A los 100 días de haber iniciado, el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez enfrentó su primera contingencia -no política- de alto impacto.
Hasta el momento de escribir estas líneas, el incendio que se extendió por todo el ejido Toxtlacoaya, en el municipio de Las Vigas de Ramírez, en la zona de Perote, solo había sido controlado a un 20 por ciento, por lo que se procedió a la evacuación de más de dos mil personas de las comunidades circunvecinas mientras personal de todos los órdenes de gobierno intentaban contener el fuego que se avivaba con el cambio de los vientos y amenazaba con arrasar con todo a su paso en el Área Natural Protegida de San Juan del Monte.
Si bien hasta anoche no se reportaban lesionados ni pérdida de vidas humanas, los daños al entorno natural de esta zona de bosque mesófilo de montaña son aún incalculables, dada la gran magnitud del siniestro, que todavía no se sabe si se debió a las condiciones climáticas o si bien fue provocado.
Sería aventurado querer responsabilizar a alguna autoridad por este evento en particular. Sin embargo, es un hecho que el medio ambiente no se encuentra en la lista de prioridades del Gobierno Federal.
De acuerdo con las reglas del Programa Apoyos para el Desarrollo Forestal Sustentable 2019, publicadas a finales de febrero en el Diario Oficial de la Federación, la partida presupuestal destinada a la restauración forestal y reconversión productiva fue eliminada totalmente, así como los servicios para atender contingencias ambientales forestales, suprimiendo en consecuencia el pago para brigadas forestales rurales, precisamente las que operan cuando hay incendios.
Estos y otros programas federales que fueron desaparecidos por la administración de la “cuarta transformación” eran manejados por la Comisión Nacional Forestal (Conafor), cuya función ha quedado en entredicho ante el recorte de recursos y herramientas para llevar a cabo su labor.
Desde que comenzó, el gobierno lopezobradorista se ha mostrado poco interesado en el tema ambiental. Su apuesta por la explotación de hidrocarburos en lugar de las energías limpias como modelo de desarrollo ya ocasionó un verdadero desastre ecológico en donde se construirá la refinería de Dos Bocas, en el estado de Tabasco, con la tala de aproximadamente 300 hectáreas de selva.
Y ni qué decir del “tren maya”, el proyecto turístico estrella de la actual administración federal, que pasará por las selvas del sureste mexicano e invariablemente tendrá consecuencias –nefastas, afirman los ambientalistas- para la flora y fauna de toda esa región.
Asimismo, el programa de supuesta remediación ecológica del régimen, “Sembrando vida”, también en opinión de los ambientalistas, es más un plan asistencialista que ecológico, pues se basa en el pago de “apoyos” a las personas que se enlisten para la siembra de árboles maderables, en la misma lógica clientelar en la que se basa todo el proyecto de gobierno lopezobradorista.
En contraparte, el desmantelamiento de organismos como la Conafor y la reducción de 20 por ciento al presupuesto de la Secretaría de Medio Ambiente para el ejercicio fiscal 2019 demuestran la nula empatía del régimen con temas que no le representen ganancia política, y auguran escenarios complejos en materia ambiental en los meses por venir.
Porque si a principios de marzo una de las zonas más frías de Veracruz sufrió un incendio forestal de grandes magnitudes, ¿qué no podrá suceder durante la temporada en la que haga calor hasta arder?
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