En breve e informal visita a Rosita y al maestro Rafael, como siempre, aprovechamos para charlar acerca de algunas costumbres de Ixhuacán, Veracruz, su pueblo. A través de los libros del Maestro, que a la sazón son cinco, he conocido de las costumbres de este hermoso municipio. He conocido de sus actividades productivas, de la manera en que celebran sus fechas significativas, de sus personajes y sus maestros, de sus plantas y flores, de sus canciones y juegos de los niños. En fin, de cómo a través del paso de los días se va construyendo la identidad y la cultura de una comunidad, que es lo que la hace única para cada uno de sus hijos.
Pues esta vez, me platicó de una bebida que llevó algún vendedor al pueblo a principios del siglo XX. La bebida se llamaba “Amarga”, proveniente del ‘Lúpulo’, una especie de cerveza, bebida refrescante para las épocas de calor. Era de las llamadas espirituosas y con el tiempo, don Sabino López Contreras y su esposa doña Ángela Vargas, abuelitos de Rosita, se quedaron con la venta. Se hicieron de un aparato especial que ponía corcholata a las botellas de vidrio y vendían las bebidas por docena. Tanto las “Amargas” como la zarzaparrilla.
El nombre botánico del Lúpulo es “Humulus lupulus”, una de las tres especies del género. La planta de la familia del cáñamo es de tallos ásperos, largos y trepadores. Sus hojas perennes rugosas y dentadas se parecen a las de la vid. Sus flores pequeñas pueden ser femeninas o masculinas y crecen en plantas separadas. Las femeninas son las que dan frutos, los cuales son cónicos, secos y con escamas de color marrón parecidos a las piñas. A esta planta, de la familia de las cannabáceas, también se le conoce con el nombre de “hombrecillo” u “hombrecito”. El lúpulo es originario de Europa, Asia occidental y Norteamérica, según datos del libro El Poder Medicinal de las Plantas, de Reinaldo Sosa Gómez y de la cultura y observación populares.
Ahora bien, lo que da el sabor amargo y refrescante a la bebida es el fino polvo de color amarillo que cubre al fruto del lúpulo por lo que, en Ixhuacán la bautizaron de tan singular modo: Amarga. Y no sólo el polvito, también los aceites naturales del lúpulo aportan amargor, aroma y sabor a la espirituosa bebida. Y para ser precisos, los de mayor cantidad de ácidos alfa proporcionan el amargor y los de menor cantidad de ácidos alfa, sabor y aroma.
Ese polvo que se obtiene del fruto del lúpulo, tiene también un uso diurético, ingiriéndolo por vía oral, con no más de un gramo diluido en agua, en toma nocturna. También ayuda en problemas digestivos, jaquecas y en el ámbito del sistema nervioso, trastornos del sueño, ansiedad, estrés y tensiones musculares. Estos usos ya son milenarios en países como México que tiene muy amplia experiencia en medicina natural y herbolaria, así como China y otros más.
Para quienes creíamos que la cerveza proviene exclusivamente del lúpulo, he de decirle que estábamos equivocados. La cerveza, en general, es casi tan legendaria como la humanidad misma y antiguamente se producía mediante la fermentación de cereales. Ahora que la cerveza de lúpulo, presuntamente tiene sus orígenes en el siglo VIII, siendo los bávaros los primeros en dar este uso al fruto de esta planta.
Estimados lector-lectora, sé que historias como ésta, se encuentran guardadas en la entraña de nuestros pueblos y en verdad, que vale mucho la pena conocerlas. Le invito a que si usted vivió o conoce alguna, nos la comparta. Nos enriquecerá el presente porque, de ese modo, enriquecemos nuestra identidad. ¡Quedan invitados!