracruz el gobernador Cuitláhuac García Jiménez se ha mostrado respetuoso de la prensa crítica, o en mi caso no he sido molestado por las opiniones que expreso.
Pero de todos modos creo que todos quienes hacemos periodismo con sentido crítico y profesional debemos estar conscientes que a falta de oposición política el único contrapeso al poder es el de la prensa.