“La serenidad no es estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella.” – Thomas de Kempis.
Vaya que, en estos tiempos convulsos de la 4T, a cuatro meses de la consumación por la vía democrática de un cambio de régimen, los mexicanos debemos seriamente reflexionar respecto al orden en que las cosas se acomodan.
Nuestra sociedad acostumbrada a otro tipo de hacer política, observa con asombro, incluso con incredulidad y muchas de las veces con temor, la forma en que el gobierno Lópezobradorista afronta las problemáticas del día a día.
La inseguridad principal flagelo social, se ve complicada con un sentimiento de temor económico ante los constantes anuncios de cambio estimativo del crecimiento nacional, sumado a una inminente recesión económica nacional producto de una desaceleración en la economía norteamericana.
A su vez, entidades como Veracruz, enfrentan una doble y hasta triple problemática, pues sus gobiernos tanto en lo estatal, como en lo municipal, no terminan de dar los resultados esperados.
Es importante mencionar que al menos en lo referente al gobierno estatal a escasos 4 meses de iniciada la administración es complicado darle una calificación con plena objetividad, aun cuando exhibe destellos graves de incapacidad e ingobernabilidad en muchas de sus áreas.
Pero lo que es de llamar la atención es la forma en como conciben la acción de “gobernar”.
Para los integrantes de esta 4T la acción de gobierno se entiende, mediante el enfrentamiento, jamás basados en el acuerdo, en el consenso, su visión de ejercer el poder se distorsiona, al no dejar el discurso combativo de campaña, olvidando, ante todo, que hoy se debe representar a todos, incluidos aquellos con quienes no existe identificación filosófica, ideológica o doctrinal.
La guerra de declaraciones de culpabilidad entre la actual administración y el pasado reciente, se cerne en responsabilizar de todo al Fiscal General del Estado, Jorge Winckler Ortiz de todo cuanto pasa en Veracruz.
Y si no es a él, la cuestión es culpar a alguien más, no importa, ellos ya no están y no podrán defenderse, así empleará todos los instrumentos del estado para ello.
De igual modo, vemos como entre denuncias de posible daño patrimonial, señalamientos de inacción jurisdiccional por parte de la Fiscalía General se la pasan, mientras la contra parte, entrega notificaciones por denuncias pasadas a modo de responder la batería de cañonazos que algunos actores políticos despliegan en medios.
La cuestión es emplear a la prensa fifí y la no fifí, a los que se identifican con el movimiento, sus verdaderas intenciones son dividir y seguir confrontando.
Hasta el momento, en nadie cabe la famosa “prudencia” a la que refirió el mismo presidente López Obrador en su más reciente visita a Poza Rica, en relación al diferendo con el presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump.
El gobernar señoras y señores es un arte y a la vez una ciencia, no es una cuestión de ocurrencia, se requieren de años de formación, preparación y no de un saco lleno de buenas intenciones.
Veracruz demanda a gritos un alto a la confrontación directa, demanda un accionar del aparato de estado a favor de los veracruzanos, garantizando con ello, salvaguardar en primera instancia la integridad de todos los ciudadanos, dejando en el pasado, diferencias de orden filosófico o ideológico.
De continuar por el camino en que vamos, estaremos sembrando la semilla de la implosión institucional del estado, desquebrajando con ello, todas las estructuras y aventando a la sociedad a la convulsión violenta.
Es momento de serenar los ánimos y replantear la misión de gobernar, pues de seguir así, los tiempos para catástrofe estarán más cerca.
Al tiempo.
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