En el segundo capítulo de El otoño del patriarca se narra que Bendición Alvarado, la madre del dictador (el patriarca), figura principal de la obra de Gabriel García Márquez, es desterrada de la casa presidencial en una mansión de los suburbios luego de que hace pasar a su hijo una gran vergüenza.
Resulta que una noche de esplendor, en un banquete de gala con el que celebraban el desembarco de unos infantes de marina, Bendición Alvarado ve a su hijo, el dictador, en uniforme de etiqueta con unas medallas de oro y guantes de raso y no puede reprimir el impulso de su orgullo materno.
Entonces exclama en voz alta ante el cuerpo diplomático en pleno que “si yo hubiera sabido que mi hijo iba a ser presidente de la república lo hubiera mandado a la escuela” (Plaza & Janes, 1975, p. 52 de la primera edición –¡yo tengo un ejemplar de la primera edición!).
De este pasaje me acordé ayer cuando estalló lo que se convirtió en un escándalo mediático por una imagen con la que presuntamente el Congreso local recordó el 92 natalicio del Premio Nobel de Literatura pero en la que le cambiaron el nombre de Gabriel por el de Francisco, Francisco García Márquez, y además le atribuyeron la nacionalidad mexicana siendo colombiano, si bien fue mexicano por adopción.
¡Válgama Dios!, me dije cuando vi que la presunta garrafal equivocación escalaba a los medios nacionales y dejaba en ridículo, por inculto, al Congreso local, y se llevaba entre las patas la fama de Xalapa como la “Atenas veracruzana” y de paso arriaba también con la buena imagen de Veracruz y de Morena, ahora en el gobierno. Fue un carambolazo de cuatro bandas.
Me acordé de pasajes de otras obras de Gabo, pero por venir el error de donde (presuntamente) provenía, el Congreso local, me enfoqué en El otoño del patriarca y para mis adentros, luchando para no reirme solo y que alguien pensara que estoy loco (que a lo mejor lo estoy –el filósofo Diógenes decía: “Cuando estoy entre locos, me hago el loco.”), me dije que si las mamacitas, que se merecen todo mi respeto, del presidente de la Junta de Coordinación Política, Juan Javier Gómez Cazarín, y del presidente de la Mesa Directiva, José Manuel Pozos Castro, hubieran sabido los cargos que iban a ocupar, también los hubieran mandado a la escuela.
Oficialmente la imagen nadie salió a desmentirla y corrió por todo el espacio cibernético, aunque salieron defensores a decir que se trataba de una fake image (una imagen falsa), pero como el que calla otorga, en el imaginario colectivo quedó la seguridad de que se trató de uno más de los errores garrafales de los directivos del Congreso, lo que además no es nada difícil de que sea cierto conociendo el bajo nivel al que han llevado al Poder Legislativo.
Y si se trató de una fake image, entonces quiere decir que sus enemigos políticos ya les tomaron la medida y no les dan respiro, echando a andar en las redes las más diversas imágenes o especies, con mucha imaginación y con muchos visos de credibilidad, que les daña terriblemente la imagen. Pero no reaccionan y en todo caso encargan a defensores que traten de quitarles los golpes aunque, eso creo, sin ninguna efectividad.
Lo de ayer de todos modos sirvió para confirmar lo que ya no deja lugar a dudas: Veracruz en este momento vive un verdadero realismo mágico donde todo puede suceder como en las obras de Francisco García Márquez, perdón, de Gabriel García Márquez.
Está solo
En la parte final de “Prosa aprisa” de ayer comenté que en el caso de nepotismo del que acusan a la Secretaria del Trabajo, María Guadalupe Argüelles Lozano, en lugar de que ella diera la cara y saliera a responder, lo tuvo que hacer el gobernador Cuitláhuac García, quien dijo que la funcionaria “sí tuvo la intención” de contratar a su hija Quetzalli para que trabajara a su lado, pero que finalmente había desistido.
“El gobernador, pues, cargando otra vez el muerto y defendiendo a los malos funcionarios de su administración. Con ellos, para que quiere enemigos”, expresé.
Penosamente, ayer la reportera Claudia Montero, del portal alcalorpolitico.com, con un trabajo profesional de investigación dejó en entredicho al mandatario al confirmar que la hija sí fue contratada y que incluso se le dio de alta en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), institución en la que seguía inscrita hasta el día de ayer.
La periodista fue más allá al corroborar que en el portal del IMSS aparecen inscritos otros tres presuntos familiares de la funcionaria: Nahum Argüelles Lozano, con parentesco de segundo grado con doña María Guadalupe, su presunto yerno Jonathan Antonio Martínez Zamora y su presunto sobrino Adair Aguirre Calte. La reportera dio los números de registro ante el IMSS de los cuatro en los que aparece que su patrón es el Gobierno del Estado.
Hasta anoche cuando cerré la redacción de esta columna no se había producido ninguna reacción oficial y la Secretaria seguía guardando silencio.
La incómoda situación en que se colocó el titular del Ejecutivo en forma innecesaria no es más que la consecuencia de no tener un operador político de peso que maneje ese tipo de casos y que salga a dar la cara y las explicaciones o justificaciones necesarias, para que él no se exponga, papel que debiera corresponder al Secretario de Gobierno, pero que no asume porque no quiere, porque no puede o porque no sabe, o por las tres cosas.
Pero también refleja la cachaza de funcionarios como la citada Secretaria, que dejan que su jefe, en este caso el gobernador, quede en entredicho y se dañe su imagen y su credibilidad, antes que salir a dar la cara y responder por un presunto caso de corrupción, que eso significa el nepotismo del que está siendo señalada.
Era para que ayer hubiera confirmado o negado rotundamente con pruebas que no es cierta la acusación que se le hace, y si no podía probar su dicho anunciar que presentaba su renuncia con carácter irrevocable, siempre pensando en dejar a salvo la figura del gobernador. Pero prefirió su comodidad y los intereses de su familia antes que los de la institución que el mandatario representa.
Señalan también a otros funcionarios
A solo tres días de que se cumplan los primeros 100 días de la nueva administración, tanto en las redes sociales como en diferentes medios informativos se han hecho señalamientos de otros casos de nepotismo en diversas dependencias, aunque sus titulares guardan silencio, lo niegan o culpan a funcionarios de la administración pasada de estar soltando las versiones, incluso a algunos medios o periodistas.
Sin embargo, han salido a la luz pública documentos, nombramientos, cargos, ubicación, nombres y apellidos, que hacen dudar de sus dichos, y generan la percepción en la opinión pública de que todo es cierto.
En el trasfondo, de hecho se trata del dicho de los funcionarios contra el trabajo de los periodistas, quienes no se quedan con la primera versión que se les da sino que investigan a fondo y van descubriendo que están mintiendo. Por ese lado, la sociedad veracruzana tiene hoy una prensa muy profesional, que no se queda callada y denuncia.
Los casos son reforzados por los mismos empleados, inconformes porque se les rebajó su sueldo y se les quitó su compensación, aunque afirman que en cambio sí hay familiares recomendados que ganan muy bien, sueldo y compensación, aunque no tengan una preparación adecuada o no cubran el perfil que requiere el cargo que ocupan.
Los presuntos casos de nepotismo echan por tierra todos los dichos del presidente López Obrador de que no se permitiría la corrupción y está dañando y erosionando la imagen de Morena ante el electorado veracruzano. Si no se toman medidas radicales, todos los casos señalados serán un lastre para ese partido, cuyas consecuencias podrían verse en la próxima elección intermedia.