No, la culpa no es de la fiscal encargada. La Fiscalía General del Estado está sin dinero para operar. No tienen ni para la gasolina.
Ayer, personas vinculadas a los operativos de la Policía Ministerial, viejos conocidos míos de cuando yo era reportero y cubría la fuente policiaca, de confianza, pues, a temprana hora me hicieron llegar un mensaje.
“Amigo, buenos días. Te comentamos que están disparadísimos los secuestros. Crecen las cifras y no se resuelven”.
Me dijeron que muchos casos no se denuncian, pero que aun así está elevándose mucho la cifra y que no hay capacidad de respuesta.
“El personal es insuficiente, hay mucha falta de recursos materiales. Imagínate, no hay para viáticos, para gasolina, etc.”.
Agregaron a ello la llegada de nuevo personal sin experiencia, pero me insistieron en que lo más grave es la falta de recursos y de equipo.
No hay dinero, pues. Que se sepa, la situación no es privativa de la Fiscalía. De la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP) me han dicho lo mismo: que no tienen ni siquiera hojas para trabajar.
No llegan recursos económicos a las dependencias. ¿Qué le hacen, qué le han hecho al dinero presupuestado?
En noches pasadas, en un funeral, un exfuncionario se me acercó para decirme que le habían ofrecido un “negocio”, un contrato de una cantidad considerable pero a cambio de una “tajada”, de un “moche”.
“Me dijeron que me lo asignaban pero que el setenta de la comisión era para ellos porque necesitan dinero para el Tren Maya”. Dice que no aceptó.
Es solo su dicho. No me consta ni hay pruebas, aunque dan ganas de creerle.
Análisis: Falla plan A; AMLO, sin plan B
El miércoles pasado, Jorge Zepeda Patterson, periodista mexicano y articulista analista de El País, quien ha hecho análisis muy ponderados y a mi juicio hasta justificatorios de las intenciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, publicó un artículo que me llamó mucho la atención.
Para él, no está claro que el presidente López Obrador tenga un plan B pese a las crecientes dificultades que enfrenta en su primer año de gobierno.
Recuerda que uno de sus atributos a lo largo de su carrera política como opositor fue la fidelidad a sus razones, motivos, banderas y procedimientos, sin importar el escenario o la coyuntura.
“Su estricto apego al plan A es una impronta tanto de su personalidad como de su trayectoria”.
Pero apunta que, sin embargo, ahora que es responsable del gobierno difícilmente puede ignorar las insistentes señales de que algo se ha desviado en la trayectoria que él había esperado.
Analiza:
- La economía se va a quedar muy lejos del 2% de crecimiento en 2019 pese a su “me canso ganso” de hace unos meses.
- Las medidas en contra de la corrupción tampoco van a generar los enormes recursos económicos que requiere su ambiciosa política de subsidios y transferencias a los más necesitados.
- Las finanzas públicas se dirigen a un inexorable y preocupante déficit que no entraba en sus planes.
Apunta que el presidente estaba convencido de que su plan de austeridad, el fin de la corrupción, sus exhortos conciliadores y el deseo de hacer el bien y propiciar la justicia social provocarían la prosperidad de los mexicanos.
Afirma que no eran hipótesis ingenuas porque iban acompañadas de una serie de políticas de distribución y empleo dedicadas a fomentar el mercado interno y una batería de proyectos públicos para reactivar la producción de bienes básicos y energéticos.
No son alcanzables sus metas
Pero entonces menciona factores por los cuales no está sucediendo tal cosa, algunos de los cuales escapan a las propias posibilidades del gobierno: el efecto Trump, las guerras comerciales, el contexto internacional desfavorable, la incertidumbre que muestran la iniciativa privada y los mercados financieros ante las políticas oficiales, las medidas puntuales de política fiscal, gasto e inversión pública, que no han provocado los efectos multiplicadores deseados. “Todo lo contrario”.
Para él no escapa que prácticamente todos los días es interpelado por algún ciudadano que le echa en cara que los subsidios no están llegando, que la corrupción sigue vigente o que la situación económica no ha mejorado.
“Ignoro si también él está rodeado de personas empeñadas en pintarle un mundo de color de rosa, como era el caso de sus antecesores, pero por sus reacciones es evidente que sigue a la prensa crítica y que en las sesiones mañaneras con los reporteros continuamente se cuelan preguntas incómodas y datos contrastantes. La pregunta es ¿qué va a hacer López Obrador con esa parte de la realidad que ha resultado rejega : ¿ignorarla, pretender que no existe, aceptarla y quejarse de ella achacándola a sus adversarios, afrontarla y hacer ajustes para mejorarla?”.
Señala que en este momento es imposible saberlo.
“Estos días se dio a conocer que los índices de inversión se han desplomado y el consumo privado se encuentra estancado; en plata pura eso significa que la economía no va a crecer en el corto plazo”.
Expresa: “Con razón o sin ella, las metas del Gobierno de Andrés Manuel no son alcanzables para el primer tramo de su sexenio; tampoco se observan cambios en el entorno mundial que pudieran favorecer las sombrías perspectivas”.
“¿Hay posibilidades de un plan B?, desde luego, aunque la pregunta tendría que ser: ¿hay la voluntad política para hacer ajustes sustanciales al plan A? Quizá”.
Yo me entiendo con el dueño del circo: Pozos Castro
¡Uf! Ahora el presidente de la Mesa Directiva de la LXV Legislatura, José Manuel Pozos Castro, salió a desmentir al secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos.
Resulta que don Eric, quien insiste en asumir atribuciones que solo corresponden al gobernador, afirmó en días pasados que todavía no se enviaba al Congreso local la lista de candidatos a magistrados.
Pozos declaró ayer que ya tenía en su poder la lista pero que su trato es directo con el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, sin intermediarios (Isabel Ortega/AVC Noticias).
La más clara muestra del desorden que impera en el gobierno cuitlahuista.
El dengue, a la alza; ojalá y así estuviera la economía
Los casos de dengue ya llegaron a la cifra de 6 mil 655 casos y van rumbo a los 7 mil.
De acuerdo al Panorama Epidemiológico de Dengue, 2019, de la Secretaría de Salud federal, con información actualizada al 7 de octubre, Veracruz presenta la incidencia más alta de todo el país.
A estas alturas creo que ya no hay un veracruzano que no tenga un familiar, un amigo, un conocido o un compañero de trabajo que no haya sido atacado por la enfermedad.
Aunque últimamente han surgido defensores del gobierno que exculpan del problema a la Secretaría de Salud estatal y culpan a la población, lo cierto es que es responsabilidad del gobierno del Estado buscar solución al problema.
Pero hasta ahora no se ha visto una campaña en serio, en los medios, para tratar de sensibilizar a la población para que coadyuve.
Ayer el gobernador Cuitláhuac García dijo que el secretario del ramo, Roberto Ramos Alor, no da la cara a los reporteros porque “lo atosigan”. Cómo no va a ser si el señor niega la gravedad de la situación mientras que la Secretaría federal lo desmiente.