México vivió un jueves rojo, así lo reportaron medios nacionales e internacionales, en los que los titulares hablaban de cómo nuestro gobierno atrapó y liberó a uno de los hijos del capo más famoso. El hecho tuvo varias interpretaciones, por un lado especialistas determinaron que fue una acción fallida que evidenciaba la falta de estrategia del gobierno mexicano, por otra parte el Presidente arremetió contra aquellos que se atrevían a juzgarle y como ya es costumbre los tachó de detractores y conservadores.
Sin embargo estos no son momentos de dar la espalda al Presidente, en eso tiene razón Marcelo Ebrard. Son tiempos de hacer ver a nuestro mandatario su error, la falta de estrategia que se evidencia no sólo en lo ocurrido en Culiacán si no en todos los sucesos que atentan contra la seguridad de los mexicanos. En efecto gobiernos anteriores han fallado haciendo de nuestro país un cementerio, pero sus acciones tampoco han disminuido los atentados y el número de muertes, porque desgraciadamente con acciones como la del jueves queda claro que no existe control ni mando.
Este es un momento de hacer ver al Presidente que no somos expertos en seguridad, pero sí en padecer la falta de la misma, sin duda las vidas van primero y quizás ello impulsó su decisión de liberación de Ovidio Guzmán para evitar un mayor enfrentamiento, pero el problema comienza desde antes, al no dimensionar las posibles consecuencias de un operativo fallido, porque en ello también tiene razón Alfonso Durazo, fue un operativo lo que salió mal, pero también han salido mal las investigaciones respecto a los atentados como el de Coatzacoalcos, ha fallado la seguridad en Guerrero, en Michoacán, Tamaulipas y otros estados, mismos que sin importar cuál es el partido que los gobierne requieren con urgencia de inteligencia y seguridad federal.
¿Por qué llegamos a este punto? Porque no queremos reconocer que no existen estrategias, que en el afán de creer en la buena voluntad de las personas la inseguridad está rebasando al Estado Mexicano. No soy especialista en estrategias nacionales para poder exigir renuncias de quien desempeña un puesto, pero sí lo soy en estrategias de imagen y cualquier asesor recomendaría al Presidente cambiar su plan cuando en repetidas ocasiones se demuestra que las implementadas no están funcionando.
Cualquier escenario propuesto es alarmante, por un lado especialistas e investigadores señalan que el error está en el desmantelamiento de instituciones que tenían la inteligencia para atender este tipo de situaciones, por otra parte el Secretario de Seguridad Pública declaró que el problema fue un actuar apresurado donde no existía la aprobación superior para realizar el operativo. Lo anterior denota en ambos puntos falta de control.
No hay duda de que la decisión final de liberar al capo fue lo necesario ante los eventos presentados, en eso ha de coincidir todo México, las vidas van siempre primero y más cuando se trata de las vidas de ciudadanos inocentes. Lamentablemente estas acciones junto con el respaldo a otro tipo de protestas solo muestran que el camino es generar caos, por ello aun cuando las causas son justas, la gente ya no busca el diálogo porque hace mucho dejaron de creer en él. Si bien la decisión más criticada a nivel internacional fue necesaria, no deja de interpretarse como uno de los errores más grandes del actual gobierno, que no sólo tendrá repercusiones en la seguridad nacional, sino también en los mercados.
Aquellos que piensen que Culiacán está lejos y lo ocurrido no les afecta están muy equivocados pues la seguridad en el país nos incumbe a todos sin importar en qué Estado se presenten los incidentes, cada acción en la que se daña la imagen presidencial o se ve afectada la opinión internacional sobre nuestro país repercute de forma negativa en nuestra economía.
La solución a esta problemática solo la tienen los expertos, mismos que habrán de considerar los resultados mostrados hasta el momento bajo un actuar de hermandad y amor a un prójimo que no necesariamente responde igual, un actuar en el que si bien hay tranquilidad espiritual en sus gobernantes no la hay en sus gobernados. Ahora es momento de aprender de los errores, dejar de lado las culpas y de inmediato pensar en implementar soluciones. La estrategia ha de cambiar porque actualmente el cementerio continúa, quizás no se hizo más grande el jueves, pero no se ha evitado porque los muertos siguen incrementando.