Cada vez que se agrede a un comunicador es un llamado de atención al gobierno en general. Su pasividad podría mostrar complicidad; sin embargo, esta vez no se trata de periodistas que hayan develado secretos de los funcionarios, no son reporteros de los medios tradicionales. Son parte de una nueva tendencia periodística que surge como alternativa de información ante el descrédito de los medios convencionales del país.
Pareciera que la información alternativa, las redes sociales, los portales de información surgen como un peligro para algunos delincuentes y como un blanco seguro de quienes no quieren ser descubiertos en sus prácticas ilícitas.
Los medios tradicionales han perdido credibilidad. La verdad ahora se descubre a través de Internet, y sus comunicadores se convierten en el blanco de una delincuencia que se muestra dispuesta a todo para no abandonar sus negocios, seguramente ilegales.
Cada agresión, amenaza, desaparición contra los periodistas no sólo hace vulnerable al gremio sino al propio gobierno y al sistema político, porque una democracia sana mantiene ilesos de este tipo de agresiones a los comunicadores.
El gobierno federal tiene entre sus respuestas a estas agresiones un mecanismo que hasta la fecha no ha mostrado su eficacia; al contrario, se ha mostrado débil ante varios asesinatos. Ya van 14 en lo que va del actual sexenio.
Las posibilidades de sobrevivencia de un periodista son las mismas, así como nadie conoce las razones por las cuales los sacrifican, todos quienes nos dedicamos al periodismo estamos en riesgo de perder la vida.
El Mecanismo pudo haber sido un medio a través del cual no sólo se protegiera, sino que se inhibiera la violencia contra los periodistas. Pero su efectividad es nula. De nada ha servido el presupuesto asignado ni las propuestas que desde el sexenio pasado se establecieron para proteger a los defensores de los derechos humanos y a los periodistas.
El Mecanismo debe ser, ante todo, preventivo, no un equipo que se la pase dando el pésame a las familias de los periodistas asesinados. Sin embargo, mantienen una inercia de trabajo que debe renovarse. En la Junta de Gobierno del Mecanismo siguen los mismos, sólo cambió la cabeza, pero quienes operan el mecanismo son los mismos del sexenio pasado, lo cual implica una verdadera preocupación para el gremio.
Las recientes muertes de defensores de derechos humanos y periodistas en los primeros días del año, pese a que dos contaban con medidas del Estado mexicano, la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, llamó a realizar una “profunda reflexión” sobre la efectividad de los instrumentos estatales de seguridad para esos gremios.
El representante en México de la ONU-DH, Jan Jarab, consideró que 2018 se cerró con las muertes de 13 defensores y de 12 periodistas, Jarab consideró preocupante que en los casos recientes “las víctimas ya habían denunciado con anterioridad amenazas y hostigamientos, señalando incluso a autoridades como responsables de dichos actos”.
Para el funcionario de la ONU-DH, las denuncias “deben ser investigadas de forma exhaustiva, sin dejar de lado las líneas que indiquen un posible involucramiento de servidores públicos y así contribuir a luchar contra la impunidad y prevenir que hechos similares vuelvan a ocurrir”.
Subrayó que el hecho de que Rafael Murúa y Noé Jiménez contaran con medidas de seguridad por parte del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras y Periodistas, a cargo de la Secretaría de Gobernación, “debe llevar a una profunda reflexión sobre su eficacia”.
En ese sentido recomendó que “las medidas de protección otorgadas, así como su implementación, efectividad y seguimiento, deben ser analizadas y evaluadas”, además de que las sanciones para los perpetradores deben ser ejemplares.
Desde el 1 de diciembre a la fecha existen 790 personas dentro del Mecanismo, de los cuales 498 son personas defensoras de derechos humanos (63 por ciento) y 292 periodistas (37 por ciento).
Cabe señalar que 62 por ciento de los beneficiarios se concentra en 10 entidades; destaca la Ciudad de México con cerca del 17 por ciento; Veracruz con 9.6 y Guerrero, con alrededor del 9 por ciento.
Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación, detalló que en el análisis y evaluación al inicio de la actual administración, se detectó que el Mecanismo tiene medidas fundamentalmente reactivas, “no se atiende la parte preventiva, no sólo de quienes están sujetos al Mecanismo de protección, sino de los periodistas o los defensores en general”.
Desde el año 2000 a la fecha suman 148 periodistas asesinados. Sólo en lo que va de este 2019, ocho se han sumado a la lista.
De acuerdo a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos los estados con más casos son: Veracruz con 22; Tamaulipas, 16; Guerrero, 16; Oaxaca, 16 y Chihuahua con 14.
En el 90% de los casos de homicidio persiste la impunidad, el porcentaje se eleva a 100 en las desapariciones de comunicadores.
Esto quiere decir que el Mecanismo debe renovarse cuanto antes, mientras más tarde en actualizarse y transformar su captación de protegidos, habrá más muertes.
Detener los atentados contra los periodistas debe ser una labor coordinada, el Mecanismo debe prever, y posteriormente la policía, la fiscalía, la Comisión de Derechos Humanos y todos los que pueden hacer algo para castigar, de manera ejemplar, a los culpables deben actuar, pero, sobre todo, dar ejemplo a los homicidas para que no vuelvan siquiera a intentarlo.
Óscar Ochoa y Luz Vergara, encargados de evaluar los riegos de los periodistas que someten a su juicio la protección de su integridad, deben ser evaluados y señalados como responsables de la suerte de algunos periodistas amenazados, desaparecidos o asesinados. Ese Mecanismo debe transformarse. PEGA Y CORRE.- A pesar de que el PRI sabe que sólo una elección de su cúpula puede salvarlos de la muerte como partido, ahora se deja notar la influencia del expresidente Enrique Peña Nieto para sustituir a Claudia Ruiz Massieu, al frente del CEN, el elegido es Alejandro Moreno Cárdenas, gobernador de Campeche y quien seguramente dirigirá en PRI próximamente… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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