Seguramente usted ha admirado los alcatraces en las pinturas de Diego Rivera y de otros artistas mexicanos y latinoamericanos que han encontrado en esta alba flor, una inspiración. En el caso de Diego, el tema de los alcatraces le llevó a pintar una vasta obra, entre las más destacadas: “Desnudo con alcatraces” impreso en billetes de 500 pesos junto con su autorretrato, al principio de la última década.
Tan identificado con la cultura mexicana, pudiera pensarse que el alcatraz es originario de México, pero no, es sudafricano y su nombre botánico es Zantedeschia aethiopica. Se le llama también Cala, Cala de Etiopía y Aro de Etiopía. Otros nombres son: Lirio de agua, Flor de pato, Flor de jarro y Cartucho, como le llamaba mi madre. Yo le llamo sencillamente alcatraz y es una de mis cinco flores favoritas.
Soy su devota desde siempre; por su forma de pato, por la inmaculada blancura de su espata acampanada (lo que llamamos flor) que semeja un pétalo envolvente y su muy delicado aroma. Me gustan sus grandes hojas verdes con forma de corazón y su enhiesto espádice amarillo (al centro), que contiene las diminutas florecillas. Me gusta porque es elegante, por lo que es común apreciarlas en las bodas y también cuando llevan su sutil mensaje en los casos de duelo…
Aún cuando al alcatraz se le define como flor tropical que florece en primavera, en los municipios circunvecinos a Xalapa, los sembradíos comienzan a florear a mediados del otoño. Y, aunque las plantas pueden resistir temperaturas bajas, no resisten las heladas. Si esto ocurriera, las plantas deberán protegerse con mantas o plásticos. En épocas de calor, requieren de abundante agua y áreas sombreadas. Y es precisamente por su gran requerimiento de agua, que también nacen espontáneamente en los pantanos.
Y no podía faltar una cualidad más al Cartucho: el poder curativo que, según la sabiduría popular, tienen sus hojas y raíces: Sirven para curar heridas y picaduras de animales ponzoñosos, a través de emplastes en la zona afectada y, hervidas, para casos de cálculos renales y ácido úrico.
Ahora le cuento que, durante toda la temporada, compro alcatraces ¡y a domicilio! Desde hace varios años don Félix y doña Rosita, una pareja de Altotonga que tiene sus propios cultivos, hacen su mercadeo en forma personal. Los fines de semana llevan sus flores hasta la puerta de casa y recorren la ciudad visitando a sus clientes ya acreditados. Lo que más me gusta de ellos es su sonrisa, su amabilidad, su charla y ¡claro, sus flores! Y, mientras toman una refrescante limonada, charlamos de política y de los aconteceres cotidianos…
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