Ya tenía redactada la columna para este viernes, sobre el tema Romero Deschamps, pero lo ocurrido anoche no es como para quedarse como si nada. A mí me dejó sin aliento. Me puse a redactar de nuevo lo siguiente:
Desde la tarde, como seguramente una gran cantidad de mexicanos y los medios del extranjero, estuve siguiendo los hechos violentos en Culiacán luego de la detención del joven Ovidio Guzmán López hijo de “El Chapo” Guzmán.
Para diarios como El País de España no estaba claro si lo habían detenido o no, pero la mayoría de los diarios de la Ciudad de México lo dieron por hecho y publicaron una fotografía que presuntamente le tomaron luego de ser aprehendido. El Universal publicó que el propio secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, había confirmado la detención.
Por la noche, en conferencia de prensa, el jefe policiaco informó que en efecto lo habían localizado en un fraccionamiento de Culiacán, pero se cuidó de no decir si estaba detenido.
Poco antes de las ocho de la noche me llegó un texto que una fuente había recibido de la Ciudad de México pero que no vi en ningún medio: “La cosa es más grave. Los sicarios tienen detenidos a más de 300 soldados y familiares. Los metieron en camiones de mudanzas y si no les dan el cuerpo (sic, se supone que se referían al detenido) los van a volar con explosivos”.
No lo creí pero de todos modos lo tomé con reservas. El texto se lo compartí a un alto funcionario de seguridad de la Ciudad de México que se acababa de comunicar conmigo y por su reacción me percaté que no estaba enterado si era cierto. “Espero que no sea verdad”, se limitó a responderme. Yo también desée lo mismo.
Pero ya estaba a punto de despachar la columna que tenía prevista previamente cuando me llegó el tuit del columnista Ricardo Alemán: “Me dice una fuente de la @SEDENAmx que por órdenes de @lopezobrador, militares habrían dejado libre al hijo de El Chapo, a cambio de que los sicarios no hicieran matanza en la Zona Militar! De confirmarse estaríamos ante la muerte del Estado y nacimiento de un narco estado!!!”.
Algo hay de cierto entonces en lo que me enviaron, me dije. Y resultó cierto.
Cerca de la diez de la noche se confirmó que Ovidio sí había sido hallado pero luego liberado para resguardar a la ciudadanía ante acciones del crimen, según fuentes oficiales citadas por el diario Reforma.
En conferencia de prensa, Durazo, acompañado de mandos militares, de la Guardia Nacional y del Centro Nacional de Inteligencia, en una declaración poco clara dijo:
“Con el propósito de salvaguardar el bien superior de la integridad y tranquilidad de la sociedad culiacanense, los funcionarios del gabinete de seguridad acordamos suspender dichas acciones, igualmente tomamos la decisión de trasladarnos a la ciudad de Culiacán para conducir las acciones correspondientes”.
Anoche conforme pasaban los minutos todos los medios, incluyendo los internacionales, aunque con distintas versiones, confirmaban la liberación. Algunos adelantaban que este viernes en su conferencia mañanera el presidente abordará el tema y dará información.
La de ayer fue una batalla propia de un escenario de guerra nunca antes vista en el país. Ganó la delincuencia organizada. Perdió el Gobierno de México. Los mexicanos estamos a merced del crimen organizado, que ya le tomó la medida al gobierno. Ayer fue Culiacán, Sinaloa, hoy o mañana puede ser en cualquier otro lugar del país. De la agresión física a soldados ahora se pasó a doblegar al propio gobierno.
Anoche medios de la Ciudad de México seguían informando que tras las balaceras, la detención y la liberación de Guzmán López, los enfrentamientos y las balaceras continuaban seis horas después. La delincuencia se engalló, y cómo no, ante un gobierno que decidió bajar la guardia y doblar las manos.