La delgada línea de la responsabilidad y el respeto

No se puede definir una temática cuando está ocurriendo tanto en el mundo, pero al final todo me lleva al mismo punto. ¿Qué estamos haciendo por evolucionar?, ¿cómo estamos respetando los derechos humanos? ¿cuán responsables somos de nuestros acciones? Mi recorrido temático comienza con el papel de las mujeres, de inmediato noto que mis notificaciones digitales se han inundado de noticias hablando de Greta Thunberg, algunas tienen que ver con su admirable discurso en la ONU, pero la gran mayoría son criticando su labor, señalándole como si fuera un demonio o un ente de manipulación, pero los peores comentarios llegan cuando no se habla de su temática o investigación.

Greta es una joven activista de 16 años y con tan sólo poner su nombre en el buscador podrán toparse toda serie de artículos, videos y comentarios de ella, tristemente gran parte de la información que encontrarán es de personas hablando sobre su cuerpo, sobre su mirada o su físico en general y por si lo anterior no fuese suficiente, un locutor en Brasil mencionó que lo que ella necesita es sexo. Este es el panorama general que enfrenta una mujer en el mundo. No tengo duda de que también los hombres pueden ser víctimas de comentarios semejantes, pero tampoco la tengo en que estadísticamente los ataques a su género serán menores.

El caso de Greta capta en particular mi atención porque no puedo entender que en nuestros tiempos exista quien discuta sobre su aspecto y no sobre su visión del mundo, después recuerdo que los noticieros constantemente hablan de lo que las mujeres traemos puesto y no de lo que hacemos y la sorpresa se desvanece. Ese mismo mundo es en el que una mujer no puede exigir que se despenalice el aborto porque la concepción moral de muchos nos ha enseñado que debemos ser virginales o maternales. Esa misma moralidad que hace que la gente se olvide del índice de abandono infantil pero que juzgue a todas las mujeres que en días recientes marcharon con pañuelos verdes, son los mismos que se escandalizan ante una pronta educación sexual pero que igualmente apoyan una cultura de hipersexualización infantil y callan ante los comentarios sexualizados a una joven como Greta Thunberg.

Respecto a los comentarios negativos hacia la activista es evidente cuál es el sitio erróneo, sin embargo hay otros temas donde la línea es cada vez más difusa, el aborto lo es, la violencia o vandalismo en las calles también, porque no se puede justificar por completo un punto u otro. En ocasiones las marchas son para exigir respeto a los derechos, pero últimamente estas expresiones han derivado en disturbios y daños hacia patrimonios públicos, los cuales hay quien los justifica en la rabia que ha generado la omisión. En lo anterior también existe un poco de razón.

Como sociedad hemos fallado, hemos sido irresponsables, queremos actuar sobre la violencia cuando afecta nuestras comodidades pero en rara ocasión trabajamos sobre los actos cuando atentan a los demás. Fue necesario el vandalismo en el metro, el ángel de independencia y otros monumentos para que los ojos del país notaran que las vidas pesan más. Porque previo a los detalles fuimos ciegos y sordos ante la infinidad de veces que la gente clamaba por su seguridad.

La misma ceguera hemos mantenido cuando de planificar una paternidad se trata, nos escandalizamos por marchas en favor del aborto y olvidamos que el problema no está en legalizarlo, sea o no legal seguirá ocurriendo, si lo que nos preocupa es la interrupción de embarazos debemos enfocar nuestras energías en la prevención de delitos sexuales, en brindar información sobre educación sexual y planificación familiar de manera oportuna. Constantemente buscamos erradicar los males según la incomodidad y no desde la raíz de los mismos. Dejemos de evadir nuestras responsabilidades y actuemos en cada uno de los problemas de forma oportuna, si queremos ver un entorno sin marchas cuidemos de la gente que las organiza.

 

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