“La injuria deshonra a quien la infiere no a quien la recibe.” – Diogenes.
La orden de aprehensión contra ex funcionarios públicos de la pasada administración no es de extrañarle a nadie en estos tiempos de la Cuarta Transformación.
Sabido es la proclividad de esta nueva clase política por practicar la antropofagia del opositor, como parte de una especie de rito, en el que la venganza lo mueve todo.
Saber que hoy el Gobierno Federal opera toda acción e instrucción que se ejecuta en la entidad, como resultado de la incapacidad para gobernar de quienes hoy se ostentan como funcionarios públicos estatales es evidente.
Pero al menos uno de estos funcionarios estatales, sabe que el detentar el poder lo puede hacer salir de la ignominia que hoy representa trabajar para el Gobierno de Cuitláhuac García.
Aprovechándose de eso y de la cercanía de al menos un par de oscuros personajes, el funcionario de primer nivel desde su silla poltrona, ejecuta acciones en el afán de seguir engatusando a su jefe el gobernador de Veracruz.
Este perverso personaje, hace y deshace a sus anchas, piensa que en el cocer y tejer fino con aguja capotera en el mundo de la política es lo mismo que zurcir sacos de azúcar de la región donde nació.
Quizá por ello, la ejecución de venganzas contra los funcionarios anteriores ha sido la manera más tosca de decir, miren quien es el que manda.
Es así como empleando la fuerza que le ha dado su encargo, impone, amedrenta, amenaza y hasta gritonea a diputados locales, como a reporteros y periodistas, a manera de mostrarles que el cavernícola más chingón del reino es el.
De esta manera el personaje ordenó ejecutar la acción de venganza contra quienes fueron funcionarios de la pasada administración con el objeto de comenzar la verdadera vendetta de quien lo tripula, el mismo que le dicta cómo hacer las cosas.
Resulta inexplicable como quien ha operado tan mal la política interior de la entidad, de repente, se convirtió de la noche a la mañana en todo un experto y consumado conocedor de los juegos tácticos de la política.
Lo cierto es que dos de sus colaboradores cercanos fueron en cierta forma muy cercanos al hoy reo ex gobernador de Veracruz, Javier “N”, uno al servicio de cierta dama, otro directamente cargando bolsas de basura repletas de millones de pesos del patio de la Secretaría de Finanzas y Planeación.
La infamia contra Clementina Guerrero García y esos tres ex funcionarios más obedecen a una jugada de tres bandas, de esas que solo sabe y dicta el regordete reo.
La razón, el no acceder a su soberana voluntad, al no permitir que el alcalde de Xalapa aceptara la negociación para solo recibir un porcentaje de los recursos que la Suprema Corte de Justicia de la Nación habría obligado al Gobierno Estatal a resarcir a los Ayuntamientos de Veracruz.
Y es que en tiempos de Duarte las arcas por participaciones federales y recursos etiquetados jamás llegaron a los municipios como parte de la famosa licuadora, y porque literalmente fueron desviados del propio erario.
La transparencia y verticalidad de Clementina provocó la ira del personaje al ver que su negocio se caía, pues a Xalapa, le correspondía descontarle una muy sustanciosa cantidad.
El coraje contenido, la afrenta de la Tesorera del Ayuntamiento de Xalapa, bien servía para mandar un mensaje, conmigo las cosas son a huevo o me conocerán.
Y mire que ya se le conoció.
Hoy muchos han salido a defender a la propia Tula, como de cariño le llaman sus amigos de años; increíble ha resultado que muchos otros han preferido darle la espalda.
Su calidad profesional y humana no son asunto que este en duda, lo cierto es que la infamia en su contra confirma que la 4T y sus seguidores, resultaron todo menos leales.
Al tiempo.
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