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De adelfas y astronómicas

by Nora Guerrero

En uno de mis presurosos andares por las calles de Xalapa, que entre semana tiene un ritmo un tanto acelerado, me equivoqué de calle para llegar a la avenida Miguel Alemán y fui a dar a una engañosa cerrada muy estrecha, que me obligó a salir de ahí en reversa. Quiero confesar aquí en este espacio tan mío -y tan suyo- que en la maniobra de la salida, me tocó auxiliar a otro incauto que también pretendía cruzar por allí. Pero obtuve mi recompensa: el momentáneo desaguisado me permitió observar un hermoso arbusto cuajado de adelfas y enfrente otro de astronómicas, lo que me obligó a bajar del auto a tomar unas fotografías y charlar acerca de las plantas con un amable caballero que trabajaba afanosamente en su cochera, adaptada como taller.                                            Justo es decir que siempre he apreciado estos arbustos sembrados en diferentes partes de la ciudad, ya en los camellones, ya en los arriates de las banquetas, ya en jardines particulares. Me gustan por sus flores rosadas -mi color predilecto- lo que hace que las detecte rápidamente en mis frecuentes trayectos. Ahora, por ejemplo, los veo florecientes en los camellones de la calle de Pípila donde algunos alcanzan alturas de diez metros y más, aunque se estima que la  estatura promedio del arbusto es de 6 metros. Esta especie es resistente, no requiere de grandes cuidados, pero sí de riego adecuado y buen drenaje pues crece rápidamente.                                                    Como arbustos perenne que es, no se desviste cada año para mudar de follaje, por eso entra en la categoría de los “siempreverdes”. Una de sus características que hay que tomar  muy en cuenta es su alta toxicidad, lo que hace que sea considerada, probablemente “la planta más tóxica del mundo”, según indica la ficha técnica de Todohuqsvarna, quien nos alerta de que “Todas sus partes contienen algún componente tóxico (cuya ingesta) podrá tener efectos negativos o muy negativos (…) como náuseas, vértigo, excitación, depresión, convulsiones, arritmia e incluso paros cardíacos”. Por lo tanto y tomando en cuenta esta importante información, podremos seguir disfrutando de la vista y compañía de la Nerium oleander -su nombre científico- considerada también como una de las plantas más bonitas del mundo.                                                                               La otra planta que disfruté con mi ocasional amigo fue la Astronómica, de nombre ya de por sí, original. Se da en ramitos pequeños y de flor pequeña también. Otros nombres por los que es conocida son: Árbol de Júpiter y Espumilla. Esta que hoy trato de describirle es una planta joven, de no más de tres metros, pero esta especie llega a medir regularmente ocho metros y hasta doce o quince -en muchos años- siempre que esté en condiciones adecuadas. A diferencia del anterior arbusto que comentamos, este es caducifolio, es decir, que muda hojas cada año y aunque éstas son de color verde oscuro, para el otoño pueden irse tornando amarillentas y color naranja. Las flores que forman los ramilletes son blancas, lilas, rosadas…                                                                        La planta que encontré en la calle sin salida, da flores de un atractivo color fucsia brillante que deja ver, entre el ramillete, redondos frutos color café, los que seguramente contienen abundantes semillas (aunque no todas fértiles) que es uno de sus medios para propagarse, el otro es por esquejes. La astronómica prefiere el verano para florecer, pero ahora, ya en primavera, ¡es un gusto ver sus brotes coloridos! Y el clima de la región de Xalapa le es muy favorable pues, al tiempo que requiere del calor solar, es sensible a los vientos. Razón por la cual, seguramente la encontraremos en parques públicos, arriates, banquetas y en los solares xalapeños y veracruzanos. Y usted, estimados lector-lectora ¿Ya lleva el suyo? [email protected]

 

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