Los nombres colocados en la negociación previa a la votación que aprobaría en el senado la entrada en vigor de la Guardia Nacional se multiplicaron.
Fue un proceso donde la conciencia de los senadores antepuso la necesidad de una medida radical ante el desbordamiento de la violencia en México.
La labor de cabildeo, hay quienes aseguran que fue obra de Ricardo Monreal, fue muy diferente a la maiceada que ocurrió hace poco más de seis años, cuando algunos priistas maicearon a los legisladores y los convencieron de que votaran en favor de las mal llamadas reformas estructurales que, según Peña Nieto, serían el detonante de la economía mexicana. Ahora sabemos que fue todo lo contrario.
El sexenio anterior tuvo en su contra dos medidas que concretó en pocos días y el resto de la administración se dedicaron a robar.
Primero fue el pacto por México, donde la oposición política y partidista se doblegaba ante un poder que le prometía ser parte de los privilegios a cambio de no ser altamente críticos. Después vinieron las votaciones en el poder legislativo, donde se les dio dinero a cada uno de ellos para que votaran en favor de las reformas energética, laboral, fiscal, educativa, etc.
Los grandes perjudicados, como lo hemos visto, fuimos los mexicanos.
Ahora, todos los legisladores de todos los partidos coinciden en que la inseguridad rebasó todos los límites y fue más allá de lo que nunca antes había ido.
Votar en contra de una Guardia Nacional, como única alternativa a la disminución de la violencia, le acarrearía todavía menos votos a la oposición, de tal manera que, con una estrategia de cabildeo de Morena, una labor de convencimiento que seguramente antepuso los intereses del pueblo al protagonismo de algunos militantes de la derecha, se logró lo que se ha dado en llamar la Negociación perfecta.
Incluso los más críticos detractores del proyecto votaron a favor de la Guardia, que deberá tener ante sí, los ojos de todos los mexicanos.
Se trata de una labor donde cada uno de sus miembros se juega la vida, pero también es un lugar donde se camina sobre el filo de la navaja en el sentido de que los uniformados pueden ser seducidos por las tentaciones de trabajar con el enemigo, como ha sucedido anteriormente, y que este tipo de atracción hacia el dinero y el delito fortaleció las filas de cárteles como los Zetas, donde hubo muchos militares mexicanos.
Hay peligro para todos, pero el mayor peligro radica en no hacer nada como sucedió en administraciones anteriores.
En los trabajos de apoyo a la Guardia Nacional hubo un método planeado, un seguimiento estricto, había que hacer trabajo legislativo todo el tiempo. Mostrar el proyecto antes que buscar triunfos legislativos.
Porque la costumbre de los regímenes anteriores estaba muy contaminada con las prácticas deportivas, sobre todo del futbol.
En cada debate legislativo se habló de un ganador y un perdedor. Cosa que en el caso de la discusión de la Guardia Nacional sería un asunto de humor negro, luego de los miles de muertos y desparecidos que hay a lo largo y ancho de nuestro territorio.
La tarea legislativa no puede ser más tiempo tratada como un marcador de futbol. Desde luego que para muchos locutores o lectores de noticias que trabajan en los medios electrónicos todo es futbol, nada tiene la seriedad de una realidad lacerante que viven sus connacionales. Para ellos la inseguridad es un juego que les deja dividendos, y por ello insisten en ver los debates parlamentarios del país como un partido de futbol, donde la nota es el gol y no la seguridad.
Es lamentable el nivel que muestran algunos de quienes se quedaron con la programación del sistema político anterior que tienen por consigna hacer de toda información algo banal, insustancial, superfluo, casi una noticia de la farándula, donde muchos de los altos funcionarios del anterior sexenio se movían como pez en el agua.
Es hora de tomar la responsabilidad política en serio y una muestra de ello es el acuerdo al que llegaron los legisladores respecto a la Guardia Nacional.
Lo que debe ser cosa de todos los días y tomado con naturalidad, los medios lo convierten en un espectáculo para seguir vendiendo diarios y ganando rating, porque los acuerdos entre legisladores de varios partidos debe ser una costumbre, pero los medios, ahora encargados de dividir no sólo a la clase política sino a los mexicanos, quieren notas políticas de enfrentamiento. En el pasado les sirvió de mucho, ahora los tiempos han cambiado.
Es tiempo de consensos en beneficio de los mexicanos y no de enfrentamientos que defiendan intereses personales o de grupo.
Hubo, en 20 días, reuniones privadas de senadores de Morena con el bloque opositor, integrado por el PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano, en un salón de la presidencia de la Junta de Coordinación Política del Senado.
Las palabras del presidente, respecto a que la seguridad es responsabilidad de todos, fueron la base de la negociación de Morena en el Senado.
La oposición estaba convencida de que la Guardia Nacional no caminara. No cedía a la exigencia de que la Guardia Nacional fuera una institución civil y rechazaba la Junta de Jefes de Estado Mayor, mientras que el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, y los enviados del Ejecutivo, la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, así como la Secretaría de la Defensa, insistían en que no servía de nada una Guardia Nacional sin disciplina militar.
Entonces, en una reunión de madrugada, se propuso que la Guardia Nacional tuviera mando civil, pero el texto no descartaría a los militares en retiro.
La opción fue respaldada por los coordinadores de los grupos parlamentarios. La Guardia Nacional muestra ahora una fuerza mayor, que es el consenso de los legisladores en el senado. Es decir, la batalla contra la inseguridad tiene un arma más, la unanimidad de los legisladores de todos los partidos políticos, lo cual crea un blindaje que nunca nadie esperaría. La negociación maestra tuvo lugar en favor de la seguridad de los mexicanos. No hubo ganadores ni vencedores entre los partidos, el gran triunfador fue el pueblo de México. PEGA Y CORRE. – El senador panista Damián Zepeda reconoció que si su partido no recupera la confianza de los mexicanos podría desaparecer. En realidad, él fue uno de los responsables de ese deterioro… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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