En tiempos de incertidumbre e intentonas por reducir y controlar desde el poder a los medios públicos, el refrendo de la concesión de Radio Universidad Veracruzana es un hecho que merece destacarse y celebrarse.
El pasado 23 de enero, el pleno del Instituto Federal de Telecomunicaciones aprobó el expediente entregado por la Universidad Veracruzana para refrendar sus dos títulos de concesión: para usar y aprovechar bandas de frecuencia del espectro radioeléctrico para uso público, cuya vigencia se amplía hasta el año 2025; y de concesión única para uso público, que tendrá validez hasta 2047.
La renovación de los dos títulos de concesión no fue una tarea fácil, pues implicó construir el nuevo entramado institucional que exige la ley –que incluyó la creación de figuras de carácter honorario como el Defensor de las Audiencias y el Consejo Ciudadano-, así como expedir lineamientos para garantizar los principios que son la base de la libertad de criterio que debe caracterizar a los medios públicos: independencia editorial, autonomía de gestión financiera, garantías de participación ciudadana, reglas claras para la transparencia y rendición de cuentas, defensa de sus contenidos, opciones de financiamiento, pleno acceso a tecnologías, y reglas para la expresión de diversidades ideológicas, étnicas y culturales.
Por años, Radio Universidad Veracruzana estuvo prácticamente en el abandono, secuestrada por grupúsculos a su interior a los que nada les importaba si su señal era escuchada en algún lugar, pues su único interés era sacar provecho de la emisora, llegando a extremos como los de registrar a nombre de particulares las producciones realizadas por la estación.
La situación de discrecionalidad en la que operaba Radio UV tuvo que cambiar forzosamente a raíz de la reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones de 2014, que estableció nuevos y muy rígidos lineamientos para que los medios públicos conservasen sus títulos de concesión, así como la obligación de migrar al espectro de Frecuencia Modulada, lo que le dio a la radiodifusora universitaria un alcance que no había tenido en toda su historia y que la obligó, por ende, a buscar una renovación de sus contenidos y formas de organización interna.
Ello no ha estado exento de resistencias y ataques por parte de quienes medraban –y aún lo hacen- con la emisora, cobrando altos salarios por cargas de trabajo ridículas y que con arengas propias de sicarios y no de universitarios han pretendido desvirtuar lo logrado, por antipatías personales, por ver sus intereses económicos afectados y hasta porque están resentidos con la vida. Pero los hechos son siempre más contundentes que la vulgar gritería.
El refrendo de las concesiones de Radio UV debe ser motivo de orgullo de los universitarios veracruzanos, pero también un llamado a proteger la independencia y autonomía con que la emisora debe funcionar, en tanto medio público cuya función es servir a la sociedad y no al Estado. Y en este caso específico, a la comunidad de la Universidad Veracruzana.
Los retos para Radio UV no han terminado. Debe ahora enfrentar problemas como el de la escasez de recursos para seguir desarrollándose, ampliar su oferta de contenidos y ponerlos al alcance de las audiencias de todo el estado de Veracruz. Así como inercias del tipo del paquidérmico burocratismo interno que impide agilizar sus procesos para estar en condiciones de competir por la preferencia del público que busca opciones en el cuadrante radiofónico o a través de la plataforma de internet.
También debe hacer frente a los embates de quienes pugnan por convertir a los medios públicos en instrumentos de propaganda para adoctrinar y terminar con la pluralidad de voces. Quizás sea ése su mayor desafío y para ello es indispensable que sean los propios radioescuchas quienes salgan a la defensa de una emisora que es suya, que les pertenece.
Pero por lo pronto, hay motivos para celebrar. Enhorabuena y larga vida a Radio UV.
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