El presidente López Obrador dio a conocer a través de un Memorándum una instrucción que debe ser acatada, sin concesiones ni excepciones: no incorporar a la nómina de sus dependencias, cualquiera que sea, a ningún familiar, cercano o lejano.
La administración actual está bajo la lupa dentro y fuera de nuestro territorio. Cualquier error o incumplimiento repercute en todos los medios haciendo eco y señalando a los infractores, que deben mostrar la diferencia entre pasado y presente, de tal suerte que el nepotismo que caracterizó a viejas costumbres de la política mexicana ahora sea desterrado por convicción y no por obligación.
La Cuarta Transformación requiere que ese dicho sea respaldado por la conducta de sus integrantes, llámese presidente, gobernador, presidente municipal, senador o diputado. Si los servidores públicos no son capaces de marcar la diferencia todos los días en todas sus acciones, esa cuarta transformación no existe, se queda en el intento, aborta.
En esta nueva etapa de la administración pública debe tomarse muy en cuenta, a más de medio año de iniciada, a quién le quedó grande el cargo. Algunos, muchos -dicen otros-, han mostrado incapacidad para llevar a cabo su tarea. La ineficiencia es una expresión de la corrupción también.
Sin embargo, a pesar de la carga de la responsabilidad y de las órdenes del jefe máximo de la nación, hay quienes incurren en los vicios que debieron quedarse en el pasado, sobre todo en materia de nepotismo. Se les señala y evaden la respuesta con poco ingenio y cierto cinismo.
La honestidad, la erradicación de la corrupción fue la bandera del actual presidente de México, esa propuesta lo llevó a la Presidencia de la República, su trabajo en su lucha contra este delito lo mantiene todavía en la cima de la popularidad entre los mexicanos. Esta condición puede verse deteriorada gravemente ante la deserción de algunos que prefieren colocar a familiares, probablemente lejanos, dentro de una administración pública cercana.
Conforme a lo dispuesto por el artículo 8, fracción XIV de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, contratar familiares se considera como grave.
Dicho artículo señala: Abstenerse de intervenir o participar indebidamente en la selección, nombramiento, designación, contratación, promoción, suspensión, remoción, cese, rescisión del contrato o sanción de cualquier servidor público, cuando tenga interés personal, familiar o de negocios en el caso, o pueda derivar alguna ventaja o beneficio para él o para las personas a las que se refiere la fracción XI.
Es decir, hay un castigo expresado claramente para todo tipo de ilícito cometido por un servidor público.
Si a esto agregamos la recomendación, que en realidad es una orden, del presidente de la República, encontramos que todos y cada uno de los funcionarios públicos del país deben cuidarse de caer en prácticas del pasado que no consideren ante la población la advertencia de un cambio real en la conducta de los políticos de la cuarta transformación.
Al presidente no se le puede engañar, menos aun siendo parte de un proyecto en el que colocaron su esperanza más de 30 millones de mexicanos.
El influyentismo, el compadrazgo, el amiguismo, el nepotismo son prácticas que deben desecharse por completo para que en realidad surja una transformación y esta no se quede sólo en el papel o en el discurso. Para lograrlo es urgentemente necesario que todos los colaboradores del Presidente, sobre todo aquellos que obtuvieron su puesto a través de una elección, cumplan con un compromiso que debe ser bandera y ejemplo para mostrar que el país cambió.
El Presidente incluyó en su memorándum a “…esposa, hijos, hermanos, hermana, primos, tíos, cuñados, nueras, concuños y demás miembros de mi familia cercana o distante”. Es decir, que no sólo aquellos que tengan un apellido igual sino todos los que pudieran tener lazos familiares. Un concuño, como hace alusión el Presidente, rara vez podrá tener un apellido igual; sin embargo, así lo considera el Jefe del Ejecutivo como parte de la corrupción, influyentismo, amiguismo, nepotismo.
Ante esta orden todos los servidores públicos tienen la obligación de darle cumplimiento de inmediato, bajo la posibilidad de que no hacerlo implica una sanción severa, que, ante la urgencia de erradicar la corrupción debe hacerse más estricta ahora, porque estamos hablando de una consigna que impulsaron más de 30 millones de mexicanos.
Ese mandato debe tomarse en cuenta, y si no lo toman en cuenta los miembros de la Cuarta Transformación, no podrán tomarlo en serio ni la oposición ni los propios habitantes del país.
Hay que respetar el voto de los mexicanos que creyeron en la erradicación de la corrupción, no hacerlo implica negar vocación de servicio y sensibilidad política.
Debe tomarse en cuenta que la credibilidad de la Cuarta Transformación estará asentada en la palabra, en la sinceridad del ser humano y en la honestidad del servidor público que serán el común denominador de toda conducta que concrete la palabra y el hecho.
La demagogia quedó atrás y quien no lo considere así deberá salirse de este proyecto que puede ir hacia el futuro sólo si lo permite la conducta limpia y clara de sus integrantes. No hacerlo implica un lastre para el avance de esta administración muy cuestionada, a veces con razón. PEGA Y CORRE. – Ante la disminución del presupuesto que el INE otorga a los partidos políticos, el PAN ya tomó sus medidas ante la baja votación que recibió en los más recientes comicios que le redujeron las prerrogativas considerablemente. Ahora, el personal administrativo de la Cámara de Diputados tendrá una disminución de presupuesto y les piden que lleven hasta su taza y tomen café sólo por la mañana. El director general administrativo del PAN en la Cámara baja, Samuel Alcocer Flores, informó a través de una carta el 12 de junio que a partir de este mes todo el personal administrativo deberá aplicar medidas de austeridad. Pero hace días criticaban la austeridad del gobierno federal…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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