El festejo presidencial se dio entre manifestaciones a favor y en contra. Nunca antes en la historia reciente un presidente había recibido tanta malquerencia, de muchos o pocos (como lo han querido mostrar), con tal grado de encono que llevó a la gente a salir a las calles de México para acusarlo de no respetar la ley y los derechos humanos.
No es gratuita la animosidad de los manifestantes el pasado domingo, cuyo número fue menor a la masa reunida en el zócalo. Las comparaciones no son válidas porque una es una expresión social y la otra tiene un tufo electoral que no sería justo. No se trata de un asunto cuantitativo sino cualitativo.
Lo que sucede en la operación “al diablo las instituciones”, está impactando la vida de cada mexicana y mexicano, quienes en la marcha nacional lo calificaron como un año de terror.
Del contenido (Forma) del Informe de AMLO Presidente no vale la pena comentar, del Fondo, sí. En la construcción de su mito intenta instituir la fecha fundacional de la Cuatrote. En el discurso sus datos, sus escenarios, y una realidad que tienen otro rumbo a la verdad; los verbos en el futuro y los juicios de valor, han sido tan repetidos que ya no impactan. Ya vendrá quien verifique el informe que remacha y repite por toda la República, por lo pronto queda en su personal memoria histórica. .
La afectación a la ciudadanía es indiscutible y recuerda aquel poema “Ellos vinieron”, presumiblemente del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, pero que realmente fue creado por el pastor protestante alemán Martin Niemöller, en referencia a la apatía del pueblo alemán ante la crueldad nazi; y se sabe lo creó durante su permanencia en el campo de concentración de Dachau. .
“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista; Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata; Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar.”
Así en México. Cuando vinieron por los periodistas, guardaron silencio e incluso los mataron o los pusieron en la más extrema vulnerabilidad con protección simulada. Cuando fueron por adultos mayores y niños y niñas, callaron. Cuando fueron por las y los trabajadores del gobierno no protestaron. Cuando fueron por los enfermos al quitarles los tratamientos no pronunciaron palabra. Cuando despojan a los indígenas de sus tierras, no les importa. Cuando van por los policías, el silencio y cuando van por científicos y artistas, nadie los ve. Cuando terminen con ellos y ellas, en este largo etcétera, no habrá quien diga nada.
Tiene razón Alfonso Durazo al exclamar en la puesta en marcha de la Guardia Nacional “¡Nos dejaron el país en medio de un sálvese quien pueda!”, pero lo que no dijo es que hoy la situación está peor, casi 3 mil muertos en el mes de junio y la incertidumbre carcome a un pueblo rehén de los males pasados, además, de la actual destrucción irresponsable de programas, que tenía al país agarrado con alfileres.
Durante los últimos años, el país ha soportado una clase política que se ha descompuesto aceleradamente llegando a ser una nación muy diferente de lo que era apenas algunas décadas atrás. El riesgo de la emergencia y una crisis humanitaria, no la está viendo quien habita el Palacio Nacional porque su campaña por el país está manipulada por un grupo que lucra con la pobreza de la asistencia a sus asambleas. La estrenada clase política de la tómbola asiste para ser ungida por su patrón, a quien no solo le queman incienso, sino ofrendan parte de su salario.
Solo basta ver la caras de los acarreados para darse cuenta del dolor y la decepción de los engañados ancianos y ancianas; los estudiantes con manifestaciones de burla y rechazo; los hombres y mujeres del campo que siguen teniendo esperanza que les cumplan, y no tan distantes, atrás de las vallas que impiden la llegada de quien no ha sido “invitado”, están los que protestan por la palabra incumplida.
Para una mayoría el balance de un año es negativo y hay que decirlo, que es cuando empezó a “gobernar” el país Andrés Manuel López Obrador. Como es sabido Enrique Peña Nieto cobardemente abandonó la gobernanza -incluso meses antes del 1 de julio- traicionando a México, y se dedicó a la suyo, a robar, sabiéndose cubierto por el pacto de la impunidad.
Estamos experimentado cambios muy importantes en la economía y sociedad. No hay economía saludable y menos al exterior, donde las acciones gubernamentales generan conflictos diplomáticos, y en el mercado interno solo dádivas que no llevan al desarrollo de un país.
El territorio mexicano en manos del narcotráfico que como lo han hecho en cada ley mexicana hoy ven un área de oportunidad para hacer negocios ilícitos.
Aparte, México está bajo la bota de un presidente de Estados Unidos sometido a base de chantajes. Desde Santa Ana no se veía. Liderado por una inexperiencia galopante y la impunidad que cabalga sin tregua en el gabinete de la cuarta transformación.
Pasamos de ser un país “Sálvese el que pueda”, a “Sálvese el que queda”. Un año de terror que se refleja en las cifras de asesinados, feminicidios, desempleo.
No señor presidente a pesar de sus mentados avances las cosas no funcionan y la gente se siente engañada, traicionada y hasta robada.
Lo puede constatar en los periódicos que tanto invalida, en todas las redes sociales que por momentos bendice y otros las sofoca con descalificaciones , esas que en las conversaciones cotidianas, las de boca a boca, no las puede detener.
Las manifestaciones del domingo revelan que la sociedad que había permanecido apática está renovando su pensamiento para organizarse y hacer frente a los retos que les está significando la cuarta transformación. Ya no están dispuestos a permanecer en la indolencia porque, no solo se tienen los mismos resultados con tal actitud, sino los lleva a un estadio aún peor.
Hoy después de un año de terror para muchos y muchas se está cierto que la transformación de un país no está vinculada con los caudillos que sistemáticamente mienten a la población, sino en un cambio de paradigma ciudadano para erradicar el saqueo y maltrato de una clase política que solo busca perpetuarse en el poder sin importar a quien afecte.
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