No puedo dejar de recordar la vieja “Fábula del monito y el colibrí” que intenta apagar el incendio en el bosque donde vive. Mientras, despavoridos, todos los animales huyen del fuego abrasador, el colibrí va al río, moja sus alitas y toma las pocas gotitas de agua que le caben en el pico y vuela para dejarlas caer sobre el fuego, tratando de apagarlo. Afanosamente la pequeña ave iba y venía tratando de apagar el voraz incendio cuando un mono, subido en lo alto de una palmera observaba la titánica tarea. Mofándose, le gritó que si pretendía sofocar el fuego con tan esforzado pero inútil trabajo, a lo que el diminuto bombero le contestó: “¡Este es mi hogar, es todo lo que tengo y no me quedaré viendo cómo se quema, sin hacer nada!” Ante la respuesta, el monito abandonó su actitud burlona y se sumó a la tarea. Al verlos, los demás animales regresaron y les imitaron.
Esta fábula es provocadora e incentivadora. Dentro de una sociedad, las personas tienen la posibilidad de optar por ser creativos, participativos y constructores o indiferentes ante las situaciones que ocurren en el entorno; ya sea hogar, trabajo o centro de estudio.
Y el tema de esta fábula, de alguna manera ya la hemos practicado usted y yo. ¿Qué cómo? Pues sembrando en nuestros hogares plantas y flores, arbustos y hasta árboles. He aquí sólo algunos de los beneficios de sembrar y procurar plantas y flores:
En la belleza: La ornamentación de nuestros jardines, balcones, terrazas, patios y hasta de los arriates públicos que nos quedan frente a casa. De cuán importante es halagar los sentidos con las formas y colores de las flores y las plantas; de su perfume natural. En la salud. Flores y plantas purifican el aire, mejoran nuestro estado anímico; contrarrestan la depresión, facilitan la relajación y el buen humor. Nos ayudan a respirar mejor y son la base de innumerables y efectivos remedios naturales. En la gastronomía. Hierbas aromáticas que enriquecen los guisos y un sinnúmero de plantas y flores que son base de exquisitos y saludables platillos. En la física: Las plantas reducen la electricidad estática.
El gran tema en cuanto a la necesidad de involucrarnos en la forestación y reforestación de nuestro hábitat es la recuperación y salud del medio ambiente que enfrenta grandes retos: Parar y revertir la causa más importante del calentamiento global provocada por los gases tóxicos que emiten las chimeneas de las grandes industrias, creando así el efecto invernadero. Otro factor es la expansión urbana a costa de las áreas verdes que provoca la tala inmoderada de árboles, y otros más. Ante estos grandes problemas que aquejan a toda forma de vida en nuestro planeta, la acción humana es indispensable y puede ser tan silenciosa como efectiva:
Sembrar, cultivar, crear áreas jardinadas en la azotea, en el frente, en el estrecho corredor, en las habitaciones, en la cocina, en el patio; colgadas en los techos y en las paredes; en el arriate, en el camellón de una avenida, en el cerro, en la escuela de nuestros hijos o nietos. ¿Puede usted imaginar el impacto que provocaría que padres y madres de familia lleguen a la escuela con plantas en sus manos y listos para sembrar?
Pues le diré que ante hechos inéditos, acciones inéditas. Esta es la primera vez que nuestro hogar -léase el Planeta Tierra- está en peligro de extinción. ¿Y nosotros vamos a dejarlo morir sin luchar? ¿Acaso tenemos otro hogar? ¿Acaso nos vamos a quedar como el monito de la fábula, sólo mirando? ¿O imitaremos al pequeño colibrí que, solitario, afanoso y convencido, inició una titánica lucha que despertó conciencias y movió voluntades? xalapaflorida@hotmail.com