Algunas cosas sí han cambiado, o están cambiando, en la forma de hacer política administrativa con los estados en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
De ello es clara muestra la fotografía del martes pasado donde se le ve reunido en un salón del Palacio Nacional con los delegados de Programas Integrales de Desarrollo en las entidades del país, antes conocidos como delegados federales.
En una de las gráficas (para aterrizar mi comentario en el Estado, que es lo que me interesa) se ve a cinco sillas a su derecha de una larga mesa al conocido como el súper delegado Manuel Huerta.
Hasta el sexenio pasado era impensable que un presidente recibiera en el Palacio Nacional a un delegado de cualquier Estado y menos que se reuniera a trabajar con todos ellos. Los únicos que tenían ese privilegio eran los secretarios de despacho y algunas veces los gobernadores, cuando era necesario.
En la reunión del martes no estuvieron ni unos ni otros. Se acabó la estructura piramidal de jerarquías y AMLO decidió ensanchar la base en la que se apoya en los estados con sus operadores directos, los hombres en los que confía para hacer reales y efectivos sus programas sociales.
El hecho de que a Huerta no lo hayan relegado hasta el último rincón de la mesa sino que lo hayan colocado relativamente cerca del presidente tiene una lectura política: muestra la jerarquía que tiene y la importancia que le dan a Veracruz, pero también refleja su cercanía con el jefe político de la nación.
Ya se sabe cómo se maneja el protocolo en la organización de ese tipo de reuniones: se revisan nombres y se otorgan lugares, es decir, no llegan los participantes y se sientan donde quieren. No fue casual, pues, que al delegado de Veracruz le dieran un sitio preferente.
Al presidente le interesa mucho Veracruz, está preocupado por Veracruz. Hoy se sabe que no está ni confiado ni atenido a lo que hagan el gobernador y los presidentes municipales de su partido. Él personalmente dispone y supervisa y opera a través de personas en quien confía.
Eso explica porqué la subsecretaria de Bienestar (antes Sedesol), Ariadna Montiel Reyes, ha venido ya en dos ocasiones en este mismo mes al Estado y no se ha reunido ni ha encabezado un acto con el gobernador Cuitláhuac García Jiménez sino que se ha limitado a su trabajo en la esfera federal: comprobar que Manuel Huerta está haciendo su trabajo, de lo que solo ha dado cuenta a la secretaria del ramo y al presidente.
Han cambiado las cosas, pues. Antes había delegados federales por cada dependencia y el de Gobernación coordinaba a todos, y cuando iban al altiplano, con el más alto funcionario con el que se reunían era con el titular de la Secretaría respectiva para una reunión de trabajo. Muchos eran recomendados del gobernador en turno y otros amigos de funcionarios federales. Ahora solo hay uno nombrado directamente por el presidente y ante él responden y con él se reúnen en Palacio Nacional, ya no los gobernadores.
Las dos últimas veces que el gobernador del Estado ha estado en el Palacio Nacional ha sido, una porque lo mandó traer la secretaria de Gobernación y otra porque asistió a una reunión con empresarios y representantes de dependencias federales, junta que le armó César Yañez Centeno.
A Yañez lo conocen ahora en el gabinete federal como “El Fantasma” porque luego de que pintaba para ser uno de los funcionarios más fuertes en el gobierno de AMLO, tras su boda fifí de escándalo en Puebla, que le valió muchas críticas al tabasqueño, al final le dieron solo el cargo de Coordinador General de Política y Gobierno y nomás no se ve. Él es quien recibe al gobernador de Veracruz cuando este va y en su oficina se realizó la reunión a la que me refiero en el párrafo anterior.
Manuel Huerta, pues, goza de la cercanía y de la confianza del presidente y es el único responsable de los Programas Integrales de Desarrollo, de los programas federales en el Estado, en los que la administración estatal no toca ni baranda. Él es el verdadero equilibrio al gobierno cuitlahuista y tal vez tiene tanto o más poder que el propio gobernador por los programas que maneja. Sobre todo tiene la confianza del presidente. Pero se maneja con muy bajo perfil.
Veracruz tiene características políticas especiales y quiero creer que el presidente le está apostando todo ya no a lo que hagan el gobernador y su administración sino a fortalecer su gobierno con los programas sociales entre el pueblo. En la estructura federal hablan, repiten, machacan con “el pueblo”; que todos sus logros los van a tener con “el pueblo”. Lo dicen en serio, lo creen. Acostumbrados como estábamos –o al menos yo– a escuchar a los políticos priistas a hablar del “pueblo” demagógicamente, como que hasta duda uno cuando los escucha.
Me ha estado llamando la atención que cuando les pregunto por el gobernador, prefieren no decir nada de él, ni bueno ni malo aunque a veces por sus gestos parecieran decir que de él mejor ni hablar.
Pero así como no hablan de él pareciera que no les interesa lo que haga o deje de hacer y que lo único que les importa es lo que ordena el presidente.
Esta nueva tendencia parece apuntar a un muy fuerte centralismo en la toma de decisiones y a la irrelevancia política de las figuras locales, con la excepción de Manuel Huerta por las características especiales de la encomienda que tiene y porque, al menos por ahora, es el único que tiene acceso al Palacio Nacional y al propio presidente.
Me queda claro que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, aunque le pudo haber tocado a otro cualquiera, ya no tiene ni tendrá los fuertes apoyos de que gozaron antecesores suyos cuando el presidente era de su propio partido, apoyos que además sirvieron para hacer muchos negocios y enriquecer a muchos. AMLO concentra ahora todo y lo supervisa personalmente. Al menos, ahí sí se nota el cambio.
Lista terna para cambio en el PAN
En el PAN están a la espera de que se resuelva la impugnación al triunfo de Joaquín Guzmán Avilés como nuevo dirigente estatal para hacer el cambio de coordinador de su bancada en el Congreso local. La terna del que saldrá el sustituto de Sergio Hernández la integran Bingen Rementería, Omar Miranda y Rodrigo García.
Lo que sí es seguro es que una vez que ratifiquen a Guzmán una de sus primeras acciones será hacer el cambio.
Preocupa al gobierno de Trump lo de Culiacán
El Universal tenía anoche la nota de que el gobierno de Donald Trump no prevé que México progrese en su combate contra el crimen organizado a menos que los niveles “más altos” del gobierno mexicano demuestren un compromiso político.
Rich Glenn, subsecretario de Estado adjunto para asuntos de narcotráfico internacional señaló en una audiencia de la Cámara de Representantes que habrá progreso cuando se desarrolle y comparta una estrategia integral, o sea, no creen en lo de fuchi guácala, abrazos no balazos y que acusen a los sicarios con su mamá.
Sobre lo sucedido en Culiacán, Glenn dijo que les “resulta muy preocupante”. No solo a ellos. Este jueves se cumple ya una semana de lo ocurrido y no pueden bajarle el volumen al tema.