El tobogán y los vacíos

El aprendizaje de la nueva clase política “fifi” bajo la bandera popular de Morena del aparato político que conduce el nuevo “reivindicador” Cuitláhuac García, le está costando a los contribuyentes y a los electores un demoledor tsunami que no se refleja en el aparato laboral y productivo del estado. Hay pesimismo, en lugar de optimismo en la ciudadanía.

No hay oxígeno puro que revitalice a las instituciones públicas de los tres poderes del gobierno estatal, porque continúan permeado los mismos vicios y estereotipos, impunidad, tortuguismo, ineficiencia, vacíos legales,  informativos, corrupción, complicidades abyectas y pasividad de las altas esferas del poder público estatal.

Hay la intención del joven gobernador de Veracruz de recomponer el erosionado tejido social y de combatir la prevaricación en la que incurrían –y siguen incurriendo- los servidores públicos del Poder Ejecutivo local. No basta de buenas intenciones, hay que ponerlas en práctica. El discurso debe ir acompañado de inversiones públicas.

El tobogán que heredó de los gobiernos, priista de Javier Duarte y panista de Miguel Ángel Yunes Linares, es mayúsculo, por supuesto, pero es la fecha que no se ha visto que elabore y proponga una profunda reforma que estimule al sector privado y establezca cimientos de un nuevo Veracruz progresista, vanguardista y pacifista que sea modelo en el país, para paliar la crisis política social del estado.

La entidad continúa cayendo en el peor tobogán que haya enfrentado Veracruz en la historia, con severos vacíos legales en la mayoría de los rubros del aparato político que integran el parteaguas institucional, avalado por el INEGI y el Secretariado Ejecutivo del SNASP.

Son ingredientes que contribuyen al estado disfuncional -en que se encuentra la entidad-, pero sobre todo se carece del hilo de  continuidad para ejercer presión y esclarecer la desviación de 45 mil millones de pesos que documentó la ASF en contra del gobierno de Javier Duarte, así como pruebas del daño patrimonial que causó en las arcas públicas el panista Miguel Ángel Yunes.

A este epílogo, hay que sumarle los graves vacíos informativos del Gobierno del Estado en las asignaturas de inseguridad pública; falta de aplicación de protocolos de los cuerpos de SSP para que los periodistas ejerzan con libertad y seguridad su labor profesional; la nula continuidad de las denuncias de las entidades del Poder Ejecutivo; y explicación oportuna de por qué el estado atraviesa por un diagnóstico disfuncional.

El gobierno de Cuitláhuac debe explicarle a los veracruzanos, a sus partidarios, a los que no votaron por él,  a sus detractores y malquerientes, los motivos, razones y justificaciones por qué han fallado los programas modelo para ir combatiendo la crisis de la falta oportuna de impartición y administración de la justicia, pobreza, ineficiencia, desempleo, salud y educación.

La clase política “fifi” criticaba a sus adversarios del PRI y del PAN, por politizar los programas de gobierno, por favorecer a sus militantes y convertirse en agencia de colocaciones, por ejercer actitudes desaseadas, prevaricación por licitaciones públicas, pagos a proveedores, colocación de parientes sin perfil y una amplia gama de tráfico de influencias, pero ellos -los morenistas- están incurriendo en los mismos estereotipos.

Lo curioso y grave de la retórica cuitlahuista es que por un lado se regodean de la bendita austeridad y la ondean como el mayor blasón –“no hay dinero ni para sacar copias”, dicen en la oficina del góber y en todas las secretarías de despacho-, pero por otro lado, el góber, sus secretarios, organismos descentralizados, fideicomisos y su pelele y mercachifle coordinador de prensa, siguen gozando de los altos sueldos. Todo fue una enmascarada.

El mismo facsímil se presentó con los integrantes de los poderes Legislativo y Judicial. Bajo la argucia legaloide y leguleya de los modositos diputados de la bancada mayoritaria de Morena de la LXV Legislatura local -atrapados en la vorágine de los traspiés- no turnaron para discutir, modificar y en su caso aprobar la nueva Ley de Remuneraciones de los Servidores Públicos.

Los diputados liderados por los camaleones y conversos José Manuel Pozos Castro y Juan Javier Gómez Cazarín demostraron su novatez, falta de experiencia y sensibilidad en el espíritu de la hermenéutica para superar el revés del juicio político que se le abrió al fiscal general a modo yunista, Jorge Winckler Ortiz. Sonoro descalabro, sinónimo de derrota.

El gobierno de Cuitláhuac García y sus principales operadores de alguna manera han sido evidenciados y  vapuleados por su adversario Miguel Ángel Yunes Linares -un personero ruin, perverso y sin escrúpulos-, porque hay varios frentes legales por los que se le puede abrir juicio y procesar, pero la nulidad y falta de oficio de la clase política “fifi” ha provocado una muralla.

Hay una sevicia unánime de los veracruzanos porque el góber morenista no ha podido llevar ante la justicia a su antecesor que dejó al estado en ruinas, en llamas y en alfileres.

Pero sobre todo, que el gobierno federal le brinde aquiescencia a Javier Duarte -actualmente en prisión y con la gran comodidad para enviar sus declaraciones a la prensa-, sin que el gobierno estatal exija y presione la devolución del daño patrimonial, de los 45 mil millones que desvió Duarte de las arcas públicas.

El tobogán en Veracruz está en el crescendo social, con una clase política morenista novel en la curva del lento  aprendizaje en perjuicio de la sociedad civil y de las instituciones públicas y bajo un vacío informativo que está lejos de ser el óptimo del aparato político. No hay oficio, pues.

¡A ese paso, los políticos “fifis” ni los mercachifles no podrán detener la bola de nieve que está cobrando daños directos y colaterales¡ Viven en la entelequia, en el Veracruz de la asimetría con signos de cleptocracia.

Comentarios a gau41@hotmail.com

@12horasver

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