Es más de lo mismo.
Ayer un grupo de diputados locales separó temporalmente de su cargo al Fiscal General del Estado, Jorge Winckler Ortiz.
Al margen de todas las implicaciones y consecuencias legales del caso, se trató de un ajuste de cuentas con la administración anterior.
Le resultaba incómodo al nuevo gobierno, era la representación en persona de la corriente yunista que trató de evitar que el morenismo llegara al Palacio de Gobierno.
Peor para Winckler, esa corriente, a la que pertenece, llegó al insulto al ahora presidente López Obrador y ahora amenaza con “romperles la madre”.
Se dirá que se cayó en la ilegalidad, porque dentro de las atribuciones de la Diputación Permanente no está la de remover al fiscal, aunque se advierte que el morenismo se llevó meses buscando una rendija legal para tratar de justificar su acción.
En realidad, eso que hizo el gobierno cuitlahuista es lo mismo que hubiera hecho el gobierno yunista si se hubiera visto en circunstancias parecidas.
Es casi lo mismo que hizo para imponer al fiscal anticorrupción Marcos Even Torres Zamudio el 24 de julio de 2018 luego de cuatro intentos de votación, de que la terna solo la integraba él y con apenas 27 votos sin conseguir los de las dos terceras partes. Los diputados panistas que ayer protestaron, entonces apoyaron la irregularidad.
No hay buenos y malos, solo diferentes como personas, aunque ya en el actuar político son iguales, lo mismo y más de lo mismo.
Porque lo que menos se busca es garantizar la procuración de justicia. Ya me imagino la cara de sorpresa de los integrantes de la judicatura y de la propia Fiscalía cuando se enteraron a quien impusieron como fiscal.
Lo que al morenismo menos le importaba era buscar a un fiscal con toda la barba sino imponer a una incondicional suya que en su vida fue siquiera juez municipal o agente del ministerio público, ahora fiscalía.
La nueva “fiscal”, Verónica Hernández Giadáns, era empleada ¡del secretario de Gobierno!, Eric Cisneros, en la Dirección Jurídica.
Su “brillante” curriculum se limita a haber ocupado cargos menores en el ayuntamiento de Xalapa y ser notaria pública.
Quitaron a un icondicional, pues, para poner a otra incondicional, aunque al menos Winckler tenía experiencia jurídica.
Si ella era la que asesoraba a su jefe Cisneros y al propio gobernador Cuitláhuac García, ahora se entiende porqué tantos yerros al grado del ridículo.
Se supone que la Fiscalía es un órgano autónomo, aunque ya se puede adelantar que se manejará según lo que le dicten desde la Secretaría de Gobierno.
¿Es que acaso no había en la propia Fiscalía hombres y mujeres con experiencia de años capaces de estar al frente del órgano? ¿O en la Judicatura? ¿O en la Universidad Veracruzana?
Con la acción de ayer fracasó el diálogo, la negociación y el apego a la legalidad. Si se consolida el albazo, entonces ya nadie estará a salvo de ser algún día objeto del mismo proceder si estorba a los intereses del grupo en el poder.
No se podía esperar que Winckler terminara los siete años que le restaban, no cuando el propio presidente de la república se había venido ocupando de él, algo sin precedentes en la historia del Estado.
Pero no lo pudieron quitar por medio de recursos legales; ayer incluso el gobierno utilizó la fuerza pública para coronar con éxito su proceder.
Conocedores del Derecho a los que consulté me dijeron que la votación fue inconstitucional porque careció de motivación, o sea, de una falta grave para separar al fiscal, por lo que estuvo incausada.
“Pasan por alto los diputados que votaron que la Fiscalía es un órgano autónomo y se rije por su ley orgánica, y en esta ley se establece que las faltas temporales del fiscal serán cubiertas por el Visitador General”.
Efectos colaterales serán que ahora el Gobierno del Estado ya no tendrá a quién echarle la culpa de todos sus desatinos, sus omisiones, sus errores.
Se hizo famosa la frase “La culpa es del Fiscal” para tratar de justificar todo lo malo de la actual administración, incluso últimamente vendían con gran éxito comercial “utilitarios” (gorras, vasos, termos, llaveros, mandiles, etc.) con dicha frase.
Incluso a partir de ya no tendrán justificación para culparlo de la violencia que ahoga al Estado.
La destitución e imposición con el uso de la fuerza da pie a pensar que desde el gobierno morenista federal podrían actuar, ahora sí, contra el exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Sobre todo cuando tanto él como su hijo se muestran como las cabezas visibles de una de las campañas para tratar de hacerse con la dirigencia estatal del PAN como vía para llegar de nuevo a la gubernatura.
La salida de Winckler sería el desmembramiento de lo queda del yunismo y de que tampoco los van a dejar crecer políticamente, lo que beneficiaría a la corriente de Joaquín Guzmán Avilés, quien busca ser el nuevo dirigente del PAN.
Esta acción podría ser también una señal de que sostendrán en el ORFIS a Lorenzo Antonio Portilla Vásquez para que concluya las investigaciones contra la pasada administración, que sustenten las denuncias que seguramente presentarán.
La especie la reforzaría el hecho, contra la opinión de muchos, de haber aceptado su inscripción para buscar por otro periodo la titularidad del órgano.
El asalto ayer a la Fiscalía cuando nadie se lo esperaba no dio tiempo a Winckler a poner a buen recaudo los expedientes y toda la información que se tenga y que pueda comprometer al grupo yunista.
Cosas veredes, mío Cid, se dice en el Cantar de Mío Cid.
En un comunicado, ayer Winckler responsabilizó de su integridad y la de su familia tanto al gobernador Cuitláhuac García Jiménez como al propio presidente López Obrador. Consideró su remoción ilegal.