El trasfondo político de los senadores del PAN

Va de revire.

Ayer, senadores del Partido Acción Nacional (PAN) informaron que iniciarán acciones para destituir al gobernador Cuitláhuac García Jiménez y a diputados locales, con el fin de evitar que siga la crisis constitucional en el Estado.

“Senadoras y senadores del PAN no permitiremos que en #Veracruz continúe la crisis constitucional que pone en riesgo al sistema de justicia. Hoy iniciamos acciones para destituir al gobernador y diputados. Veracruz es un estado fallido”, publicaron en su cuenta de Twitter muy temprano por la mañana.

Añadieron que “para restablecer el imperio de la ley, la normalidad democrática y la civilidad al estado, exploramos dos vías: 1) La desaparición de poderes 2) El juicio político #Veracruz merece vivir mejor, en legalidad y bienestar.”

Más tarde el senador Julen Rementería del Puerto secundó a sus compañeros. Publicó en su cuenta: “A partir de hoy, los senadores del PAN vamos por la desaparición de poderes en Veracruz o la destitución del gobernador @CuitlahuacGJ. Antes de que él o su grupo de legisladores locales amanezcan con ganas de destituir alcaldes, diputados y todo aquel que ose contradecirlos”.

La respuesta de Cuitláhuac no se hizo esperar.

Entrevistado en un acto en Boca del Río, respondió:  “Que lo hagan, yo no soy Yunes ni Duarte, que lo hagan yo no tengo cola que me pisen”. Agregó: “Que lo intenten, están libres, son libres de lo que ellos hacen”.

Cuando le preguntaron si tenía algún temor ante la advertencia de los legisladores panistas, expresó: “no por supuesto, nada, ninguna, no me voy a amparar y ellos están en su derecho”.

No, no van a lograr la destitución del gobernador, pero le van a complicar su permanencia en el cargo. Nuevamente, como en la destitución de Jorge Winckler, estamos ante un conflicto político, no legal.

Tiene razón el gobernador cuando afirma que no tiene “cola que le pisen”, pero no se da cuenta que no lo acusan (por lo menos hasta ahora) de corrupto, de ladrón ni de que esté desviando recursos, sino de que tiene sumido al Estado en una crisis constitucional. No le advierten que van a recurrir a la Fiscalía General de la República sino de que van a tratar de enjuiciarlo en el Congreso de la Unión.

El pleito escala al nivel nacional

Es de resaltarse que los conflictos de Cuitláhuac escalaron ya al nivel nacional, a las Cámaras de senadores y de diputados (en declaraciones, Julen informó que también en la Cámara de Diputados, harán la solicitud formal de juicio político este miércoles), donde el ruido que se hace llega hasta el Palacio Nacional y tiene una repercusión más fuerte por el eco que encuentra en los medios de cobertura nacional.

Los panistas no van a remover al gobernador, porque lo sostiene y lo sostendrá a toda costa el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero lo van a convertir en objeto de negociación política, que de todos modos va a incomodar al morenismo en ambas cámaras y quizás también en el Palacio Nacional.

Para empezar, el gobernador de Veracruz ya logró unir a los blanquiazules, quienes han conformado un frente común para combatirlo y es posible que sigan así para disputarle alcaldías y diputaciones locales en 2021 y la gubernatura, las senadurías y las diputaciones federales en 2024.

A la solicitud que hagan este miércoles no debe descartarse que se le sumen otras fuerzas como las del PRI, del PRD y de Movimiento Ciudadano para presionar y obligar a los grupos de Morena en ambas Cámaras a negociar para sacar adelante proyectos como el del Presupuesto de Egresos para 2020 máxime cuando pretenden recortes sustanciales que afectarán a todos.

O sea, van a vender caro su voto y, por ejemplo, los panistas pueden pedir que reinstalen a Winckler, o que le den una salida digna, o que lo dejen de perseguir, o que quiten a Juan Javier Gómez Cazarín de la Junta de Coordinación Política del Congreso local si quieren que estampen su firma.

Este, en lugar de actuar prudentemente, calificó “de risa” y de “disparate” el anuncio de los senadores panistas porque por su falta de experiencia no se da cuenta que el problema escaló y rebasa el ámbito del Estado, y que ya no solo se trata de los senadores y diputados de Veracruz sino de toda la bancada blanquiazul del país y que no es lo mismo negociar y ponerse de acuerdo con los diputados locales.

Veracruz, el único que pierde

Mientras no se sienten a negociar el gobernador y la cúpula blanquiazul y no establezcan las bases para llevar la fiesta  en paz, Veracruz seguirá siendo rehén de sus pleitos, como lo fue de las pugnas entre Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares, y luego entre este y Javier Duarte de Ochoa.

O sea, los únicos que salen perdiendo son Veracruz y los veracruzanos, que se debaten entre la inseguridad, la violencia, los feminicidios, el desempleo, la falta de inversiones y la creación de fuentes de trabajo, el dengue, ahora el sarampión, la falta de medicamentos en especial para los enfermos de cáncer, etcétera, etcétera.

Muera el mal gobierno, viejo grito de protesta

Ya como reportero, a principios de los años setenta del siglo pasado alcancé al gobernador Rafael Murillo Vidal, a su gobierno.

En aquella época, en el Diario de Xalapa tuve la inmensa fortuna de llegar a trabajar bajo las órdenes directas del entonces Subdirector del periódico, Froylán Flores Cancela.

El inolvidable Froy era un gran amigo y diría que hasta consejero de don Rafa; era un columnista influyente, tanto que algunos decían que era una especie de vicegobernador, lo que él nunca aceptó.

El periodista oriundo de Misantla, por lo mismo, tenía acceso directo, derecho de picaporte para entrar al despacho del gobernador. Fue un testigo directo de las decisiones del poder en la segunda mitad del siglo pasado.

Algunas veces llegaba de la oficina de Murillo Vidal y en corto platicaba a un pequeño grupo en la redacción del Diario lo que había escuchado o de lo que había sido testigo minutos antes.

Por ejemplo, vio y escuchó cómo una noche un grupo de porros y dizque militantes de izquierda fueron a pedir línea sobre qué sí y que no podían decir, gritar en una manifestación de protesta que tendría lugar al día siguiente.

Nos platicó que los vándalos de aquella época (eso eran aunque se hacían pasar por estudiantes; hoy muchos son gente, abogados “decentes”) ensayaron varios gritos de protesta hasta que el gobernador Murillo Vidal los paró y les dijo que se quedaran hasta “¡Muera el mal gobierno!”.

Eso fue lo más fuerte a lo que llegó el gobernador Cuitláhuac García Jiménez en su grito la noche del Grito del 15. Nada original. Me decepcionó y me hizo recordar la anécdota que narro y que desde entonces me empezó a enseñar cómo muchas protestas las arman desde el mismo Palacio de Gobierno, o sea que son pura farsa, así como a desconfiar de gobernantes y de dizque inconformes.

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