“Un estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por unas buenas leyes.” – Aristóteles.
Vaya choque de trenes que se avecina, entre el Gobierno del Estado, el Congreso –representado por Morena- y los grupos a favor de la vida, en donde será evidente que la Iglesia Católica habrá de opinar.
Y es que se ha logrado saber que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez pretende impulsar en la actual Legislatura, la aprobación de tres temas por demás controversiales.
Dentro de este paquete de reformas a la Constitución de Veracruz se buscará aprobar la legalización entre personas del mismo sexo, así como la posible adopción de menores entre ellos y por supuesto la aprobación del aborto.
Todas estas propuestas evidentemente buscarán el consenso de las y los legisladores de Morena, so pena de atenerse a las consecuencias de no hacerlo.
De igual modo se sabe que incluso al interior de la misma fracción mayoritaria en el Congreso existen voces que desaprueban dichas reformas, sabedores que existen mayores acciones por atender en la entidad.
A pesar de ello, las versiones que afirman que el mismo García Jiménez buscará su aprobación son cada vez más fuertes.
Ahora bien, seguramente la reacción de los grupos conservadores y pro vida no se hará esperar.
Quizá por ello, la Arquidiócesis de Xalapa en días recientes ha fijado una serie de posicionamientos al respecto, criticando severamente la intensión de estos grupos políticos que pretenden contravenir hasta los mismos principios que infunde López Obrador en su tan socorrida Cartilla Moral.
En los hechos, Veracruz enfrenta una severa crisis política, la autoridad estatal a 67 días de haber tomado el poder se mantiene enfrascada en una lucha estéril por remover al Fiscal General, Jorge Winckler Ortíz.
El argumento ha llevado a los integrantes de la Cuarta “T” es simple, responsabilizar al mismo Fiscal de todo cuanto suceda en Veracruz, aun cuando lo que pase tenga que ver evidentemente con el tema de la Seguridad Pública.
Así que el tema de las ejecuciones, secuestros, levantones, feminicidios, cierre de negocios por inseguridad son culpa del mismo impartidor de justicia según afirma el secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos.
Sin mencionar que la inseguridad es un asunto de evidente competencia del Gobierno del Estado, al tener que garantizar seguridad a sus habitantes, las semanas pasan, sin cambios halagüeños.
El caso más reciente el del atentado contra el alcalde de Astacinga, Antonio Ramírez Itehua, quien se debate entre la vida y la muerte tras ser emboscado por delincuentes que le dispararon en el pecho y en la cabeza.
Otro caso el denunciado por el coordinador Estatal de Maestros por México, Omar Hernández Dolores quien denunció hasta 50 casos de secuestros, extorsiones y privación ilegal de la libertad en contra de los maestros se registran en las zonas rurales del centro del estado.
Pero la estrategia de aventar culpas y responsabilidades resulta más práctica, al cabo, la sociedad deberá aguantar pésele a quien le pese.
Lamentablemente la cresta de popularidad por la que habrían llegado tanto el gobernador de Veracruz al poder, así como a todos los demás representantes populares ha comenzado a sumirse en una espiral de descredito e impopularidad que los comenzará a minar antes de lo estimado.
Los niveles de aprobación que mantiene López Obrador son una cosa, y otra muy distinta las que mantienen Cuitláhuac García y sus funcionarios, y si no basta recordar el incidente en Minatitlán del pasado viernes, en donde los ciudadanos presentes en el acto con el presidente de la República, gritaban enardecidos que el Ejecutivo Estatal se callará y sentará en el presídium.
Gritos de este tipo, jamás se habrían registrado en la historia moderna de Veracruz, el descredito y la impopularidad que comienza a forjarse la presente administración estatal, es el reflejo fiel de la falta de oficio político y de conocimiento sobre ser gobierno.
Señores, entiendan y comprendan, el tiempo de campaña ya acabo, ahora es momento de ser gobierno –y eso significa para todos- está en sus manos, asúmanse como tal, olviden las afrentas del pasado, y eríjanse en verdaderos interlocutores sociales, comprendan que su única razón de estar ahí es ofrecer un cambio real, y no replicar actitudes del pasado.
La pelota está en su cancha, no desaprovechen la histórica posibilidad de ser la diferencia, y eviten ante todo el choque de trenes que se avizora en el horizonte.
Al tiempo.
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