Es una pena y vergüenza lo que está pasando en nuestro país, donde las mafias se han apoderado de nuestra patria y son los que mandan y ponen reglas a seguir y el que no las cumple, tiene sus días contados, como recién sucedió con la familia menonita que fueron asesinados sin piedad y con saña incluidos los niños.
Recuerdo las críticas que hacían a Calderón durante su mandato por llevar un número de muertos en su sexenio tras declarar la guerra a los narcos y mafiosos, número que se incrementó por mucho en el sexenio de Peña Nieto sin que nadie levantara la voz ni la crítica y cifras que recientemente han rebasado toda la estadística pasada.
Que se ha lamentado la muerte de esa familia y se dice que llevarán las investigaciones a fondo, aunque sabemos que en la realidad esa masacre quedará archivada y no se hará nada aun cuando se sepa quiénes fueron los autores materiales e intelectuales.
No es posible que ahora se perdone a delincuentes, que si uno roba menos de cincuenta mil pesos, no merece cárcel, lo que les da alas a los ladrones a sabiendas que haciendo el hurto un oficio, no recibirán castigo alguno y la víctima se quedará bailando en la loma y tragándose su coraje.
Poco se ha difundido la ley que absuelve a un ciudadano que al ver a un delincuente dentro de su casa, incluido cochera, patio o azotea, puede atacarlo incluso matarlo y eso no será considerado como un delito, toda vez que el dueño de la casa está defendiendo su patrimonio y la integridad de su familia, máxime que quien entra a un domicilio a robar, va dispuesto a todo y armado.
Ha sido criticado que en algunas poblaciones, han linchado a delincuentes capturados en flagrancia, sin embargo a la población no les queda otra opción para castigar a los delincuentes y sacar su coraje de tantos y tantos delitos que aunque se denuncien, quedan impunes y muchas veces sin averiguación previa.
Los derechos humanos, sabemos que protegen a los delincuentes sin importar las pérdidas ni las penurias de las víctimas; que los ministerios públicos tienen alteros de denuncias que se acumulan y terminan en el archivo muerto, cuando no elaboran mal los expedientes y eso les da la libertad inmediata a los malandros y jueces que los liberan por causas desconocidas o les otorgan un amparo.
Y para rematar, la tendencia de que los narcos y delincuentes son parte del pueblo y no merecen ser violentados, deja a la población expuesta a la extorsión, el robo, el cobro de piso, la amenaza y agresiones en una total indefensión.
Estamos empezando a vivir un estado sin ley, donde pequeños grupos se apropian de casetas de cobro, pseudo estudiantes roban camiones y secuestran choferes, queman propiedades y protestan a la vista de policía y milicia sin que nadie los detenga.
¿A dónde vamos a parar? Tal vez la única solución es hacerse justicia por propia mano mientras se pueda mientras la razón hace que se cambien las políticas de justicia.