Soles, girasoles

Del poeta, comediógrafo, traductor y escritor yucateco de mediados del siglo XX, Antonio Médiz Bolio, le presento la bella apología El Girasol que dedicó a la flor que lleva ese nombre y que revela al amante de la naturaleza, enamorado de su cultura ancestral, de su  patria chica, de su pasado y sus  tradiciones.

Hay en el campo del Mayab, entre todas las flores sencillas y las hierbas buenas, esa flor alegre del girasol, que es redonda y amarilla y parece que alumbra en el monte.                 Aquella flor que parece que te está mirando no es a ti a que mira, sino al divino Sol. Pero si ella no mira lo de abajo, tú miras lo de arriba en ella. Para eso te ha sido dada. Para que te acuerdes de la luz, que no puedes mirar sin deslumbrarte.

Apenas la boca del día se abre para tragarse la noche, el girasol levanta su frente y se pone a mirar la luz de arriba. Fija en ella está y la sigue contemplando todo su camino. Parece que esa flor humilde ha llegado a tener la figura del Sol. Porque no mira más que a él, y a él se parece.

Siéntate delante de ella y levanta tu espíritu a pensar mientras la estás mirando.   Ve cómo la flor se abre y se pone a recibir el amor caliente y claro que baja sobre ella. Y parece que no está para otra cosa, en medio de todo lo que hay sobre el mundo.

Verás cómo se dobla y da la vuelta, poco a poco, para estar mirando al sol que resplandece. Verás cómo luego, cuando se acuesta el día y entra en el aire la oscuridad,  ella se cierra y se recoge, para guardar la luz que ha recibido.

Míralo bien y apréndelo. Y cuando encuentres en tu paso esta flor dichosa, no la arranques, sino acaríciala con amor y suspira lleno de ternura. Y si algo quieres procurar,  procura ser dentro de ti como ella es, y proponte hacer, en tu corazón, lo que ella hace.

            ¡Qué texto! estimados lector-lectora. Cómo imagina una simbiosis entre el girasol y el lector: Aprende del girasol, ama como él, haz los cambios que tengas que hacer, pero recibe la luz, la energía, el calor, la vida…

Esta fantástica planta herbácea es originaria de Mesoamérica desde hace más de mil años y hoy día se cultiva en casi en todo el mundo. Su nombre científico es Helianthus annuus que significa: flor que gira con el sol, pero se le conoce con otros nombres como: mirasol, maravilla, flor de sol, maíz de teja, gigantón, calom, tlapololote y otros.

Sus tallos pueden medir hasta tres metros y sus hojas tienen forma de corazón. Sus flores suelen ser amarillas, aunque también pueden ser: naranja, rojo oscuro, crema y castaño. Ésta no es sólo una planta ornamental -¡y vaya que lo es!- sino que tiene propiedades muy valiosas: medicinales y alimenticias. Como planta oleaginosa, sus semillas producen aceite de gran calidad por sus grasas poliinsaturadas, así como harinas. Entre sus propiedades medicinales están las diuréticas, expectorantes, cicatrizantes, desinfectantes y digestivas. Sus semillas también benefician a la cosmetología y a la industria de los jabones.

El girasol es una planta muy resistente al clima y tipos de suelo y su alta producción de néctar es abundante, por lo que tiene muchos polinizadores, siendo la abejas, las principales. Muchas bondades se acumulan en esta hermosa planta y flor que todo lo que hace es seguir al sol girando su enorme cabeza de este a oeste buscando su luz, su calor, por lo que Hellen Keller nos aconseja: “Mantenga su rostro al sol y no verá la sombra. Es lo que hacen los girasoles” Y me despido de usted con esta otra frase de mis favoritas: “En los momentos oscuros de la vida sigue el ejemplo del girasol. Levanta la cabeza y búscalo tú, tu rayo de sol.” (Anónimo) xalapaflorida@hotmail.com

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