Dos actitudes del presidente Andrés Manuel López Obrador me llamaron ayer la atención: su llamado a hacer a un lado diferencias políticas para formar un frente amplio a fin de garantizar la paz y la tranquilidad y su deslinde de la solución a la denuncia que presentó el gobierno de Veracruz contra el fiscal Jorge Winckler Ortiz.
Se ocupó de esos temas durante una gira por el estado de Hidalgo, durante su conferencia mañanera y en la inauguración del Centro de Control, Comando, Comunicaciones, Cómputo, Calidad e Inteligencia, C5i Hidalgo.
Sobre el primer tema se apoyó en lo que había dicho el gobernador de este Estado, Omar Fayad, para llamar a hacer a un lado diferencias políticas a fin de hacer un frente amplio.
Comentó que diferencias se van a tener siempre porque son consustanciales a la democracia; que solo cuando no hay democracia no hay diferencias o no se permite que estas se expresen.
Agregó que cuando hay democracia hay pluralidad, no hay pensamiento único, lo que no impide unirse en lo fundamental, en el interés general: “una cosas son los partidos y otra el gobierno, que se constituye mediante procesos democráticos… y si el gobierno, como ahora, tiene como prioridad garantizar la paz y la tranquilidad, debemos todos unirnos con ese objetivo, con ese propósito”.
Sus palabras fueron muy claras y habrá que ver si en el caso de Veracruz caen en saco roto porque es abierta la confrontación del gobierno del Estado en contra del Fiscal General mientras que la violencia y la inseguridad alcanzan proporciones alarmantes.
AMLO convocó a actuar de manera organizada gobierno federal, gobierno del Estado, gobiernos municipales, los integrantes del Poder Judicial, “todos juntos”, pero en Veracruz el fiscal está excluido de las reuniones de seguridad que organiza el gobierno del Estado.
Que la FGR resuelva, dice en caso Winckler
Sobre el otro tema, por segunda ocasión se ocupó de Jorge Winckler Ortiz pero no se comprometió a acusarlo ni a insinuar alguna intención suya y le dejó la responsabilidad para que resuelva al Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero.
El pasado 22 de abril durante su conferencia mañanera en el puerto de Veracruz se involucró en el pleito local y declaró que había sido un error del exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares haber dejado a Winckler en la Fiscalía.
“Creo que fue un error que el gobernador pasado dejara un fiscal, eso fue muy común en el gobierno pasado. No puede haber, no debe de haber contubernio entre autoridades y delincuencia, y el hecho de que lo haya dejado el gobernador anterior y que esté actuando en protección del viejo régimen… lo que si debe de quedar claro es que nosotros no somos tapaderas, si hay una denuncia en contra de quien sea le vamos a dar seguimiento”, dijo entonces.
Cuando le preguntaron si pensaba que el fiscal protegía a delincuentes, respondió: “No sé, eso lo resolverán las autoridades. Lo que sí es que no está bien recomendado”.
Ayer, en Zapotlán de Juárez, Hidalgo, en su conferencia mañanera una reportera le pidió su opinión sobre la denuncia contra Winckler el martes y le recordó lo que había dicho sobre él en Veracruz. Le preguntó cómo se podía resolver el caso “en medio de este clima de violencia que hay en la entidad”.
“Pues que la Fiscalía General resuelva a quien corresponda y que se investigue y que no haya impunidad. Eso es lo que yo propongo, que se resuelva el problema”, se limitó a responder.
Comentó enseguida que el presidente ya no es quien representa el poder “omnímodo”, que el Ejecutivo no es “el poder de los poderes”, que se tiene que tomar en consideración que existe una fiscalía autónoma y que el “procurador” (el fiscal) ya no depende del presidente.
Agregó que desde que Gertz Manero tomó posesión no lo ha visto personalmente salvo hace veinte días cuando lo saludó en el aeropuerto de Santa Lucía, pero que no ha tenido ninguna entrevista con él, “no he hablado con él por teléfono nunca, en todo este tiempo, porque él es autónomo”.
“Entonces, no era así antes, o sea, el procurador dependía del presidente y recibía indicaciones del presidente. Ya no. Entonces, si esto corresponde a la fiscalía, ellos tienen que resolverlo”.
La reportera le preguntó si tendría que ser pronto. “Claro. Eso sí, eso sí, buscar que todo sea pronto, expedito y justo”.
El presidente, ocupándose de un fiscalito
Se zafó, pues, del problema y hasta cabe pensar que se puso a salvo del riesgo para él de que la Fiscalía General de la República y finalmente la Suprema Corte de Justicia de la Nación, si el problema llegar a escalar más alto, terminara dándole la razón a Winckler.
Lo que quedó claro ayer es que un problema doméstico que se debió haber resuelto en el Estado trasciende ya extramuros Veracruz y lo empieza a perseguir a donde quiera que va. Al gobierno del Estado, eso creo, es algo que debiera preocuparle porque le puede llegar a “colmar el copete”, para utilizar una frase suya.
Los errores cometidos en Veracruz han llevado al absurdo de que el presidente de un país de más de 123 millones de habitantes, con graves problemas que requieren de toda su atención y dedicación, se esté distrayendo por el pleito con un fiscalito (sin desdoro de la persona, sino por la desproporción entre el inmenso poder de un presidente y lo que representa un fiscal local).
Winckler niega a subirse al ring
Por su parte, el fiscal Winckler Ortiz dejó claro que no se va a subir al ring y no se va a confrontar con el gobernador, el secretario de Gobierno así como el de Seguridad Pública. “Para pelear se necesitan dos y yo no estoy peleando con ellos”, le declaró a temprana hora a Ciro Gómez Leyva.
También reiteró su decisión de continuar en el cargo aunque dijo que espera más embestidas, por lo que si se ignoran las palabras del presidente López Obrador ayer en Hidalgo entonces se va a conformar un frente amplio pero para seguir insistiendo en que se vaya. Mientras tanto, la inseguridad y la violencia están a la orden del día y los veracruzanos dejados a su suerte.