Lavar las culpas del poder

En abril de 2016 se dio a conocer información de grandes figuras que utilizaban empresas fuera de su territorio como fachada para lograr la evasión de impuestos. El caso fue un escándalo internacional que hizo declarar a Presidentes de diversas naciones sobre cómo las acciones de los involucrados derivaban en evasiones fiscales o incluso el respaldo de bienes de aquellos inmiscuidos en redes criminales.

La investigación fue bautizada bajo el nombre de “Panama Papers” debido a que el paraíso fiscal que conectaba todo tenía su principal sede en dicho país, operado por la firma de abogados  Mossack Fonseca. Dicha Investigación también ocasionó que algunos dirigentes tuvieran que renunciar a sus puestos y que en algunos países se hiciera una modificación urgente de la ley pues aunque todo era un escándalo realmente no había algo ilegal detrás. Incluso el entonces Presidente de Estados Unidos, Barack Obama declaró que el mayor problema era que todo era legal y que realmente se estaban aprovechando del sistema.

Con el tiempo, las culpas pasaron al olvido, los abogados fundadores de Mossack Fonseca siguen en investigación pero fueron liberados después de unos meses. Ahora han pasado tres años y la investigación regresa en forma de entretenimiento, pero no es para hacernos reír, sino para recordarnos que aún existen empresas dedicadas a ese tipo de actividades. El filme de nombre “La lavandería” y dirigido por Steven Soderbergh, llega para remover un poco de la historia y sobre todo para entender con mayor claridad el eje del mundo, el poder.

A través del filme se puede vislumbrar que si bien hay casos de clara corrupción como Panama Papers en los cuáles se señala a grandes figuras, empresarios, políticos y celebridades de mayor poder adquisitivo al común de la gente, al final los principales afectados no son aquellos envueltos en el escándalo, sino quienes terminan defraudados por el sistema, es decir, la población común, esa misma que con facilidad olvidó lo ocurrido en 2016 porque nada tenía que ver con ellos.

Quizás por eso vale la pena vislumbrar esta película para entender que aquellos que nos sentimos ajenos somos los más vulnerables ante este tipo de estafas que, desgraciadamente son legales. Y sugiero vean la película lo más pronto posible pues ya tiene encima una demanda por parte de Ramón Fonseca y  Jürgen Mossack, fundadores del reconocido y ya extinto despacho, debido a la difamación que ellos consideran reciben a través de la producción audiovisual. Además, de acuerdo a sus abogados, la existencia de dicha película puede alterar los procesos de juicio en los que aún se encuentran involucrados.

 

De momento me atrevo a afirmar que el filme demuestra una realidad, ellos eran sólo uno de tantos despachos que ofrecían estos servicios, todo lo que el despacho realizaba era legal, mas no significa que fuera algo correcto, sin embargo el principal problema está detrás de la ambición excesiva, de la falta de escrúpulos de aquellos que acumulan mayores bienes y poder a costa de los más vulnerables. “La lavandería” es sólo un recordatorio de acciones que siguen ocurriendo frente a nosotros, es una explicación clara para entender casos como “La estafa maestra” o la manera de prosperar que ha utilizado el crimen organizado.

Si bien el recordatorio se disfraza de entretenimiento, deberíamos practicar ese entendimiento de los hechos cotidianos con mayor frecuencia, pues de ello dependerá que tomemos mejores decisiones en nuestro actuar y a la hora de seleccionar quiénes serán nuestros líderes, porque muchos de ellos terminan por lavar sus culpas al ritmo que lavan el dinero, pero las manchas de los daños y heridas prevalecen en los afectados.

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