Los gritos de dolor y las imágenes de cuerpos calcinándose o corriendo en llamas, conmovieron al mundo, pero no a una mayoría de mexicanos que se manifestó en redes con mensajes como estos:
Mrs Scorpion @dariabop · Más #ConLaTragediaNo Es simple “Selección natural”.
“Hablemos claro: en el viejo régimen, que se resiste a morir y está dispuesto a todo para impedirlo, gobernantes, narcos y huachicoleros eran la misma cosa. El sabotaje en #Tlahuelilpan, la tragedia ahí ocurrida, es parte de una estrategia de desestabilización”. Epigmenio Ibarra
“Que ironía tuvieron hoy los huachicoleros. Los uniformados en días pasados fueron agredidos, los retuvieron y golpearon a tres militares…..Hoy los Oficiales les decían que no podían pasar, que era por su seguridad y les valió madres.Pero, qué tal al momento de la explosión? Ahí si pedían a gritos que llegarán más patrullas, más ambulancias y hasta pedían la presencia del Ejército para que se trasladarán a los heridos, y ellos solitos ahora se subián a las unidades. Ahora no se escucharon amenazas de muerte contra los uniformados. Ahora no se les cerró el paso. Ahora no se escuchó el grito de: “No los queremos aquí”. Ahora sí lloran.Ahora ya no hay carcajadas de burla.Ahora no nos dan de palos.Ahora no nos avientan de pedradas.Ahora no golpean nuestros vehículos.Ahora todos, absolutamente todos, gritaban por ayuda en Tlahuelilpan, Hgo. Y saben qué? Ahí estamos y estaremos, dando todo por nuestra Patria, por México!!!!!#Militares_Sedena 🇲🇽.”
Juan Pablo Cruz @JP_Cruz_
respuesta a @MxEmprende2018
unas ratitas al carbon!!!! no se preocupen… rapido se reproducen y esos 60 seran 120 en dos años máximo.
Mensajes discriminatorios, politizados, que circularon movidos por boots, comunicadores y personeros del sistema. Gravísimo síntoma de descomposición del alma social. Por fortuna el Presidente Andrés Manuel López Obrador explicó, y no criminalizó, el comportamiento de decenas de personas inocentes que acudió a buscar combustible porque viven entre la pobreza, el olvido, la ignorancia, la indolencia de funcionarios y ahora del desprecio de seres que los culpan de su drama.
Más allá de la coyuntura populista- política- estatista de un sector, el tratamiento social a las víctimas de la explosión del ducto en chats, redes sociales -y hasta en algunos ámbitos periodísticos con la prensa activista- merece un análisis a distancia de los factores que lo rodean como la politización, polarización, omisiones, negligencias, especulaciones, sospechas, y responsabilidades compartidas.
Ante las tragedias, hoy en día la sociedad mexicana muestra -en muchos casos- claros rasgos de deshumanización. La indiferencia extrema al dolor del prójimo, la ausencia de empatía a la circunstancia de la otra, del otro, surge tanto en la gresca política de cafés, como en redes sociales, entre periodistas como al seno familiar. Conducta que deriva de la construcción de la cultura “mainstream” en México, que convierte en espectáculo u oposición, hasta los alaridos de sufrimiento de quienes morían quemados.
Lo vimos, antes en un pasado reciente, con los que llamaban las Muertas de Juárez (eran asesinadas por el depredador político social, no se morían solitas), con los ejecutados por el narco (a quienes criminalizan), con los desaparecidos (porque argumentan andaban en malos pasos), con los periodistas (a quien culpan también de su precaria circunstancia), con todo grupo social que no se dejara explotar, exhibiera o pusiera en peligro la estabilidad del poder en turno. Más de lo mismo.
La RAE define “deshumanización” como la acción de “Privar de Caracteres Humanos” y eso hacen. Lo humano desaparece en la narrativa del poder y la sociedad se convierte en un reflejo de zombis. El Poder (fáctico o lícito) utiliza a la gente para sus fines, incluyendo las tragedias para enviar sus mensajes. Todo es con el solo fin de instaurar, ente otras: la política del miedo, su mercadotecnia política deshumanizada (despojan de su empleo, asesinan, criminalizan, difaman, etc), la austeridad, en el nombre de Dios, de la verdad, el combate a la corrupción, o conseguir lo que se busca. Todo cabe en un fenómeno social que se ha soslayado: La deshumanización como sistema de dominación.
Los procesos de deshumanización están íntimamente relacionados con los sistemas de dominación y poder, vía la manipulación de la cultura de masas o mainstream. En general son los sistemas autoritarios de poder los que aplican procesos de deshumanización de las personas a ser dominadas, mayormente con la narrativa del odio.
Vuelva la mirada al nazismo que hizo de los medios de comunicación de masas la vía para adoctrinarlas con desinformación repetida mil veces hasta convertirla en verdad. A ello se unieron los distintos procesos de adormecimiento de la conciencia colectiva, subyacente en la construcción política, que Hannah Arendt ubicó en los que “miran hacia otro lado, reducen la ética a medios, pero no a principios ni fines”.
Deshumanización y el poder se fortalece desde y con los medios que marcan la pauta en la cultura de masas, los que uniforman, los que no marcan la diferencia pero son leídos como la biblia, y que tienen el mismo adn de la misma clase de corruptos que hoy se ha apropiado de la prensa.
En la tragedia de Hidalgo los vimos actuar en chats, en redes, intentando unificar criterios. Sobre todo son los medios “mainstream” o “medios masivos” – rankeados alto por empresas que con módico pago elevan el número de lectores para calificar en las exigencias del poder; y a formatos de radio y canales de televisión que contienen la mayor audiencia de oyentes y espectadores respectivamente.
Esos medios que han llamado Fifís, que adelantan, contratarán en comunicación social de la 4T, si se aprueba la “depuración”, para descartar los alternativos, utilizando una rigurosa normativa en los departamentos de medios en Segob.
La deshumanización a favor del Poder, opera como antaño pero diversas perspectivas. En la actualidad mucho más apegado a la Biopolitica de Foucault, quien plantea que el control de la sociedad no solo se realiza a través de la ideología o conciencia, sino que además requiere del control del cuerpo de los individuos. Antaño el sistema de dominación del nazismo, las dictaduras sudamericanas, los gulags soviéticos, estaba más alienadas al control de la mente.
El Estado del nazismo adquiría poderes dictatoriales, sacrificaba a las poblaciones en aras del orden, disciplina y control social estricto a fin de garantizar crecimiento y el bienestar económico de la población. El nazismo da una importancia central y absoluta al Estado, a partir del cual se debe organizar toda actividad nacional. Su narrativa es la que estamos leyendo en algunos actores de la nueva élite política; en esos mensajes paralelos al discurso en el poder, que advierte además, habrá más medidas dolorosas.
*Directora General de BillieParkerNoticias.com