¿Y cuándo apagarán el otro incendio?

Las noticias hasta anoche eran que ya mero acaban de apagar el incendio forestal en los ejidos Toxtlacoaya y la reserva de San Juan del Monte, en el municipio de Las Vigas, relativamente cerca de Xalapa.

El reporte era que lo tienen controlado en cien por ciento y “liquidado” (apagado totalmente) en 85 por ciento, o sea, ya mero pero todavía falta.

Sería mezquino no reconocer que los tres órdenes de gobierno han trabajado para sofocarlo, por lo que si bien el daño a 500 hectáreas de coníferas es irreparable, debe aprovecharse el siniestro para sacar lecciones.

Una de ellas es que solamente con el esfuerzo conjunto se pueden resolver los problemas, que no distinguen colores ni siglas, y que el patrimonio estatal está por encima de todo y de todos.

Todos esperaríamos a que amanezcamos este jueves con la noticia de que se ya se apagó totalmente el fuego, y que las autoridades nos demuestren con decisiones concretas que iniciarán de inmediato los trabajos de valoración para de ahí proceder a la reforestación.

Se apaga, pues, ese incendio, pero queda el más grande y peor: el de la inseguridad, el de la violencia, el de la falta de empleos, el de la falta de inversiones, el de la falta de pago a los proveedores, el de la falta de justicia que motiva que pobladores la hagan por propia mano, el infierno de la falta de medicinas, el del incumplimiento de la promesa de campaña de que los altos funcionarios se bajarían los sueldos, el que desató el enojo social al saber que los secretarios enquistaron en las nóminas a toda su familia, el infierno de la inconformidad de los trabajadores porque les quitaron su compensación y les rebajaron sus sueldos.

A Toxtlacoaya y San Juan del Monte acudieron efectivos del gobierno pero también voluntarios, muchos voluntarios, en especial los pobladores del área circundante, los más preocupados e interesados porque se puso en peligro su entorno, su hábitat, el territorio en el que viven y del que viven.

Para el otro incendio, el que se mantiene y por como van las cosas no se ve que se vaya a apagar en seis años, hace falta, igual, la coordinación de los tres niveles de gobierno, que si se hace efectiva, estoy seguro que todos los veracruzanos acudirán también para tratar de salvar la situación.

A nadie más que a los veracruzanos les interesa que se controle el gran incendio político, económico y social que abrasa a todo el territorio estatal, y que se vayan apagando fuegos (“liquidando” dice el lenguaje burocrático). Estoy plenamente seguro que todos saldrían con palas, picos y cubetas de agua a ayudar a las autoridades, pero resulta que hasta ahora nadie los convoca, no hay un jefe de bomberos… políticos que coordine y lidere la ayuda. Veracruz vive una verdadera situación de emergencia.

Qué bueno que las autoridades vieron el incendio que arrasaba con coníferas y que salieran a combatirlo, qué malo que no vean el otro en medio del cual incluso están y los puede alcanzar.

Veracruz, pues, arde, y apenas comenzará la primavera y vendrán los calores intensos. La geografía estatal se puede incendiar si no se prevé y se actúa a tiempo.

Ha lamado AMLO a dejar de pelear y darse la mano

En esa línea, me pregunto con frecuencia si las autoridades estatales oyen y escuchan los mensajes de su amado líder, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Lo hago porque veo que mientras que el gran Tlatoani dice y recomienda una cosa, acá en la aldea hacen otra, lo que hasta la fecha les ha dado muy malos resultados.

Por ejemplo, el sábado 23 de febrero, en el estado de Campeche, AMLO llamó a dejar de estarse peleando con los opositores y a darse la mano, mientras que en Veracruz hacen lo contrario y van abriendo frentes de batalla y sufriendo estrepitosas derrotas.

En esa fecha, tanto en la capital campechana como en el municipio de Candelaria, López Obrador salió en defensa del gobernador priista Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas ante abucheos que recibió.

Dijo que su pecho no era bodega, que era deslenguado y que siempre dice lo que piensa aunque a lo mejor no gusta, y reconoció entonces que “Alito” lo está apoyando.

“… y de una vez les digo, ya que pronuncié estas palabras, ya no hay que estarnos peleando, hay que darnos la mano”.

Prosiguió: “¿Qué se hace en los templos? ¿En la iglesia no se dice vamos a darnos la paz? Pues eso es lo que se hace ahora: la unidad, la reconciliación; ahora, si somos muy pleitistas y queremos pelearnos, ¡vamos a pelearnos contra la corrupción!, pero no a pelearnos nosotros, somos hermanos y así nos tenemos que ver”.

Continuó: “¿Y, saben qué? El partido más importante en esta circunstancia fundamental se llama México y a ese partido pertenecemos todos los mexicanos”.

Antes, en el municipio de Candelaria recordó que “ya pasó la campaña” y ahora hay un solo partido: Mexico, “¿o vamos a seguir peleando?, ¿qué ganamos con eso? ¡Nada!”

“No vamos a seguir peleando. ¿Qué ganamos con eso? ¡Nada!, Peleábamos cuando queríamos llevar a cabo la transformación, ahora ya estamos en eso, vamos a llevar a cabo la cuarta transformación desde abajo”, dijo.

Broncas con iglesias no, “así de claro”

Anteriormente, el 18 de febrero, López Obrador había sido contundente: “No queremos confrontarnos con las iglesias. Así de claro. Necesitamos la unidad nacional, estamos por la reconciliación”.

Lo expresó en su conferencia mañanera. Si bien fue en respuesta a una pregunta concreta sobre si su gobierno se involucraría en investigaciones sobre casos de pederastía, que el propio Vaticano reconoció, su postura aplicaba, sin duda, a su relación en general con las cúpulas religiosas del país.

Dijo que en el país hay una gran diversidad y una gran pluralidad, “y tenemos que ser respetuosos de todos, de todos; sobre todo cumplir con la Constitución para que se respeten las libertades… buscamos la conciliación, resolver las diferencias de manera pacífica y no alebrestar, no meterle carga ideológica”.

También muchas veces me pregunto si el presidente dice lo que dice tanto por como se la van presentando las circunstancias como también porque sabe lo que pasa en Veracruz, le preocupa y aprovecha para enviarles mensajes para que corrijan.

Pero tal parece que no. Insisto en que hace falta un gran pacto social que incluya a todos, de todas las siglas y colores, y que juntos busquen apagar el incendio de la división que todo lo daña y que ya se prolonga por varios años, sexenios y bienio anteriores incluidos.

 

 

 

 

 

 

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