Por fin tenemos Diplomacia

Resolver los problemas desde su origen ha sido el éxito de las negociaciones encabezadas por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien, en primer lugar, muestra que hay cambios en materia de diplomacia y que las improvisaciones en este asunto son cosa del pasado.

Si echamos un vistazo al pasado reciente en materia de Relaciones Exteriores encontramos sólo errores, mismos que pocas veces fueron señalados por quienes ahora quieren un gobierno perfecto, libre de equivocaciones.

Todavía está fresco en la memoria aquel secretario que dijo que aprendería diplomacia sobre la marcha.

Los tiempos cambian y hay quienes, a pesar de que lo saben, lo niegan. Seguramente más de uno prefería los logros mínimos en materia de relaciones exteriores que ocupaban las primeras planas de los diarios como si se tratara de una hazaña espectacular y se desinflaba en unas horas.

Ahora la tarea de Marcelo Ebrard se debe, en primer lugar, a que sabe su trabajo. Por supuesto que no se puede decir esto de todos los funcionarios públicos de la actual administración; es necesario que haya conciencia de que a algunos el cargo les quedó grande.

Este no es el caso del secretario de Relaciones Exteriores, quien encabezó las pláticas para desactivar la imposición de Donald Trump de incrementar los aranceles a los productos mexicanos. Además, especificó con precisión los detalles de dicho acuerdo, el cual trataron de tergiversar los necios que quieren desprestigiar las acciones que ellos nunca soñaron alcanzar.

Pero no sólo se limitó a desarrollar estas tareas, ya había mostrado preocupación por impulsar el desarrollo de Centroamérica, lo cual también criticaron más por impulso que por convicción.

La suerte de Marcelo Ebrard no ha sido diferente a la de otros funcionarios de la actual administración; sin embargo, la solidez de Ebrard no se detiene en el presente, sino que aprende de la historia y no del pasado, como otros, para impulsar el futuro de México. También su propio futuro.

Ahora, Marcelo Ebrard fue recibido por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en Nueva York, a quien le presentó el Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica, una propuesta que anunció prácticamente desde el inicio del actual sexenio.

Y, como una práctica propia de su desempeño, explicó con claridad el motivo de su encuentro para evitar que haya distorsiones a un trabajo del que deben estar enterados todos los mexicanos. El tiempo de los secretos en una democracia consolidada, terminó.

Luego de este encuentro, el secretario de Relaciones Exteriores explicó que 14 agencias de Naciones Unidas participan de manera activa en el acompañamiento de las distintas acciones que tienen como objetivo impulsar el desarrollo, particularmente en Guatemala, El Salvador y Honduras, a fin de que las familias de estas naciones no tengan la necesidad de emigrar hacia Estados Unidos pasando por nuestro país.

En la sede de Naciones Unidas, Ebrard Casaubón se refirió a la Guardia Nacional, rechazó de nueva cuenta que se esté militarizando la frontera sur. Por el contrario, su presencia busca brindar seguridad a todos quienes viven en esa región y combatir a los traficantes de migrantes.

La política mexicana recupera, desde hace meses, el lugar que había tenido por muchos años y que tenía como común denominador un principio que coincide con la frase más popular de don Benito Juárez.

Porque el respeto al derecho ajeno, que todavía no entienden muchos, se basa a nivel internacional en la no injerencia y en la libre determinación de los pueblos.

Pero la globalización trató infructuosamente de penetrar en la soberanía de las naciones y volvió a poner las cosas en su lugar al desaparecer este intento por hacer de las naciones un grupo de países subordinados a otros.

La tarea de Marcelo Ebrard camina con historia y se despoja del pasado, contrariamente a la postura de sus críticos que viven del pasado para contaminar el futuro con costumbres que quisieron convertir en tradición y no llegaron a ser más que vicios. PEGA Y CORRE. – La inminente reforma electoral debe restar relaciones con los partidos políticos a los consejeros electorales porque vician la imparcialidad y hacen perder la credibilidad del Instituto; sin embargo, la oposición lo que quiere es restar poder a quien lo obtuvo de las urnas. Quien sabe leer la cantidad de votos en una democracia, debió darse cuenta de que la diferencia de votos con otros partidos en relación con el primer lugar dictó un mandato, y lo que quieren pedir, erróneamente los partidos de oposición, o lo que queda de ellos, es pelear en la reforma electoral lo que no obtuvieron en las urnas… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

 

 

angelalvarop@hotmail.com

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