Uno no presta atención a los problemas hasta que no se ve afectado por ellos, así ha pasado con la inseguridad, la deficiencia educativa, los servicios de salud, etc. Y aunque me considero muy activista en distintos problemas sociales, poco he hecho por las problemáticas ambientales, sin embargo la semana pasada y esta semana vi que urge que todos hagamos algo respecto a nuestra producción de desechos.
En mi municipio y estoy segura que en muchas partes de México, la basura es un problema enorme, se recicla poco, contamina mucho y la recolección de la misma no es constante. ¿Pero dónde comienza el verdadero problema? Evidentemente no es en el gobierno, es en cada uno de nosotros que seguimos sin ser conscientes de lo que tirar y tirar cosas implica, nuestro modo de vida nos ha llevado a un consumo desmedido, pero sobre todo irresponsable.
Por ejemplo compramos pasta dental que viene en cajas que nunca ocupamos y de inmediato desechamos, gran parte de todos los productos que consumimos son plásticos, de los cuales un gran porcentaje no se puede reciclar, adquirimos botellas de agua sin pensar en la huella ecológica que dejamos para las próximas generaciones y ahora por próximas no me refiero a cientos de años de diferencia, si no a la que vivirá en 5 o 10 años.
Quizás hablamos poco de este problema porque en cuanto desechamos nuestra basura poco sabemos de su paradero, lo cierto es que en México no contamos con suficientes lugares que sepan procesarla, lo más sencillo es depositarla en rellenos sanitarios que además de contaminar el entorno generan severos problemas de salud.
Nuestros ríos, mares y diversos ecosistemas se están viendo afectados por nuestras costumbres, las cuales podemos modificar por medio de mínimos esfuerzos. Yo comencé por disminuir mi consumo de botellas de agua y rellenar un vaso portátil, por adquirir productos de belleza de marcas orgánicas, que en su mayoría utilizan envases de vidrio en lugar de plástico, estas acciones son mínimas, pero hay muchas opciones para todos los estilos de vida.
Un gran ejemplo es Lauren Singer, la neoyorkina que ha aprendido a vivir sin generar basura durante más de 5 años, para lograrlo utiliza ropa de segunda mano, compra productos a granel que adquiere sin bolsas de plástico e incluso con productos naturales fabrica sus propios cosméticos y productos de cuidado personal.
Algo tan sencillo como la pasta de dientes o el shampoo ya puede ser adquirido en presentaciones más ecológicas, sin embargo podemos comenzar por esfuerzos básicos como decir que no a los popotes, utilizar nuestras bolsas de tela al ir al súper y reutilizar los desechos orgánicos en compostas o formas en las que realmente tengan un impacto positivo en el entorno.
Mientras exigimos a nuestros gobiernos soluciones reales para el manejo de residuos, contribuyamos con pequeñas acciones a un mejor entorno y comencemos a dar propuestas para la vida que todos merecemos, libre de contaminación y con la salud estable. El mundo lo necesita.