Hagamos historia, III parte

Las puertas del gobierno morenista de pronto se cerraron; los funcionarios se encerraron en su propio silencio; ya no hubo excusas, pero tampoco razones y ni siquiera la mínima explicación válida que representara una expectativa de solución al problema de los proveedores agraviados por el mismo gobierno.

Le apostaron al cansancio de los empresarios; al desánimo; a la resignación; o al extremo de lo posible, a su desaparición. La arrogancia de sentir sus manos llenas de poder les hizo insensibles y perdieron el buen juicio, pero con su actitud dejaron caer la gota que derramó el vaso de la desesperación.

A las 10 am del 24 de abril 2019 los proveedores afiliados a Empresas SOS llegaron nuevamente al Palacio de Gobierno de Cuitláhuac, igual que el 16 de julio 2018 al de Yunes, buscando respuestas y soluciones al mismo problema de pagos que ha destruido cientos de empresas y ocasionado la pérdida de miles de empleos.

Se llegó nuevamente a la oficina del gobernador solicitando audiencia; se advirtió nuevamente de que no se saldría de ese lugar hasta ser atendidos y recibir una respuesta de solución.

El Subsecretario de Gobierno Carlos Juárez Gil y el Director General de Administración de Sefiplan atendieron al grupo y cerca de las 11 de la noche se logró un acuerdo que firmaron las partes, en el que se comprometieron a que se agilizarían los dictámenes de los expedientes de cada caso y se comenzaría el plan de pagos con 15 millones de inicio, a más tardar el 6 de mayo 2019.

Las siguientes dos semanas hubo alegría en el corazón de varios empresarios y empresarias que después de tanto, tanto tiempo no veían una muestra de justicia y por primera vez después de varios años y muchos meses recibieron un cheque con un importe simbólico que representó un pequeño abono, pero fue un vaso con agua después de transitar tanto tiempo en un caluroso desierto.

Fueron 25 abonitos que en total no llegaron a los 7 millones de pesos y después, todo se detuvo y volvió el desesperante silencio que sigue hasta hoy.

Pasados dos meses de la firma del acuerdo de pagos, un empresario envió un mensaje de “despedida” al grupo de Empresas SOS. No porque le hubieran pagado, no, sino todo lo contrario.

La firma del compromiso de pago y la salida de los primeros cheques lo había animado y al tener ya un dictamen positivo de su caso confió en que estaría recibiendo su pago en la siguiente semana.

Como estaba desesperado por la presión de sus acreedores acudió con un agiotista; aceptó las condiciones leoninas de un préstamo que le permitiría liquidar todas sus deudas y esperar el pago de Sefiplan para saldar éste último y quedar listo para volver a empezar con su actividad normal de empresa.

Pero se pasó una semana y otra y otra hasta llegar al vencimiento que le despojó de sus bienes patrimoniales, los que nunca, nunca, nunca debió perder. “Estoy viviendo un infierno, quisiera dormir y ya no despertar” fue el final de su mensaje de despedida.

Juntos haremos historia fue el slogan de la pasada campaña electoral que tuvo un buen impacto en el ánimo de los votantes, asumiendo que se hablaba de una buena historia, pero lo que hasta hoy ha ocurrido a los empresarios veracruzanos es toda una pesadilla.

El Gobierno morenista no ha tenido respuestas, sólo explicaciones; y a pesar de que muchas empresas aceptaron esperar por su pago durante todo el sexenio con un plan de pagos que les permitiera mantener la liquidez; pero con el compromiso de considerarlos en el programa de obra pública y adquisiciones para lo que si había presupuesto, nunca se les tomó en cuenta y sí volvieron a contratar a empresas foráneas y locales vinculadas al gobierno anterior.

De poco o casi nada han servido las declaraciones del gobierno reconociendo el adeudo y manifestando su voluntad de pago, porque ha terminado pidiendo paciencia y comprensión a los proveedores, ignorando el infierno en el que han estado nadando los últimos años, perdiendo los activos de sus empresas en las garras de las instituciones financieras o en las casas de empeño o con los agiotistas y lo poco que quedó se ha perdido en dolorosos remates a una quinta parte de su valor. Todo por la necesidad de mantenerse vivos y mantener sus empresas aún en las peores condiciones.

Se escribió así la historia de los empresarios veracruzanos, historia de tragedias, pérdidas y muertes, que se han escrito con tinta de sangre, con desesperación, frustración y coraje.

Juntos haremos historia fue una gran antorcha que iluminó de esperanza el ánimo de los mexicanos y particularmente en los empresarios proveedores del Gobierno de Veracruz, pero por la tardanza de resultados se ha ido apagando.

Pero, aun con la ropa hecha girones y con la piel desgarrada por la adversidad, los empresarios se sacuden el polvo, limpian sus rodillas y se declaran listos para trabajar por la recuperación de la patria pequeña, del territorio sagrado de una raza de bronce que sabe reír y cantar; con el valor y coraje de quien tiene el compromiso de trabajar para dejar una buena herencia a las generaciones que ya vienen empujando y reclamando su lugar.

Ese es el ADN de lucha y trabajo que caracteriza a los empresarios que han hecho de Veracruz una tierra deseable, los mismos que le seguirán apostando todo por Veracruz. Es mi pienso.

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