¡Uf! Tiene uno que rendirse a la evidencia.
En vísperas de la sexta visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Veracruz, su popularidad entre las personas en desventaja económica se mantiene diez meses después de que lo eligieron en las urnas.
Me atengo a los testimonios de primera mano que tengo al expresar lo anterior.
Resulta que brigadas de jóvenes que trabajan para la causa política del tabasqueño están visitando colonias y comunidades de municipios aledaños a Coatepec, donde será el acto, Xalapa incluida, para invitar a la población y la respuesta es totalmente positiva.
En especial toda la población que ha estado marginada, que es mucha y que además vota, recibe de la mejor forma a los jóvenes cuando les dicen a qué van e incluso en estos días de calor les ofrecen aguas frescas y además ¡comida!
Sorprende la vitalidad de los propios muchachos quienes caminan y caminan invitando casa por casa y a quienes además no se les paga por hacer la tarea, y creo que desde ahí comienza el fuerte atractivo que sigue siendo AMLO.
En su mayoría la respuesta es “claro, cómo no lo vamos a apoyar, cómo no vamos a ir si él nos está apoyando también”. Sacan entonces a relucir que nunca antes ningún presidente les había dado algo.
A los jóvenes lo que les sorprende es que quienes más se muestran decididas para asistir al acto de Coatepec son las que tienen alguna incapacidad, quienes además les comentan que en gobiernos anteriores los habían censado y nunca les había llegado nada.
Me queda claro que uno es el sector de la población que lo critica y que está inconforme con las decisiones que toma, y otro es el que se mantiene fiel a quien siguen viendo con esperanza de que los va a reivindicar y a sacar de la pobreza.
Al menos por las evidencias que tengo, también me queda claro que ante un amplio sector de la población, en este caso veracruzana, no le hace mella al presidente la crítica de la prensa, incluidos columnistas, analistas, articulistas y comentaristas.
Lo que ocurre como ahora en lo que narro coincide con una tendencia generalizada en el sureste del país, de lo que bien tienen registro los panistas con base en encuestas que realizan de cara a la elección intermedia en 2021.
En sus registros tienen hasta arriba a AMLO en su porcentaje de aceptación y popularidad, al grado que desde ahora han decidido no perder el tiempo ni desgastarse tratando de usarlo para tratar de ganar terreno ante el electorado y mejor van a aprovechar fallos y errores de gobernadores y presidentes municipales.
En sus mejores tiempos, el PRI también lograba llevar mucha gente a sus actos de gobierno, pero ahora hay una diferencia.
En Morena también les van a facilitar el traslado en autobuses pero no les van a dar ni lonches ni pago en efectivo. Los invitados responden a los muchachos que no se preocupen, que ellos van a llevar sus propias botellas de agua.
Interesante el fenómeno, al menos para mí, pues me da el pulso de cómo seis meses después de que asumió la presidencia, López Obrador mantiene alta su aceptación entre un amplio sector del electorado, que es el que vota.
La oposición se va a topar con él, de nuevo, en 2021.
Aquella primera visita de Duarte a Brasil
El 2 de agosto de 2011, en su primer año de gobierno, el entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa dijo en las propias oficinas de Odebrecht en Sao Paulo, Brasil, considerada la capital financiera de ese país:
“Estamos con don Norberto Odebrecht que es el fundador de la segunda empresa más importante de Brasil, quienes son los accionistas de Braskem, que es actualmente la empresa de capital brasileño que se encuentra desarrollándose en el sur del estado a través del proyecto de Etileno XXI, pero asimismo tienen interés en invertir en otras áreas como es la energía a través de la agroindustria y también desarrollar infraestructura en nuestro estado, así que es muy importante para nuestro estado estos encuentros, estas reuniones, que sin duda se van a traducir en beneficios, en desarrollo, en empleos y en prosperidad del pueblo veracruzano”.
El entonces jovenzuelo gobernante, que había sido impuesto por Fidel Herrera Beltrán como candidato del PRI a la gubernatura y de ahí lo hizo su sucesor, se estrenaba en el terreno internacional y veía, y pintaba entonces, un Veracruz color de rosa.
Realizaba una gira que había iniciado el 27 de julio y concluiría un día después de aquella visita a las oficinas del gigante brasileño. Sobra decir que había viajado con todos los gastos pagados y que además era tratado a cuerpo de rey. Con él, claro, iba su esposa Karime Macías Tubilla.
Antes, en la ciudad de Salvador, en el estado de Bahía, Duarte se había reunido con el gobernador de esta entidad brasileña, Jaques Wagner y ahí había entrado por primera ocasión en contacto con el corporativo visitando sus oficinas y reuniéndose por primera vez con el fundador de la empresa, Norberto Odebrecht.
En esa reunión, este personaje destacó entonces que la mayor inversión que su empresa realizaba a nivel mundial estaba en Veracruz.
Posteriormente, ya en Sao Paulo, ante más de 50 empresarios brasileños interesados en invertir en Veracruz, Duarte expresó que el Estado que gobernaba representaba la punta de lanza en las relaciones México-Brasil, “sobre todo porque la llegada de capital brasileño a tierras veracruzanas coadyuvará a consolidar el crecimiento económico, el desarrollo, el bienestar y la prosperidad de la entidad”.
Entonces otro Odebrecht, Marcelo, nieto de Norberto, presidente del corporativo Odebrecht, le aseguró al pupilo de Fidel Herrera que no había ningún otro lugar del mundo en donde tuvieran un compromiso tan grande como lo tenían en Veracruz a través de la empresa Braskem.
Acompañaron a Duarte en aquella gira su asesor Enrique Jackson Ramírez, el secretario de Economía Erick Porres Blesa, el entonces subsecretario de Promoción Turística Harry Grappa,y los empresarios Estaquio de Nicolás, Francisco García González y Moisés Mansur Cysneiros, a quienes presentó como inversionistas mexicanos. Moisés, prestanombre de Javier, terminaría traicionándolo y declarando que eran ciertos todos los actos de corrupción de los que se les acusaba.
He traído a colación todo lo anterior porque hoy la relación de funcionarios y empresarios mexicanos con Odebrecht ha llevado a la detención del dueño de Altos Hornos de México, S.A., Alonso Ancira, y a que giraran una orden de aprehensión contra el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, por presuntos delitos de lavado de dinero y el uso de un fondo ilegal, que implicarían además actos de corrupción.
En medio del escándalo han saltado los nombres tanto de Fidel como de Duarte. Ayer temprano el abogado de Lozoya, Javier Coello, declaró a Carlos Loret de Mola que pedirán citar a declarar no solo a los miembros del Consejo de Administración de Pemex sino al propio expresidente Enrique Peña Nieto ya que “no se movía una hoja si no era por instrucciones del presidente”.
Mañana, Fidel, Javier y Odebrecht.