Inicio ColumnasPor la verdad y la confianza El centralismo de AMLO, su debacle

El centralismo de AMLO, su debacle

by Zaida Alicia Lladó Castillo

Apenas el 2 de diciembre pasado, hacia algunas reflexiones en uno de mis artículos[1] y analizaba lo que significan las transiciones en el poder nacional y los escenarios que podían surgir con la llegada del gobierno presidencial de Andrés Manuel López O. Y en el mismo dejaba claro que si bien es cierto que,  las transiciones conllevan la sustitución de valores, normas, reglas de juego e instituciones asociadas al nuevo régimen político[2] en la mayoría de los casos  “son procesos de transformación radical de las reglas, los mecanismos de la participación y de la competencia política y pueden transitar de un régimen democrático hacia el autoritarismo, o desde éste hacia la democracia” [3]. Pero también es cierto que las transiciones pueden servir de mucho: para generar comparaciones y confrontar a los ciudadanos con la realidad y para razonar en el error.

Y tan solo bastaron 3 meses para percibir con claridad cuál es la intención de este nuevo gobierno:  romper con todo molde anterior y generar su propio estilo aun a riesgo de destruir instituciones,  establecer cambios bruscos que la sociedad está rechazando por antidemocráticos, inoperantes e incluso injustos , provocar un boquete en las finanzas públicas por cambios en las leyes fiscales, de energía , seguridad, desarrollo social, educación, etc.,  destinando al país a la quiebra o al debilitamiento de las finanzas nacionales, pues es muy fácil disponer del dinero de la nación para regalarlo cómodamente a los “pobres”, que crear condiciones para generar empleo, riqueza y desarrollo a corto, mediano y largo plazo.

Pero hay cosas que rallan en la mofa. Aprovechando sus hipnotizadoras ruedas de prensa mañaneras cree que entretiene a los medios con sus divagaciones,  mientras tanto a nuestras espaldas aumenta el ISR y las Afores disminuyen de valor afectando a miles de trabajadores, entre otras cosas.

También en otro momento he hablado del poder autocrático y centralista  que hoy distingue el gobierno de la 4T (cuatro mil trabas) que caracteriza a un Presidente que en su locura va buscando controlar  todo: a los poderes legislativo y judicial, a la administración pública centralizada y descentralizada, a los organismos autónomos, a las fuerzas armadas, en suma, al poder económico, la opinión pública, incluso la participación civil organizada a la que antes alababa y hoy no le da importancia.

Olvídense mujeres de sus logros históricos, porque las instancias públicas de género nacional y estatales, se acabarán ; olvídense jóvenes de sacar diez en los estudios, lo mismo valdrá el “huevón” que no estudia que el que no duerme por sacar un buen promedio; ni se preocupen señoras por llevar a los niños a las guarderías, hoy las mismas ya no existen, pero les darán su dinerito que seguro se los va a quitar su viejo para las chelas los domingos;  ni se preocupen maestros por conquistar a base de esfuerzo una plaza o un ascenso en el sector educativo, si lo mismo valdrá el maestro “grillo”, ignorante y revoltoso que hace marchas y no es evaluado, que se  quedará con sus plazas. Cuídense ciudadanos, si en adelante ponen en manos de cualquier profesionista mediocre –que pasó su licenciatura sin evaluaciones o la curso en 8 años –su vida, su patrimonio o su formación;  y no esperen nada nuevo y bueno señores empresarios si el Presidente asegura que México será la gran potencia económica sin ustedes.

Qué pena. Si en algún momento se hubiera visto la posibilidad de un intento de ejercicio del poder a través de un gobierno poliárquico derivado de las  múltiples fuerzas (económicas, sociales, políticas) que contribuyeron al triunfo de Andrés López Presidente, éste hubiera contado con cientos de personajes calificados que le estarían apoyando en este momento y además habría correspondido  a los compromisos haciendo un gobierno con apertura que , sumado a la participación de otras representaciones que han contribuido en el pasado y presente a la construcción del México moderno—las mismas  que le garantizaron  recibir el poder en equilibrio y estabilidad social, económica y política–, hubiera salido ganando y podría haber emprendido el camino hacia el desarrollo acelerado. Pero no, le ha apostado al centralismo, al capricho, a la mentira y sobre todo a la irresponsabilidad porque no toma consciencia de que los retos actuales son muchos para el país y muy complicados.

Pero con la perorata de que “todo lo anterior ha sido malo”, emboba a los ignorantes y a los que dan a vida por él. Ha minimizado a todos, incluso ha nulificado la imagen de todo sector, avance o recurso obtenido.  Si las instituciones no hubieran sido útiles, el señor no hubiera podido hacer campaña durante 18 años recibiendo recursos de todos lados sin trabajar, sin declarar impuestos y menos haber ganado la Presidencia. Si lo logró es porque México, con él y sin él, tiene instituciones fuertes. A las que por cierto odia.

Por eso su doble lenguaje en las conferencias diarias. Dijera el último y excelente artículo de Fernando García Ramírez[4]: Si alguien de su gente de confianza insulta con barbajanadas  a los ciudadanos, es reafirmado como director de un organismo cultural. Si eres un constructor corrupto, te cancelo unos contratos aquí y te asigno otros allá. Borrón y cuenta nueva, dice el Presidente. La impunidad criminal tiene su correspondencia perfecta con la impunidad declarativa del nuevo gobierno. Vamos a rescatar el lago, pero no hay lago. No vamos a tirar ni un solo árbol con el tren maya, pero el tren atravesará una selva. Vamos a ser totalmente transparentes con la caída del helicóptero que provocó la muerte de dos prominentes miembros de la oposición, pero hasta el momento no se ha exhibido ni un solo documento técnico que avale que se trató de una falla mecánica o que no hubo explosivos. En este caso la transparencia significa total opacidad. Sus palabras significan su contrario.

“Y lo mismo dice: abrazos no balazos y alienta una Guardia nacional en el fondo militarizada y tacha de fascistas a los de enfrente;  habla de Amor y paz y apenas le contradicen califica de mezquinos y canallas a sus adversarios. Llama consulta democrática a un ejercicio viciado y fraudulento. Afirma que respetará la división de poderes y después impone caprichos usando la mayoría de su partido en el Congreso, afirma que habrá respeto a los organismos autónomos y los descalifica si no están de acuerdo con él. (García R. Fernando 2016)”.

En fin, goza viviendo en la contradicción y en el capricho.

Luego entonces el lenguaje para López Presidente es un arma para distorsionar, engañar, manipular a sus seguidores y cuando un gobierno no recapacita y se enterca en creer que todo lo hace bien y se centra solo en él buscando dominar todos los escenarios, se desgasta y exhibe como un ególatra político…es decir un hombre con patología humana; y lo peor es que…mientras éste se entretiene con su nuevo juguete, tarde o temprano, en la oscuridad actuarán libremente sus malandrines, que con honrosas excepciones, la mayoría son gente ambiciosa y con hambre de poder y sus malas mañas no las van a cambiar, sólo porque un Presidente mesiánico se los exija.

Gracias y hasta la próxima.

[1] Lladó, Zaida , diciembre de 2018,

[2] (Santamaria 1982)

[3] (Dhal, 1961)

[4] García Ramírez F. (07/01/2019) Columna “Palabras Importan”

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