Perdieron los que apostaron contra México

Como trago de whisky en las rocas la noticia fue dejando su amargura en la garganta hasta llegar al hígado. Ahí provocó un gran dolor que se convirtió en frustración y resentimiento.

Así, quienes le apostaron a la imposición de aranceles a los artículos mexicanos para seguir descalificando al gobierno actual, estallaron en ira ante el arreglo de la delegación mexicana encabezada por Marcelo Ebrard para evitar dicha imposición en Estados Unidos.

El arreglo lo consideraron una derrota personal y a la hora de opinar las vísceras se mostraron en cada palabra.

La pasión por la derrota de quien es para ellos el enemigo a muerte y la adicción fueron la combinación perfecta para que algunos autodenominados analistas políticos montaran en ira a la hora de saber que no hubo aranceles contra las mercancías mexicanas.

Para ellos es más importante la derrota del enemigo que su amor por el país. Ya lo dice el refrán: “Hay quienes queman su casa para ver arder la del vecino”, y en la victoria del gobierno federal va inscrita una derrota personal irreversible.

Ellos hubieran querido que los aranceles llegaran a 25 por ciento, que la economía del país estuviera en quiebra para poder afirmar lo que vienen diciendo desde inicios de siglo: “Obrador es un peligro para México”, no fue posible.

Así, entre candidatos independientes frustrados, expresidentes y sirvientes de intereses ajenos, mostraron de inmediato su frustración. Otros callaron ante lo que pensaron sería un hecho. Algunos de los que escriben comentarios habían adelantado columnas anunciando lo que pasaría con la economía mexicana porque la apuesta había sido grande y cuantiosa. Su rencor iba de por medio.

Y eso también ameritaba un whisky y otro más.

El país no les importa, sus intereses prevalecen ante cualquier beneficio de la Patria.

El acto de Tijuana integró a todos, fueron convocados, pero no todos consideraron que fuera necesaria su presencia o pensaron que por ello dejaban de pertenecer a la oposición. Lo cierto es que existe actualmente en México una oposición tan débil, que cualquier acto de unificación entre los mexicanos la hace frágil, y ellos piensan que se diluyen ante el poder aplastante de Morena.

A pesar de decirse avezados críticos de la política con la que no están de acuerdo, todavía no aprenden a distinguir entre las causas del país y las razones del Presidente, gracias a confusión a la que fueron sometidos por los priistas y panistas que confundieron a los mexicanos poco preparados a que era lo mismo partido, gobierno, Estado, poder, etc.

Así, uno a uno de quienes comenzaban a levantar la cabeza como opositores, sintieron que era la oportunidad de crear trincheras y disparar a quemarropa contra el Presidente, pensaron, en su delirio etílico, que López Obrador era México. Lo ven tan grande que se confunden siempre. Y ellos, a su vez, se saben tan pequeños, que creen que si no lo descalifican, no existen.

Las chachalacas también guardaron silencio ante la unidad de los mexicanos. De pronto le dio el bajón de la mota a Fox y se quedó callado. Su país adoptivo no pudo cobrar aranceles a los productos mexicanos, país del que se avergüenza. Ya no hubo palabras que pronunciar. El otro, entre cruda y borrachera simplemente hizo mutis; su esposa ya no insistió en la necesidad de que el Presidente fuera a la Cumbre del G 20. Panistas, que no dejan de serlo por el hecho de que se hayan salido del partido, simplemente callaron.

Quienes se convirtieron en oposición el 1 de julio del año pasado presionan para que el gobierno federal cumpla sus promesas, muchos de ellos dijeron que si ganaba López Obrador se irían de México, no han cumplido su promesa. Allá nadie los conoce, aquí no le hacen falta a nadie.

Así, vedettes, locutores, actores, actrices de telenovela, articulistas del pasado, políticos de quinta, funcionarios corruptos aseguraron que se irían de país, no han cumplido. Deben irse, ya no hay chayos.

Los que sufrieron una derrota inesperada en las urnas y las siguen sufriendo perdiendo gubernaturas y curules, no han logrado en seis meses crear un contrapeso político y los otros, los que en solitario son rumiantes de la ira que conduce la frustración de ver menguadas sus ganancias con las que vivían con lujos a costa del erario, siguen en el whisky y la frustración.

No sólo perdieron en su apuesta, sino que ahora se sienten desnudos al apostarle todo su resto a una batalla que perdieron y los exhibió como simples pandilleros de la política nacional, lo cual siempre intentaron hipócritamente de ocultar.

Así, uno a uno, el hijo del excanciller degradado en articulista dipsómano, el columnista con prepa trunca, el derechoso fanático, los voceros de las mesas de análisis convertidos en politólogos por obra y gracia del chayo, se mostraron como simples porros ante el poder de la población que en su sabiduría sabe distinguir entre las causas del país y las del gobierno.

Cuando la oposición está segura de sus preceptos, cuando sus argumentos son sólidos, cuando sus proyectos son realmente nacionalistas, no dudan en apoyar lo que está bien, venga de donde venga.

Pero cuando una oposición se sabe diluida, frágil, casi nula, cualquier muestra de apoyo siente que la exterminan para siempre en una especie de suicidio político. Esa es la oposición que impera en México, con más miedo que ganas de luchar. Ahí vemos a los panistas como ratoncitos asustados escondidos entre micrófonos estériles y medios vengativos; los voceros del desastre que nostálgicos gritan insultos al presidente; los extraviados ideológicamente que no saben todavía que hay cambio de gobierno, de régimen y de época en el país y le apuestan al pasado.

Aquellos que se quitaron la máscara en la víspera del arreglo ya tenían preparada su manta que decía “Teníamos razón”.

La ponderación del diálogo de la actual administración mostró al mundo que la palabra, y no la fuerza, será lo que identifique esta nueva época en la vida histórica de México. Un agravio que amenazaba con quebrar nuestra economía se realizó en paz y concordia; sin resentimientos, con una mano extendida. PEGA Y CORRE. – La desaparición del PRD es inminente. En el próximo periodo de sesiones su presencia en el senado puede desaparecer, al cambiar de partido una de las cinco legisladoras de ese partido. Ahora, Carlos Torres Piña líder de ADN, una tribu de ese partido anunció su salida del PRD, junto con 10 mil perredistas, quienes rechazan, además, la política del gobernador de ese partido, Silvano Aureoles, de quien dijeron, será el Javier Duarte de Michoacán. Ahora se sumarán a Morena…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

 

angelalvarop@hotmail.com

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