Llegamos al término de una semana intensa de primavera y de acontecimientos varios. Lo mismo hemos disfrutado noches y días cálidos que otros de intensas lluvias, tormentas, granizadas y espesas neblinas, las cuales, presuntamente han provocado accidentes automovilísticos de grandes dimensiones. Este no es un parte del tiempo, estimados lector-lectora, sólo es una expresión de sorpresa por los grandes cambios que experimenta el globo en el que vivimos y cuyas primerísimas muestras las observamos en el clima, en las manifestaciones de la naturaleza y en el comportamiento de los animales, por mencionar algunos.
Con respecto a las plantas, aquí hemos dado cuenta de los cambios que se están operando en los ciclos de floración y reproducción en ellas. Por ejemplo, en los últimos días de marzo, mi planta Dama de Noche asomó diez minúsculos brotes de flor que ya están a dos o tres días de abrir; otros diez botones con su forma de estrella, brotaron con su característico color entre rosa y naranja y en los bordes de las hojas, de donde salen las flores, ya se vislumbran otros doce. Dígame usted si esto no es un loco desorden de la madre natura, de la que provenimos todos.
Todo es un ciclo, me queda claro y, en el aspecto humano, el de la vida y la muerte no podría ser diferente. Algunos casos suelen ser muy dolorosos, más cuando se trata de personas de un alto perfil de servicio a la humanidad y concretamente a su comunidad. En este caso me refiero a don Augusto Miranda López, bombero de esta ciudad. Su grado era de Sargento Primero, contaba con 57 años de edad y 41 años al servicio de salvaguardar la vida y bienes de los xalapeños, como lo hacen desde hace más de 80 años todos y cada uno de los miembros del Cuerpo de Bomberos de Xalapa. Después de su último servicio don Augusto enfermó, estuvo internado en el instituto de seguridad social y falleció a los cinco días. Él estaba en plena actividad profesional y de pronto, pasó a ocupar su columna en el “Eterno Oriente”, como dice Don Pepe Zaydén.
Todavía hace un mes, salió en servicio a combatir un incendio en casa particular de la calle Bustamante…Y unas semanas después, falleció. La noticia fue sorpresiva y la pena, mayúscula. En la benemérita institución de Bomberos se veló su cuerpo y se le rindieron los homenajes a que se hizo merecedor a fuerza del trabajo desempeñado con profesionalismo, entrega y heroísmo. Le acompañamos a su última morada miembros de la corporación, entre los cuales se cuentan hijo y familiares; su esposa, hijos, vecinos, miembros de patronato, amistades y también le acompañaron las flores, ¡muchas flores!
Entre las que recibió Don Augusto hubo rosas, crisantemos, lillies, pompones, gerberas, noras, alstromerias, nube, aster, las pequeñas gypsofilias, sin faltar los albos alcatraces. Algunas en ramos, otras en arreglos, sueltas y en coronas, todas con dolor, reconocimiento y cariño.
Si la cantidad de las flores midiesen el amor, honor, agradecimiento y respeto, los allí presentes, representantes de la comunidad xalapeña, hacemos constar que don Augusto Miranda López, el Sargento Primero del Cuerpo Bomberos de Xalapa, además de noble, solidario, respetuoso y colaborador, fue un hombre muy apreciado y reconocido.
Al terminar la ceremonia del sepelio, en el acostumbrado pase de lista a los bomberos fallecidos, incluyendo a quienes intervinieron en la creación del Cuerpo de Bomberos, todos los elementos contestaron a coro ¡Presente!
Réquiem para don Augusto Miranda López. Descanse en paz. xalapaflorida@hotmail.com