Corona de Cristo

Como muchas veces durante el año, la semana pasada estuve en el puerto jarocho y en casa de Pili, mi hermana del corazón desde los once años. Como lo hacemos con frecuencia, su esposo, ella y yo visitamos sus árboles y plantas desde la banqueta. Hablamos de su desarrollo, de su poda, de su influencia en el entorno y hasta de las aves que los visitan. Esta vez, observamos con particularidad la Corona de Cristo, la cual atrapó nuestra atención por su abundante floración, sus hojas brillantes, el encendido color de sus flores, sus profusas y vigorosas espinas y tal vez, sólo tal vez, por la cercanía de la Semana Santa.

El nombre botánico de la exótica arbórea es Euphorbia milli, pertenece a la familia de las suculentas y también se le conoce como Corona de Espinas y Espinas de Cristo. Es originaria de Madagascar, país africano poseedor de una extensa biodiversidad. Lo mejor de ella es su resistencia a las altas temperaturas y fácil cultivo, ya que puede mantenerse en maceta o en suelo -donde más fácilmente puede crecer como arbusto- alcanzando una altura de dos metros y más. Su rasgo distintivo lo constituyen las abundantes y fuertes espinas a lo largo de sus tallos, al final de los cuales brotan sus flores reunidas en pequeños manojos en vivos colores, llegando a formar una especie de ramo. Muy vivas, en rojo, rosa mexicano, amarillo, naranja, verde tierno, blanco, salmón, color melón…

La Euphorbia Milli, requiere de escaso riego, preferentemente una vez por semana en climas cálidos extremosos, en las estaciones intermedias suele requerir agua cada dos semanas y, en el invierno, la planta podría conformarse con apenas un riego al mes. Puede permanecer a sol directo, pero le favorece más la semisombra, en cambio, la sombra total no le favorece nada y puede provocar que la planta no dé flores. En caso de que la planta esté en interiores, debe recibir iluminación. También le afecta el frío. De entre las variedades se destacan: la Baby Trillonaria, Miss Universo, Luna  Llena, Cecy,  Baby Cecy, Dulce Princesa y más.

Para ser justos, en la casa de Pili no sólo las Coronas de Cristo embellecen el hogar. Desde la banqueta, tres frondosos árboles de cópites prodigan su sombra a los transeúntes y frescura a la casa misma. Al frente y con vista a la calle, el corredor de más de 20 metros de largo, luce ornamentado con grandes macetas de sábilas y cactus, algunos floridos y un árbol de guanábana. En la casa, estratégicamente crearon un jardín interior con piso de baldosas donde predomina el verde de las palmas arecas, plantas medicinales, plantas de nochebuena y arbustos en macetas. Allí la belleza de los lirios color naranja y el dulce aroma de los jazmines y las rosas que dan un toque de frescura y mucho contribuyen al bienestar que se respira en la residencia. Este espacio es muy saludable y  benéfico a los sentidos y al ambiente, verdaderamente cuidado por Pili, Renato, su esposo, y por Doña Francis, su mami.

La planta de Corona de Cristo agradece el abono para cactus que se recomienda aplicar en el agua de riego cada 20 días, preferentemente. No obvio comentar que es preciso evitar que el jugo lechoso de sus tallos, llegue a la cara o a los ojos, pues es muy irritante y venenoso.

Entusiasmada por las cualidades de esta planta y por el intrínseco significado de su nombre común, hoy mismo he adquirido una pequeña plantita de la Corona de Cristo, que espero poder mostrársela dentro de un año…xalapaflorida@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No puedo dejar de comentar que, alrededor de esta extraordinaria planta, corre la creencia de que es la que se utilizó para hacer la corona que impusieron al Nazareno para su crucifixión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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