Crece el desencanto, la decepción

Abrumado por la abundante información sobre la masacre revestida de barbarie contra miembros de la familia mormona Le Baron en los límites de los estados de Sonora y Chihuahua, noticia que conmocionó al mundo entero, me preguntaba anoche qué es peor para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la reacción del presidente norteamericano Donald Trump o la de Gael García Bernal, a lo que habría que sumar la molestia y el descontento de los miembros del Ejército nacional.

De más está decir el liderazgo del actor, quien explotó: “Dan ganas de clausurar el país a cada rato. Qué tristeza. Cada feminicidio, cada asesinato, cada injusticia en contra de niños y viejos. Terrible lo que sucedió ayer. Lo que sucede diario, carajo. Qué tristeza”.

Uno de los principales y más entusiastas promotores del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador mostró su desencanto con el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien reprochó: “Si no cambian el Gobierno y López Obrador de narrativa para asumir sus responsabilidades, ¿para qué chingados votamos por ustedes? Más vale que asuman por completo su responsabilidad y hagan lo imposible para que esto no suceda más”.

Me atrevo a afirmar, porque lo he venido escuchando en los sitios públicos de Xalapa –lo que bien podría tomarse como una muestra aleatoria– que la actitud del también director y productor mexicano conocido en todo el mundo refleja fielmente la decepción, el desencanto y el descontento de muchos que votaron por los candidatos de Morena pensando que, por fin, eran la solución a los ancestrales, grandes y graves problemas de México.

En junio pasado, otra famosa, Susana Zabaleta, mostró también su decepción. Al triunfo de AMLO ella había lanzado las campanas al vuelo declarando: “Yo creo que a la cultura nos va a ayudar  muchísimo y ahora sí hay lana por fin, después de no sé cuántos miles de sexenios. Ahora sí hay lana para la cultura… ¡Vete a volar Gaviota!” (esto último en clara referencia a la entonces esposa del entonces presidente Enrique Peña Nieto).

Sus palabras se las recordó el columnista Sergio Sarmiento en el diario Reforma y ella no tuvo empacho en reconocer que se había equivocado. El 17 de junio escribió en su cuenta de Twitter: “Mi querido @SergioSarmiento, tristemente sí me equivoqué. Perdón por mi estúpida esperanza y por pensar en un México que todos queríamos; lo sé, es decepcionante”.

Pero volviendo al tema inicial, si Gael encarna el desencanto, que golpea ya al gobierno de López Obrador, lo que afectará, si no es que  ya le está afectando, la confianza y credibilidad en su gobierno, la ayuda revestida de aparente buena fe que le ofreció ayer el presidente Trump para “limpiar a los cárteles” puede significar exactamente eso, una verdadera ayuda, pero también una advertencia y hasta una amenaza.

“Monstruos” llamó el güero a los criminales que masacraron a tres mujeres y seis niños mormones y dejaron heridos a otros más, todos indefensos, un calificativo que seguramente todos compartimos, algo que no suena fuerte por la bestialidad con la que actuaron todavía incinerando los cadáveres, pero con gran decepción el presidente de México no se atrevió a usar ningún calificativo para reprobar los hechos.

En plena mañanera agarró a López Obrador el tuit de Trump: “Una maravillosa familia y amigos de Utah quedaron atrapados entre dos malvados cárteles de la droga, que se disparaban el uno al otro, con el resultado de que muchos grandes estadounidenses fueron asesinados, incluidos niños pequeños, y algunos desaparecidos. Si México necesita o solicita ayuda en la limpieza de estos monstruos, Estados Unidos está listo, dispuesto y capaz de involucrarse y hacer el trabajo de manera rápida y efectiva. El gran nuevo presidente de México ha trabajado sobre este gran problema, pero los cárteles se han vuelto tan grandes y poderosos que a veces se necesita un ejército para derrotar a un ejército!”.

Si el Ejército mexicano ya está muy lastimado luego de lo ocurrido en Culiacán, el texto del presidente norteamericano lo viene a demoler más. Dio a entender que los cárteles son más grandes y poderosos como un ejército con el que no puede el gobierno mexicano y por eso ofrece su ayuda; esto es, porque el Ejército no puede. La molestia de los comandantes y soldados mexicanos es porque, como afirman, les tiene atadas las manos el presidente quien sigue proclamando su abrazos no balazos.

El diario español El País interpretó el mensaje de Trump como presión del presidente gringo sobre su homólogo mexicano porque las víctimas también tenían la nacionalidad norteamericana, y el “brutal asesinato”, dijo, abrió un nuevo frente en la relación de México y Estados Unidos.

Para el más influyente diario en el mundo de habla hispana, la masacre “despertó al peor de los fantasmas de México: Donald Trump”.  “Este es el momento para que México, con la ayuda de Estados Unidos, libere la guerra a los carteles de la droga y los borre de la faz de la tierra. ¡Simplemente esperamos una llamada de su nuevo gran presidente”, escribió el presidente del vecino país del norte. López Obrador rechazó la ayuda.

“De esta forma, la presión de Trump ya no solo va dirigida a contener la migración, especialmente centroamericana. La reacción del presidente de Estados Unidos pone a México además ante un dilema, abrazar la estrategia de la confrontación al crimen organizado, practicada en los Gobiernos de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, o profundizar en su apuesta por un camino distinto, aún sin aclarar”, consideró el diario, que remató que la realidad “ha puesto al descubierto las carencias de la estrategia de seguridad del mandatario mexicano, si es que la hubiese, pues nunca ha llegado a aclarar en qué consiste”. No está lejos de lo que visualiza un gran sector de la población mexicana.

Como para confirmar la presión norteamericana, el senador Tom Cotton, aliado de Trump y mencionado en la prensa de aquel país como eventual candidato a dirigir la CIA o el Departamento de Defensa, calificó la consigna de “abrazos no balazos” como un “cuento de hadas para niños”.

Lo más sorprendente es que las bancadas de ¡Morena!, el PRI, el PAN y el PRD en el Senado consideraron que es aceptable la ayuda de Estados Unidos para combatir el crimen organizado en el país. El diario Milenio recogió los testimonios en ese sentido de Ricardo Monreal, Jorge Carlos Ramírez Marín, Julen Rementería y Miguel Ángel Mancera.

Seguramente las víctimas que han sobrevivido al infierno que vivimos y los familiares de las víctimas ya desaparecidas también estarán de acuerdo en recibir la ayuda, o por lo menos han de aprobar la presión norteamericana porque, es triste reconocerlo, es seguro que funcione para que AMLO haga algo efectivo, sobre todo porque esta vez los muertos son también de otra nacionalidad. Si hubieran sido solo mexicanos hubieran pasado a formar parte de las estadísticas y caer pronto en el olvido.

 

 

 

 

 

 

 

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