La irresponsabilidad del gobierno de AMLO, es de alertar y alarmar. Además de mentir-“yo no miento”- descaradamente, se muestra cada día más intolerante. No soporta la crítica, no reconoce los yerros, necea y descalifica. Con un paternalismo dañino, cubre los errores de sus mediocres secretarios de estado y gobernadores. Sus diarios dislates y desautorizaciones a lo que no le favorece, ha creado una inevitable crisis social. Sus embates cotidianos a los fifís, conservadores, neoliberales y demás adjetivos de desprestigio han llevado a una gravedad, ya difícil de parar. Ha segmentado. Un ejemplo muy claro y certero se contiene en las redes sociales, dónde basó mucho de su triunfo. Estas mismas hoy pueden ser su sepultura, pues lo exhiben. Esos fanáticos de su personalidad, que también se creen dueños de la verdad de su tlatoani, cegados por la pasión. Es imposible para la prensa crítica certificar, sin correr el riesgo de ser maldecido, injuriado, denostado por sujetos violentos, groseros, vulgares que a la mínima observación se vuelcan con comentarios soeces de una ordinariez ínfima. Se crea el debate y eso se vuelve una batalla cibernética, que llevada a la realidad podría ser de consecuencias fatídicas. *** La violencia extrema en nuestro país, que va al alza- situación que también se niega- y que extermina sin mayor contemplación. El dolor de miles de familias mexicanas, que padecen por la desaparición forzada de sus seres queridos. La pobreza extrema de la mitad de la población, que no se puede paliar solo con aportaciones con fines electoreros sin ir al fondo. Una lucha contra la corrupción, solo en el discurso pues la realidad supera a la fantasía. No se puede derogar un cáncer solo por mandato presidencial, sin cirugía previa como sería el combate real a la impunidad que no lo hay. El desasosiego llega y el antagonismo hacia políticas burdas tanto sociales, económicas, como políticas hartan. Los políticos son todos iguales, traen el mismo gen. *** Es increíble que AMLO, el candidato eterno, niegue el perjuicio del sargazo en las playas de Quintana Roo. Todos quienes van a la Riviera Maya, lo han vivido y padecido. Se minimiza, cuando es un grave problema- así como la inseguridad- que afecta a los visitantes, de ese estado considerado el primero en atractivos turísticos de gran calado. Mientras el peje siga negando la realidad, iremos a un pozo profundo irremediablemente ¡Pobre país!*** Y para las agruras del mole…usted sabrá qué tomar. Hasta la próxima.