El país se levanta cada día con una nueva protesta, campesinos, madres y padres de familia, niños, mujeres, jóvenes genios, científicos, trabajadores, maestros, empresarios, grupos sociales o sectores económicos, estallan ante decisiones arbitrarias y fallidas, sin que nadie las, o los escuche. Protestas que van más allá de la narrativa gubernamental que los acusa de ser grupos de conservadores contra los “bienhechores” liberales, o de los corruptos versus el “pueblo bueno”.
Los reclamos afloran orgánicamente con las crisis originadas por, ya no sabemos si es ineptitud o las políticas públicas de sustituir programas por transferencias directas -clientelares -, que van en la línea obsesiva de concentrar el poder y la riqueza, quitándoles derechos a quien sea, o para extinguir a organizaciones civiles y órganos autónomos, o a cualquiera que les haga competencia en la lucha por votos. No parecen percibir el riesgo de la profunda decepción que despierta al todavía latente estallido social.
Hoy escalan las protestas por el conflicto de las estancias infantiles, cerca de 9 mil 500 guarderías, más de 400 mil niñas y niños en el desamparo desde diciembre. Acusan irregularidades y corrupción pero no hay denuncia interpuesta en la FGR. La interrogante es por qué eliminar un programa que combate la feminización de los cuidados, ahondado más la desigualdad entre hombres y mujeres.
Hay mucho más de fondo cuando se sabe que además eliminan la educación inicial y ahora se entiende porque AMLO fue el único que no firmó el pacto por la infancia cuando candidato.
El tema pone en la mira la urgente revisión de los derechos ciudadanos a los cuidados, y también de los derechos de quienes cuidan, igualmente de la responsabilidad del Estado, de las políticas públicas y de la estrategia para colocar este tema crucial en la agenda del Congreso y sobre todo en la agenda de género ante la regresión de los derechos de las mujeres. Las políticas que se dictan en este 2019 atentan contra los derechos fundamentales como el trabajo y la seguridad social, acrecentando los obstáculos que enfrentamos las mujeres para incorporarnos al empleo y mal remunerado, entre otros.
Cuál es el motivo por el cuál AMLO aplica la medida si sabe que las resoluciones adoptadas son injustas y contrarias a la ley y los derechos humanos de madres trabajadoras, de los niños y niñas, presentes en todos los tratados internacionales que México ha signado en materia de derechos de infancia y una vida libre de violencia. Porque como le gritaron al presidente en Mazatlán, es violencia de género despojar de empleos a miles de capacitadoras de las estancias infantiles, es violencia de género quitarles a las madres trabajadoras el derecho de que sea el Estado quien les cuide a los hijos. Es violencia de género ahondar más la desigualdad.
En nombre de la cruzada contra la corrupción se sacrifica a inocentes, en su mayoría los que no votan, pero lo de las estancias va más allá. Traición emanada, no solo de promesas de campaña sino del mandato constitucional, leído en su discurso fundacional del 1 de diciembre en el punto 3; además del incumplimiento de los deberes de un servidor público, e incluso del punto 8 de su cartilla moral.
Se trata de derechos y hechos, tema central para la consolidación democrática y el ejercicio de la ciudadanía, y ese es el principal problema: La ausencia de ciudadanía real, fuerte que conozca y exija sus derechos. No, no es una apatía generalizada, se trata de una ciudadanía fallida, trunca, manipulada, carne de cañón de líderes que solo la construyen para sus intereses.
La población no sabe organizarse, ni quiere, porque es más cómodo delegar la responsabilidad de sus vidas en el líder que salir a las calles a reclamarle al poder, revocarle el mandato. El crear una agenda en común es imposible, estamos acostumbrados que el caudillo nos pastoree, y nos envolvemos en su bandera pero no en la nuestra. Nos casamos con sus ideas hasta morir o hasta que la realidad y su dictadura nos golpea la puerta. Mucho lagrimeo pero poco se hace. Las mujeres estamos saliendo a la calle, alzando la voz y eso molesta.
“La desaparición o reducción de las guarderías puede agravar un catálogo de servicios de cuidado ya de por sí insuficiente, de baja calidad y de poca accesibilidad”, sentencia Conapred. Cuidados que son relevantes para el desarrollo y goce efectivo de derechos de infantes, personas enfermas, mayores o con discapacidad temporal o permanente. Sobra decir que la demanda se ha multiplicado por las necesidades derivadas del envejecimiento de la población.
En México la provisión de cuidados recae tradicionalmente sobre la familia y, especialmente sobre las mujeres. Según el INEGI, el valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados en el hogar superó los 4.6 billones de pesos. El 75.3 por ciento de este valor fue aportado por mujeres sin paga, en detrimento de su tiempo, su desarrollo personal, su labor, etc.
Una división sexual del trabajo de cuidados que mandata a las mujeres como responsables “naturales” de los cuidados, tiene consecuencias negativas para el goce efectivo de sus derechos, pero también para las personas que reciben cuidados y, de manera general, para el desarrollo económico del país.
Organismos urgen a iniciar un diálogo abierto y público, con miras a la construcción de un Sistema Nacional de Cuidados. Pero un paso previo es que la 4 T tome conciencia de la violación de derechos a mujeres e infancia que está desplegando. * Directora BillieJParkerNoticias.com