La credibilidad ahora forma parte de un juego perverso que cuando se resta a los medios la cede a los políticos. En la lucha por la justicia y la erradicación de la corrupción en el país, la credibilidad jugó un papel esencial.
La Historia Universal habla de la aplicación de la justicia contra los malos gobernantes a través de castigos ejemplares. El término de “rodar cabezas” tiene que ver con la decapitación en Francia, de María Antonieta y su esposo, el rey Luis XVI, en la guillotina. Este hecho originó la Revolución Francesa.
Como este ejemplo hay muchos a lo largo del tiempo. A través de la vida política del país, un mandatario justifica su triunfo electoral y se consolida como líder en el momento en que impone la ley.
Hace tres décadas la detención del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina, aumentó el capital político del recién llegado a Los Pinos, Carlos Salinas de Gortari. Aumentó su aceptación social -que estaba en duda- luego de unas elecciones reñidas y la sospecha de llegar a la presidencia a través de un fraude electoral.
Posteriormente, ante las serias dudas del triunfo electoral de Felipe Calderón, éste debió tomar la determinación de hacerle la guerra al narco, a pesar de que se había autodenominado El Presidente del Empleo, la intención era reunir a su alrededor el mayor número de simpatías entre los mexicanos, sin lograrlo.
Ahora, Andrés Manuel López Obrador, con un capital político sin precedente, empieza a limpiar las estructuras enlodadas por décadas dentro de la administración pública sin pensar en que el capital político estaba en riesgo. El presidente actuó como lo había anunciado en campaña y haciendo caso a su mayor consigna: erradicar la corrupción. La guerra contra la corrupción no significa encarcelar a uno o dos delincuentes, sino limpiar la estructura de la empresa más redituable del país, a fondo, y esto implicaba tiempo y sacrificios. Era el momento de demostrar el apoyo real al mandatario y así lo hicieron los mexicanos, a pesar de las molestias que la lucha contra el robo de combustible le ocasionó.
Lo que no deja de sorprender es la persistencia de los medios y sus autodenominados analistas, que buscaron pretextos para criticar las medidas hasta donde no había.
Los medios retomaron una inercia crítica irracional contra todo lo que surja del nuevo gobierno. Resentidos los medios por quitarles un subsidio inhumano de parte del gobierno federal, captan todo posible error para intentar magnificarlo, hacer de cada conflicto un grave problema que motive hasta la remoción del propio Ejecutivo Federal.
Los medios están lastimados por cuestiones que nada tienen que ver con la libertad de expresión, están resentidos porque al propietario de uno de esos medios, que recibía un millón de pesos diarios para dar información a modo, le quitaron 87 guardaespaldas de la PGR, que pagábamos los mexicanos.
Están resentidos porque dejaron de ser los portadores de una realidad inventada. Porque ellos perdieron las elecciones ante la propaganda contra López Obrador, los medios están derrotados porque apostaron abiertamente contra el que ganó y al triunfar su enemigo pierden ellos la credibilidad de la que nunca fueron dignos representantes.
Ante esta realidad, de la que deben tomar conciencia los medios, la escasez de gasolina motivada por la lucha contra el robo de combustibles, aumentó la popularidad de Andrés Manuel López Obrador.
Las encuestas mostraron un alza en sus simpatías que si en estos días se hubieran llevado a cabo las elecciones hubiera ganado con muchos más de los 30 millones de votos con los que triunfó en las urnas; sin embargo, los medios anunciaron que su popularidad había bajado considerablemente, que su capital político estaba por los suelos, que la medida estaba equivocada, que estábamos mejor antes, que era más caro el caldo que las albóndigas, que debía renunciar, que era mejor el país con huachicoleo que con López Obrador.
Toda esta serie de noticias creadas artificialmente fueron la esencia de la información de muchos medios por dos semanas. No había otra información en las primeras páginas de los diarios que la crítica permanente a las medidas contra el robo de combustible.
La escasez de gasolina ha “movido” y, hasta se podría decir, unido a un país entero. No importando las largas filas para cargar gasolina, la ciudadanía en general reitera su apoyo a la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de combatir de frente el robo de combustibles.
Opinión Pública, Marketing e Imagen y Social Research Solutions arrojó un aumento de las simpatías hacia López Obrador que pasó del 64 al 73 por ciento. Otras encuestadoras también asumieron el hecho de que su aceptación social aumentó considerablemente, dejando a los medios electrónicos y sus improvisados analistas solos, fuera de la historia, sin respaldo social que les otorgue credibilidad.
Además, casi el 57 por ciento de los mexicanos considera que la estrategia del gobierno de Andrés Manuel López Obrador de cerrar los ductos donde existía robo de combustible es correcta, pese a los problemas que ello ocasionó en la distribución de combustible, de acuerdo con una encuesta de Mitofsky.
La oposición encontró espacio y eco en los medios que llegaron al extremo de solicitar la renuncia de López Obrador a la Presidencia de la República, no sólo porque querían combatir al contrincante político sino porque con esas críticas constantes, permanentes, intensas, también creaban una cortina de humo para impedir que se mirara hacia adentro de sus partidos, donde más de un militante fue cómplice de este saqueo.
Los medios en México tienen como tradición no sólo obligar a olvidar la historia, sino que más arraigado está el desconocimiento del devenir de un país lleno de cultura y saturado de heroicidad que los medios tratan de ocultar con héroes importados y costumbres que no terminan de encajar en nuestra sociedad.
Así, los medios dieron una muestra de total desconocimiento de su propia labor al hacerle la guerra a una medida que por su magnitud exigía de su apoyo, de su solidaridad, nadie lo hizo. Al contrario, prefirieron quedarse solos que abandonar sus intereses ilícitos de vivir del gobierno.
Por un lado, unos medios de información hambrientos de dinero sólo supieron mostrar una realidad que demuestra su ambición y falta de profesionalismo. Por otro lado, la oposición resentida, que no defendió ni como hombres ni como mujeres su gestión, aprovechó los espacios que se ofrecían indiscriminadamente y a granel a sus insultos y descalificaciones al gobierno que terminaron por consolidar un liderazgo que no tiene precedentes en la historia de México. PEGA Y CORRE. – EL Fiscal general de Veracruz, Jorge Winckler, va directo al juicio político, al desecharle un amparo que buscaba impedir la denuncia que presentó Gilberto Aguirre Garza, ex director de Servicios Periciales… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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